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Godofredo Daireaux

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Hijo de un normando que había hecho fortuna con el café en Brasil, Geoffroy Francois Daireaux (París, 1849 – Buenos Aires, 1916) se establece en la Argentina en 1968, dedicándose a la actividad agropecuaria. Hacia 1883 posee ya tres estancias en Rauch, Olavarría y Bolivar. Compra terrenos e instala almacenes sobre la línea del ferrocarril al Pacífico y participa de la fundación de la ciudad de Rufino en la provincia de Santa Fe y Laboulaye y General Viamonte en la provincia de Córdoba. Por problemas de salud abandona su labor colonizadora y se dedica a la escritura y la docencia. De 1901 a 1903 es Inspector General de Enseñanza Secundaria y Normal. Enseña Francés en el Colegio Nacional. Trabaja en La Nación, colabora en Caras y Caretas, La Prensa, La Ilustración Sudamericana, La Capital de Rosario, y dirige el diario francés L’independant. En su hogar se reúnen artistas como Fader, Quirós, Sivon e Yrurtia. Escribe relatos de costumbres –comedias argentinas, cada mate un cuento, etc.- y tratados como La cría del ganado (1887), Almanaque para el campo y Trabajo agrícola. En París publicó Dans la Pampa (1912). Una escuela de artes y oficios en Rufino, calles en varias ciudades y un partido bonaerense recuerdan su nombre.

