18 de octubre de 1937 – 29 de abril de 1993

José María Plaza nació el 18 de octubre de 1937 en la localidad de Blaquier, provincia de Buenos Aires, a pocos kilómetros de la ciudad de Rufino. Desde muy pequeño se radicó en Rufino con sus padres, por lo que siempre se manifestó como rufinense por adopción.

Era soltero y vivía junto a su madre, en la calle José María Plaza 130 (ex-Caseros); nombre que en su homenaje en vida, le brindara la comunidad de Rufino, a través de su Honorable Concejo Deliberante y su Municipalidad en fecha 4 de octubre del año 1993. Tal reconocimiento comenzó con la Ordenanza N° 2035 que lo declaraba “Vecino Distinguido”, culminando con la Ordenanza 2072/92 que le da su nombre a dicha arteria.

José María Plaza se desempeñaba como obrero del riel desde el 29 de abril de 1957, y justo dejó este mundo, al momento de cumplir 36 años de ininterrumpido trabajo en el.

Fue, además, colaborador del diario NOTICIAS de la ciudad de Rufino y corresponsal del diario La Capital de Rosario.
Muere un 29 de abril del año 1993, alrededor de las 14 horas, y cuando nada hacía prever tal fatal desenlace.

Antecedentes Literarios

Premios Obtenidos

§ PRIMER PREMIO en el Festival Internacional de la canción (género folclórico) con la letra de su zamba “Nacimiento del Vino”, en la ciudad de Rosario. Año 1972.

§ Mención en el concurso “Plaza de los Poetas JOSE PEDRONI” (A Nivel Nacional) en la localidad de Acebal, con su soneto “Roque Nosetto”. Año 1972.

§ TERCER PREMIO en el Certamen Provincial de Poesía “Emilio Ortiz Gronet” organizado por la Asociación Mutual de Empleados Públicos, con su poema “Vigencia”. Año 1983.

§ SEGUNDA MENCIÓN en el Concurso Provincial de Poesía “Marcos Lenzoni” con el soneto “Palabras a mi esposa encinta” en la ciudad de Rosario. Año 1984.

§ PRIMER PREMIO en el Concurso Provincial de Poesía “Domingo Fontanarrosa, con un conjunto de cinco poemas titulados: José Pedroni, Provincia Mía, Viejo Arbol, Amigo de Infancia y Abuelo Agricultor. (Asociación Mutual de Empleados Públicos en al ciudad de Rosario. Año 1983.

§ PRIMER PREMIO en el concurso Nacional “Asociación Hernandiana Central”. Homenaje a José Hernández, organizado por el Museo Chacra de Pueyrredón, partido de General San Martín (Buenos Aires). Año 1985.

§ TERCER PREMIO en el Concurso Nacional de Poesía “Homenaje a Ceferino Namuncurá”, organizado por las Obras Benéficas del Colegio Salesiano “San José” en la ciudad de Rosario. Año 1986.

§ TERCER PREMIO en el Concurso Provincial del Soneto “José Antolini” organizado por la Asociación de Empleados Públicos en la ciudad de Rosario. Año 1987.

Distinciones

§ En octubre de 1990, es designado Miembro Benemérito de la Academia de Felgueiras (Portugal), con el Título Honorífico de Doctor en Letras.

§ El 20 de septiembre de 1991 en la Columbia University de Nueva York (Trachers College) tuvo lugar la presentación de la Antología Poética “Suma de Amor”, que integra a autores de América y Europa, en el cual José María Plaza ha sido incluido e invitado especialmente para dicha ceremonia académica.

§ El 20 de octubre de 1991, exactamente un mes después, “Ediciones Universal” lanza a la venta la obra del profesor Luis Mario, “Ciencias y Arte del Verso Castellano”, el cual consta de 506 páginas con ejemplos de poemas de todos los géneros, de autores universales de toda la época. En las páginas 128,129 y 335 del mencionado libro didáctico figura José María Plaza en “Reconocimiento a su destacada trayectoria poética”.

§ Está incluido hasta el presente en 20 Antologías Poéticas, provinciales, nacionales e internacionales.

Libros Publicados

§ Es autor de tres libros de poesía: “Mi Poemario”, “Territorio del Alba” y “Perfiles Humanos”.

§ Fue miembro correspondiente de la Academia del Lunfardo, Socio Correspondiente del Círculo de Poetas Lunfardos y Miembro del Círculo de Escritores del Litoral (C.E.L.).

§ Sus poemas son publicados en distintos órganos periodísticos del país y del exterior, habiendo incursionado también en el cancionero popular.

………………………………………….

Academia Porteña del Lunfardo

Comunicación Académica N°1.301

Palabras pronunciadas por el Académico de Número don José Gobello, en la sesión del 1° de mayo de 1993, para honrar la memoria de José María Plaza.

Señor Presidente
Durante la sesión del mes pasado puse en conocimiento de los señores Académicos que nuestro cofrade, el Académico Correspondiente en Rufino (Provincia de Santa Fe), don José María Plaza, había sido honrado por sus vecinos de un modo poco común; imponiendo su nombre a la calle sobre la que vivía, hasta entonces llamada Caseros.
La iniciativa del homenaje había partido de los estudiantes. Sin embargo, Plaza nunca ejerció la docencia, como no fuera con el ejemplo de su conducta. Era un modesto empleado ferroviario, subjefe de una estación. La noticia nos colmó de júbilo, porque quien honra a un miembro de la Academia está honrando a la Academia misma. Algunos señores Académicos tuvieron ocasión de conocer a Plaza, cuando nos visitó hace unos años, y se llevó, ufano, su diploma académico. Ellos recordarán su humildad, su bonhomía, cierta natural aptitud para el historicismo y, por sobre todo, un amor incandescente a la poesía.
Estos son los recuerdos que nos dejó porque, aunque en su carta del 8 de marzo me decía que cualquier día bajaría a Buenos Aires, ya no podrá hacerlo. Telefónicamente me informaron desde Rufino que el querido poeta murió el jueves 29 de abril y que la noticia de su muerte conmovió a la ciudad. también a mí me conmovió, profundamente, porque habíamos estrechado una amistad muy hermosa, anterior, muy anterior al 2 de setiembre de 1983, cuando, con Miguel Angel Lafuente lo propusimos para Académico Correspondiente.
Plaza se nos fue muy joven, a los cincuenta y cinco años, dejando una inmensa obra inédita, porque no vivió para nada que no fueran