Su vida y su obra

El día 25 de enero de 1868, a las cuatro de la tarde, de su fondadero en el pueblo de L’Havre, zarpaba el vapor “Navarre” desde las Mensajerías Marítimas hacia la ciudad de Río de Janeiro, donde habrían de desembarcar quienes tenían por destino el Río de la Plata, ya que esos pasajeros eran escasos, la América del Sud muy poco conocida en Europa y tampoco eran muchas las personas que hubieran podido citar con exactitud cuáles eran los países que la componían, además de Brasil.
Los viajeros para Montevideo y Buenos Aires debían transbordar a unos barcos de menor volumen que el “Navare”, uno de los vapores más rápidos de aquellos tiempos y de los más confortables. La travesía de Burdeos a Río de Janeiro apenas requería 25 días, incluyendo las escalas en Lisboa, Dakar, Pemambuco y Bahía. En dicho barco, viajaba un joven francés, Godofredo Daireaux, que aún no había cumplido 19 años y seguramente consideraba toda una aventura a ese viaje, que al cabo de 35 días lo desembarcaba, el 1° de febrero en la lejana Buenos Aires, en el Hotel La Paz, recién instalado por el Sr. Marechal en la esquina de Cangallo y Reconquista, frente al café de París, el teatro Franco – Argentino y la Iglesia de la Merced y era a la sazón, el preferido de los diplomáticos y hombres de negocios que llegaban al país. esta historia que así comenzaba en la Argentina y donde habría de prolongarse por casi medio siglo, tenía un origen ancestral en el Norte de Francia, en la Normandía.
Allí en el departamento de La Manche, se halla una ciudad relativamente pequeña, Coutances, en cuya vecindad, en Nicorps para ser exactos, la familia Daireaux era propietaria y cultivaba la tierra desde antes del año 1654, ya que nos consta que para esa fecha nacía Francois Daireaux, quien formaba su hogar con Colette Burnel, constituyéndose en el tronco del árbol familiar que, en cuatro generaciones, en las que se sucedieron tres Francois y un solo Nicolás, daba la vida, en 1796 a su padre, Francois Daireaux.
Este abandona muy joven el predio familiar para trabajar primeramente como auxiliar en une escribanía y embarcarse luego, en 1816, para Sud América. Nuestro país en esa época, distaba de ser un lugar propicio para iniciar actividades. Las luchas por el poder político, las guerras civiles, contrastaban con la calma situación del Brasil, donde la independencia se había llevado a cabo sin mayores sobresaltos. En efecto, Don Pedro, el príncipe heredero de Portugal, no volvió a Europa luego de la caída de Napoleón y en 1822, Brasil declara su independencia nombrándole Emperador.
Su hijo, Pedro II que le sucede, desarrolla y auspicia la inmigración europea y el cultivo del café. Francois, encuentra allí un fértil campo de acción. Vende su parte heredada del predio familiar en Nicorps, a su único hermano Pierre y en Brasil desmonta, planta e innova, en una región de colinas infestadas de víboras. Aplica al cafetal la tecnología de los manzanares de Normandía y sus métodos, novedosos en aquellos tiempos, tienen gran éxito. A él se debió la implantación del sistema quinconcé en las plantaciones y en alguna ciudad brasileña, se le recuerda como precursor del cafetal moderno.
El café tiene muy buen precio en el mercado mundial y Francois logra formar una fortuna personal considerable. Puede pensar entonces en contraer matrimonio. Era tiempo, pues ya tiene 44 años y es así que en el año 1840, se casa en Río de Janeiro con Constance Herbin, hija de un farmacéutico francés. En esa ciudad brasileña nacen tres de sus hijos: Carlos, Emilio y María. Consolidada su fortuna y formada su pequeña familia, Francois regresa a Francia en 1846, donde tres años después, en 1849, nace Geoffroy Francois, para nosotros Godofredo, tan ligado a la historia de Rufino.
La infancia del joven Godofredo transcurre en los hermosos jardines del Chateau de Montifray, que su padre adquiere en las cercanías de la ciudad de Tours, al conde Henri de Beaumont, quien luego devendría su yerno, al contraer matrimonio con su hija María. Pero llega la edad de asumir responsabilidades y Francois, severo y exigente, considera que la educación es el principal factor de éxito en la vida y así como hace seguir a su hijo mayor, Emilio, la carrera de abogacía, lo lleva a Godofredo a realizar estudios en el Liceo Charlemagne de París, instituto de enseñanza de primer nivel. Pero no alcanza a ver su graduación, pues en 1866 poco antes de que los estudios finalicen, fallece y es sepultado en su residencia de Beaumont-La-Ronce.
Sus hermanos Carlos y Emilio habían partido para la Argentina tiempo antes con el fin de administrar los negocios familiares y ya hemos anticipado como Godofredo lo hace a su vez, hacia esta tierra de promisión, tal como la juzgaba en ese entonces y donde desarrollaría una vida intensa y destacada en las más variadas actividades. En un análisis sencillo, la vida de Daireaux puede dividirse en décadas de actuación en rubros muy distintos. Así tenemos:

Primera Década: 1868-1878
Ya establecido en Buenos Aires, con un capital de cierta cuantía, se dedica con entusiasmo y poca experiencia a la importación y exportación. No logra mayores éxitos económicos y ve disiparse buena parte de la herencia paterna. Conoce a su futura mujer Virginia L. Boursot Gasc, con quien entabla relación, intrigado por saber cómo la joven podía vender en su negocio mercaderías que él importaba, a un precio inferior al que él mismo había debido abonar por ellos en origen.
En realidad, la solución del misterio consistía en que Virginia era aún peor comerciante que él.

Segunda Década: 1878-1888.
En el año 1878 se incorpora a la actividad agropecuaria, al parecer llevado a la misma por un compatriota, el ingeniero Alfredo Ebelot, quien había sido contratado por el Ministro de Guerra, D. Adolfo Alsina, para proyectar y dirigir la realización de la famosa zanja de 100 leguas con la cual se trataría de contener a los malones pampas que azotaban el Sud. Hasta 1880, la resistencia secular de las tribus indias impedía avanzar en el desierto. Luego la campaña del Gral. Roca de 1877 a 1880, vigorosamente llevada, hace que Godofredo Daireaux escriba: “El indio, hoy vencido, dispersado. Diezmado, no existe sino como recuerdo, será dentro de algunos años, una curiosidad antropológica….”.
Comenzó su actividad poblando una estancia que llamó “La Cristalina”, en las orillas del arroyo Gualichú, del antiguo partido de La Flores (hoy Rauch), donde introdujo modernos métodos de trabajo y una organización empresaria tal, que el establecimiento, pese a sus limitaciones topográficas (eran “campos anegadizos” que describe en su libro “Tipos y Paisajes Criollos”) fue citado más de una vez como modelo.
En el año 1880 estableció otra estancia en Olavarría, que pobló con una especie a la cual era muy afecto: la lanar y finalmente, en 1883, una tercera, “Las Diez Lagunas”, en el antiguo partido de Bolivar, dentro de cuyos lindes se levantaría más tarde la estación Daireaux, del entonces Ferrocarril Sud, actualmente cabecera del partido homónimo.

Tercera Década: 1888-1900.
Desde 1888 y hasta fines del siglo, Daireaux se dedica a desarrollar su actividad en emprendimientos comerciales y fundiarios. Se interesa por invertir sobre la línea del ferrocarril al Pacífico, que une Buenos Aires con Mendoza, donde los trenes se detenían en medio de la nada, para reabastecerse de leña y agua. Alrededor de las estaciones compra terrenos, edifica, instala casas de comercio de ramos generales, hace sus campañas de publicidad, innova, planeando ventas a crédito, toda una novedad para esa época, ajustando las posibilidades financieras de los futuros propietarios con las suyas propias. Afortunadamente, en esos años, los ministros de Economía no habían descubierto aún las posibilidades infinitas de la inflación y las ventas a crédito eran factibles, limitadas solo por la honestidad y la laboriosidad de los postulantes. Y para descubrir ambas casualidades Godofredo Daireaux era un maestro.
Fue así que contribuyó a convertir en realidad la existencia de Rufino en la provincia de Santa Fe y Laboulaye en la de Córdoba. La fundación de Rufino, que sólo era una posibilidad en un plano, la efectuó, luego de adquirir en $500 el 21 de enero de 1888 a Don Gerónimo Rufino la manzana 11. En su libro “Los milagros de la Argentina” bajo el título de “Ventas de Solares”, describe como evolucionó la idea y como se concretó, en una adquisición efectuada sin dinero. En un párrafo dice:
“Empezó la propaganda, con una atinada distribución de planos, a todos los clientes de la casa posiblemente susceptibles de gastar 200 pesos en un solar. Diez meses para pagar!. ¿Quién no tiene 20 pesos?. Este va a ser un gran pueblo, amigo, con el tiempo, y un solar de 1.250 metros cuadrados, veinticinco por cincuenta, por doscientos pesos, es realmente tirado!. Cuando uno piensa que en Buenos Aires hay lotes así, que no han costado quizá ni eso y que hoy valen $1.000 el metro cuadrado!. Miren el día que ofrezcan a sus hijos un millón por el solar!”.
En el diario La Capital de Rosario, el 13 de diciembre de 1970, el historiador Elías Diaz Molano reinvidica la labor de Godofredo Daireaux en la fundación de Rufino, iniciada con la adquisición de 29.600 pesos, a razón de 100 pesos cada lote, de la mitad de las parcelas que constituían el proyecto de población, alternando las manzanas propias con las que quedaban de propiedad de Gerónimo Rufino.
La actividad colonizadora de Daireaux se prolonga a Laboulaye y a la localidad de General Viamonte, donde su casa de comercio forma el núcleo primitivo de dicha sociedad. Pero quebrantada su salud por la artritis y el exceso de peso, que agrava los problemas derivados de una cojera juvenil, debe alejarse a fines del siglo de las actividades comerciales, por lo menos en su atención personal y da comienzo e intensifica entonces otras facetas de su vida: las de educador y literato.

Cuarta Década: 1900-1916
En esta última etapa, la ciudad de Buenos Aires lo retiene en forma definitiva, ya que cesarán las ausencias frecuentes, a quien fuera, con la mirada azul detenida en las extensas lejanías, su vecino andariego.
El campo pierde su inquieto colonizador y progresista hacendado, para ganar su cronista. Como él mismo nos dice en sus memorias:…..”se acaba la vida activa, pero queda a pluma para el literato ….”.
Las calles donde sucesivamente tendrá su hogar, Berutti 1331, Santa Fe 1938, Gral. Paz 673, reciben diariamente el andar despacioso de aquella figura corpulenta que las transita en los cotidianos viajes a la redacción de diario La Nación, para las amables pláticas con Gerchunoff y el doctor Caprile; al Colegio Nacional Central, donde debe desarrollar sus cátedras, a las imprentas de Félix Lajouane o Ivaldi y Checchi, donde se imprimen sus libros.
Su hogar generoso es acogedor de los artistas plásticos de la época, quienes hallan en él al consejero, al crítico, también a menudo, al protector. Es habitual encontrar allí a Eduardo Sivori, Lucio Correa Morales, Mario Canale, Eduardo Schiaffino, Rogelio Yrurtia, Carlos Ripamonte, Fernando Fader y Césareo Bernaldo de Quirós.
Así, nos resulta curioso que Daireaux no considerara “Vida activa”, la que desarrollara en la ciudad de Buenos Aires, ya que ella comprende las más proficuas facetas de su vida en la cátedra y como escritor, escritor argentino, como acertadamente habrá de calificarlo Roberto J. Payró.
Su obra como educador comienza en marzo de 1901, bajo la Presidencia de Julio A. Roca, cuando el Dr. Osvaldo Magnasco, entonces Ministro de Educación, lo considera la persona más idónea para encargarle la organización de las Cátedras de Trabajos Agrícolas, que se habían establecido como materia curricular en los Colegios y Escuelas Normales. Es así que los nombra Inspector de Enseñanza Secundaria y Normal y le encarga que escriba los textos necesarios para los alumnos, quedando su libro “Manual del Agricultor” reservado para los profesores. Con posterioridad, entre 1901 y 1914, fue profesor de francés en el entonces denominado Colegio Nacional Central, actual Colegio Nacional Buenos Aires, actuación de la cual surgió su libro “Cuadro Metódico de Verbos Franceses”, utilizado como texto durante varios años por la Alianza Francesa local.
Pero su actuación docente no se limita al mero ejercicio de la cátedra y publica, bajo el seudónimo de Yofruá, en el diario La Nación, una serie de artículos bajo el titulo genérico de “Nuestros Colegios”, donde, según sus palabras: “estudia punto por punto, todas las maneras que hay en el país para eludir el trabajo y no enseñar nada en los Colegios Nacionales….” y agrega: “Como hay artículos muy duros, probablemente me destituirán de mis cátedras, pero el placer de decir la verdad es tal, que nada me detendrá y no lamentaré nada….”.
Su prolongada actividad en el medio rural, le permitió interiorizarse de los usos y costumbres criollos y comprobar las falencias técnicas de los establecimientos de la época, basados más en la extensión superficial que en la intensificación de la tecnología y fue así que, ante un pedido del editor Félix Lajouane, escribe en 1887 “La cría del ganado. Manual del Estanciero”, en el que trata de adaptar la técnica europea a las posibilidades del país. esta obra alcanza gran difusión, no sólo en el ambiente local, sino también en Uruguay y Brasil.
En un examen somero, podemos dividir su actividad literaria entre la técnica y la costumbrista. Integraron la primera, además de “La cría del Ganado”, a la cual nos acabamos de referir, el “Manual del Agricultor Argentino”, “Almanaque para el Campo”, “Trabajo Agrícola” y las “Cien hectáreas de Pedro Villegas”.
La República Argentina no fue muy generosa en el reconocimiento de su obra por el país. lo recuerdan sendas calles de Rufino, Laboulaye, Mar Del Plata y El Jaguel, denominaciones surgidas de iniciativas privadas más que de organizaciones públicas u oficiales; una Escuela de Artes y Oficios de Rufino y un Partido de la Provincia de Buenos Aires, en el que el honor lo comparte con su hermano Emilio, quien donara los terrenos en que se estableció la estación homónima del Ferrocarril Roca.
Habiendo transcurrido toda su vida en la Argentina, el 18 de marzo de 1916, cuando faltaban apenas unos pocos días para que la ciudad de Rufino, tan cara a su afecto y en la que depositara sus mejores esperanzas, cumpliera 27 años, los Dioses de la Pampa y los duendes que pueblan los campos argentinos y a los cuales él diera vida en las “Veladas del Tropero” vinieron a buscarlo para llevarle con ellos y recontar una vez más juntos, los cuentos y la fábulas que el viento dispersó por las llanuras.

Manual del Agricultor Argentino
Por Godofredo Daireaux

La Educación Práctica

Con verdadera satisfacción anunciamos la aparición del Manual del Agricultor, del distinguido escritor Godofredo Daireaux.
De algún tiempo a esta parte Godefredo Daireaux viene haciéndose notar por sus interesantes trabajos, todos de verdadera utilidad para el país.
Con el Manual del Agricultor, Cría del Ganado en la República Argentina y Manual del Hacendado, van ya tres obras que a la vez que acusan la competencia del autor, presentan un contingente meritorio para este escritor laborioso, dedicado con amor a esparcir los conocimientos más prácticos y provechosos en las principales ramas de nuestra producción nacional.
Las obras de Daireaux, escritor de raza, habiendo ejercido en el país las industrias de que trata, ha aprovechado su propia experiencia para transmitir en estilo claro y castizo sus buenas y múltiples observaciones, llenando así el vacío que a este respecto se notaba y haciendo un servicio a todas luces benéfico y patriótico.
A diferencia de las obras que sobre la materia se conocen, la mayor parte traducciones o de puro trasplante sin posible aplicación, las de Daireaux son de ejercicio inmediato, como que en ellas se han tenido en consideración, las costumbres, el clima y los medios de que se dispone. Si a esto agregamos el cuidado especial puesto por el autor en la selección de los métodos más fáciles y económicos, sus obras resultan de un inestimable valor para todo el que se dedique a las industrias rurales y necesite consultar las variadas operaciones o explotaciones a que éstas son susceptibles.
Siendo la Educación Práctica un asunto de palpitable actualidad, aprovechamos la oportunidad para reproducir un capítulo de la nueva obra en que la insinúa y propicia, de acuerdo con las ideas que ha venido sosteniendo este revista.
La opinión de un hombre de la intelectualidad de Daireaux, tiene necesariamente la fuerza de convicción y propaganda que la importancia de la cuestión exige.

Revista de la liga Agraria

El acceso Ruta 7 ya tiene un nombre
“Godofredo Daireaux”

Como todo pueblo nuevo, no damos al pasado su justo valor. Crecimos rápidamente y olvidamos. Se dirá que es una propiedad de los argentinos, pero es necesario comprender el ayer.
Sin esto no nos reencontramos con la verdadera fisonomía. Por eso recordamos el pasado. evocar la figura de Don Godefredo Daireaux significa exaltar las virtudes de un auténtico colonizador, que fue a la vez un visionario de las posibilidades que el campo argentino ofrecía o quizá se arraigaban en un extensión. Al reivindicar el nombre de Godofredo Daireaux como fundador o al menos como co fundador de Rufino. Pretendemos, de paso sacar un poco del olvido su nombre, sobre el cual se ha hecho entre nosotros un extraño silencio. Gracias a la buena predisposición del Sr. Intendente Municipal Doctor Emilio Carballeira, y por iniciativa del Sr. Director de la Escuela de Educación Manual N°100, Sr. Francisco Omar Colello, el Sr. Intendente promulgó la Ordenanza N°972/72, por medio de la cual se designa al Acceso por Ruta Nacional N°7 con el nombre de Godofredo Daireaux.

Diario NOTICIAS
Diario Independiente de Información y de Crítica
Rufino, Miércoles 19 de abril de 1972.

Godofredo Daireaux
75 años de su desaparición

es importante si, lo es a pesar de que acostumbramos a verlo, no notamos su importancia y hasta a veces lo menospreciamos, y recién nos damos cuenta cuando visitamos otras ciudades, que Rufino es diferente.
Existen muchas instituciones importantes y obras que se realizan, pero hoy nos vamos a detener en la Escuela de Educación Manual N°100. Nos referimos a una gran personalidad que lleva su nombre, Don Godefredo Daireaux, de cuya desaparición se cumplen 75 años en este mes de marzo. Rufino lo tuvo como hijo predilecto, dejando su siembra fecunda a la vida de este pueblo nuevo, y seguir (Cooperando directa o indirectamente) su desarrollo material e intelectual.
Esta Dirección, conjuntamente con la Subsecretaría de la Municipalidad, a cargo de esa trabajadora incansable que se llama Ilda Marinetti, están organizando un acto para rendirle homenaje. A dicho evento se sumará la presencia de familiares directos, Dr. Enrique Daireaux, Ing. Alberto Daireaux, Profesora Sara Daireaux, quienes harán entrega de elementos de propiedad de Don Godofredo, para enriquecer nuestro museo.
Dirección Escuela Educación Manual N°100

Extraído del semanario la Tribuna de Rufino
Abril de 1991

Municipalidad de Rufino
Honorable Concejo Deliberante
Rufino – Sta. Fe.

Declaración N° 018/91

Visto:
Que el día 19 del Cte., se llevará a cabo un homenaje al 75° Aniversario del fallecimiento de Don GODOFREDO DAIREAUX y:

Considerando:
Que en esta oportunidad se encuentran en nuestra ciudad familiares de quien en vida fuera Don GODOFREDO DAIREAUX talentoso literario, práctico en sus iniciativas, llegado desde el lejano París en Marzo de 1868.
Que nuestro país lo cobijo en su seno como un hijo más de nuestra Patria grande; conocedor de los procedimientos agropecuarios publicó innumerables obras didácticas referente a ese género.
Subyugado por la pampa aún semi desierta, donde se estableció, orientó sus pasos hacia las faenas agropecuarias y durante su permanencia en el campo trabajó para sembrar en él la semilla fecunda de la esperanza que brindara como fruto al avance y progreso de Rufino, sin desconocer que también para otros pueblos Don GODEFREDO DAIREAUX fue reconocido como su máximo forjador.
Por todo ello:
El HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE DE LA CIUDAD DE RUFINO SANCIONA LA SIGUIENTE
DECLARACIÓN
ART. 1°
Destáquese la señera figura de Don GODOFREDO DAIREAUX como partícipe de la fe y esperanza que apuntalaron el nacimiento de lo que hoy es nuestra Ciudad de Rufino.
Art. 2°
Hágase llegar dicho reconocimiento en la figura de sus descendientes que hoy nos visitan, Ing. Alberto G. Daireaux y Sra., Dr. Enrique G. Daireaux y Sra.
Art. 3°
Comuníquese, Publíquese y Archívese.

………………………………………………………………………………………………………..

Realización: Miguel Angel Barucco.
Fuente: “Godofredo Daireaux” por Alberto G. Daireaux, conferencia dictada en la ciudad de Rufino (Pcia. de Santa Fe) en ocasión de conmemorarse el 75 aniversario de su fallecimiento, día 20 de abril de 1991.
Material: Museo y Archivo Histórico Municipal de Rufino.
Agradecimientos: Al Sr. Oscar González del Museo y Archivo Histórico de Rufino.

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Reconocimiento a artistas rufinenses

Este mediodía, la Directora de Cultura y Comunicación Ileana Rio, recibió en el Salón Amarillo a los bailarines Iara Duarte y Jesús Páez, de nuestra ciudad.

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En dicho encuentro dialogaron sobre su carrera, se les entregó una bandera de Rufino y se los reconoció mediante un Decreto como artistas destacados.

Iara y Jesús han recorrido diferentes países mostrando su danza: el tango y el folklore. Realizaron Tours internacionales en: Corea, Japón, Canadá, Italia, Turquía, Perú, Chile, España y Eslovaquia, entre otros.

Además, participaron de diferentes competencias resultando Campeones nacionales de tango salón 2017 y Campeones nacionales tango escenario en 2019.

Nos llena de orgullo que representen a Rufino internacionalmente y los alentamos a continuar desarrollando su talento.

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JOSE MORAN, por Anibal Martini

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De las dos a las cuatro ruedas un Grande de verdad y orgullo del Deporte motor Rufinense «Pepe Morán» brilló como pocos.

 

En la década del cincuenta el motociclismo de alta cilindrada pasaba por uno de sus mejores momentos. Los nombres de Galvagni, Milossi, Salatino, Cruz, Caldarela aparecían en todas las figuritas.

La pasión por el motociclismo no escapaba a los puntos mas lejanos del país y aquí en Rufino un muchacho esmirriado, de finos bigotes,hurgaba en los cuatro tiempos de los motores Norton buscando los secretos capaces de entregarle un mejor torque al motor. Estudioso, inquieto, razonador e inteligente «Pepe» mamaba la mecánica como una verdadera ciencia exacta buscando el por qué de cada cosa.

No bien estuvo armada su moto y tras algunos escarceos de entrecasa en entreveros pueblerinos alentado por sus amigos de la Escudería se lanzó a la aventura del motociclismo nacional. Mecánico, preparador, tester y piloto «Yo la armo y yo la corro» casi una impronta del deporte mecánico de aquellos años Morán demostró rápidamente que arriba de una moto de carrera era cosa seria. De origen tierrero no le asustaba el pavimento. El motociclismo exije un agudo sentido de equilibrio en volcadas que muchas veces paralizan el corazón de los espectadores, velocidad de reflejos para sortear imprevistos, precisión de violinista en la ejecución conciliatoria de embrague, freno y cambios sin perder regímenes de vueltas en el motor. Innovador como era adaptó un cuadro AJS a la potencia obtenida de su Norton y la cosa funcionó.

Perdió un Campeonato Argentino que legítimamente había sido suyo por una anomalía de intereses políticos de esas que enturbian el deporte al mezclarlo con las pasiones ideológicas. Solo una anécdota para memoriosos que las estadísticas generalmente no registran. La historia dirá que fue Sub-Campeón Argentino de 500cc.

El hombre como los pájaros da vigor a sus alas para acometer empresas difíciles.

Cuando las dos ruedas le quedaron chicas «Pepe» comenzó a madurar en su taller de la calle Italia(aquel que compartía con Daniel López) la artesanal construcción de un Limitada del 27. Pensado conforme a sus principios, no quedó detalle alguno pendiente en el imaginario tablero que Morán llevaba en su cabeza adelantado a los cibernéticos tiempos de computación y telemetría que hoy marcan nuestros días.

«Un mecánico que no sepa tornear dificilmente logre buenos resultados a la hora de experimentar- solía decir- uno sabe suficientemente bien lo que quiere y derivar esos trabajos a terceros implica resignar parte de la idea cosa que no es demasiado buena. Puro pensamiento de artesano que le dicen.

Partiendo de unos largueros de Wipper comenzó a darle forma a su coche. Tren delantero articulado, suspensión independiente tipo Chevrolet 47, sistema de dirección a sinfín. Utilizó un puente trasero rígido con diferencial de Ford A 1928. Eligió una caja de velocidades Fiat 525 de cuatro marchas y retroceso. El embrague especial de discos hidráulicos en las cuatro ruedas con campanas de freno Volpi de 35 centímetros de diámetro.

La carrocería fue totalmente trabajada en chapa de aluminio estudiando cuidadosamente la línea aerodinámica algo no tan común para la época.

Construyó Morán un Arbol de Levas realizado en acero al cromo níquel de cementación y un sistema de engranajes.
Con esa máquina obtuvo su primer victoria en la Limitada del 27 en Rio Tercero. Tras siete victorias acumuladas en 1958 llega finalmente el Campeonato Argentino y Morán le regala a su pueblo una inmensa alegría. Ernesto Vargas, Luis Piñeiro, Umberto Lorenzetti, Palín Araiz, Manuel Guerrero, José Altube, Hugo Varela y por supuesto Daniel López fueron entre muchos otros incansables colaboradores.

Con el debut de Meunier en el Turismo de Carretera y sus buenas perfomances el salto de Morán a la categoría máxima del automovlismo argentino fue tan solo un trámite que le significó volver a empezar. Antes de dejar los monopostos «Pepe» se le anduvo animando con mas talento que potencia a los intocables de la Fuerza Limitada en donde reinaban Sticoni, Enrico y San Martino entre otros. Les mojó la oreja, los toreó y les hizo sentir la impotencia de Goliat frente a David. Es que como categoría nacional que era, no obstante el rótulo de Fomento, la Limitada del 27 ya se había puesto los pantalones largos y sus cultores lo demostraban alternando con éxito en la Fuerza Limitada. Bastará recordar a Roux, Tortone, Sotro, Marquez, Tulio Caro para valorar el desafío.

Vale la pena aquí contar que vendido su Limitada del 27 Morán adquirió una Maserati con mecánica Chevrolet con tapa Wayne que descansó un largo tiempo en su taller porque no entraban las tapas Wayne al país. Cuando finalmente se consiguió, Morán trabajó en ese auto(que hoy descansa como reliquia en el Museo de Termas de Rio Hondo) inducido por su gran amigo Ramón Requejo para probar fortuna en la Fuerza Libre. El tema de su debut en la Fuerza Libre será tema de otra nota por la especial circunstancia que rodeó a aquel suceso. Morán salió de los últimos a clasificar y clavó el mejor registro. En medio de la algarabía del improvisado recinto de boxes un poderoso comprador ofreció pagar una cifra por demás importante a condición de que el coche se lo dieran en ese mismo momento. Ya tenía Pepe al T.C. en su cabeza y ante la jugosa oportunidad y sin dudar, volvieron a Rufino sin el auto y sin correr urdiendo planes para comenzar con la Cupé.

Aquel Chevrolet 39 blanco y amarillo al que Morán planchó el techo para restarle resistencia al viento, bajó su despegue del suelo y delineó con perfil inconfundible, se manifestó de movida como un verdadero pura sangre. A poco estuvo de ser debut y triunfo aquella primera aparición en Tres Arroyos. Planilleros y relatores no salían de su asombro al registrar los tiempos de aquel debutante con el número 36 en sus puertas. Es que la imperante conjunción mecánico-corredor dominante en el T.C. de aquellos años encontraba en José Morán a uno de sus máximos exponentes.

Tuvo Morán en el T.C. pese a su corta campaña actuaciones notable y la necesidad de llegar lo hizo mas de una vez conservador apremiado por las exigencias económicas.

Ya retirado de las carreras se volcó a la preparación. En principio alquilándole su Chevrolet al que por supuesto él alistaba al cordobés Oscar Cabalén y mas tarde asistiendo a Tarducci de Villa María.

Recibió en vida el reconocimiento de su pueblo de la mejor manera. Una calle de Rufino-la de su casa – lleva el nombre JOSE MORAN.

Por Anibal Martini

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Puro Arte Rufinense. Entrevista el escultor Daniel de Jesús. Mirá el video

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Por Oscar Bertolín. Entrevista al escultor Daniel de Jesús en el taller de calle San Juan.

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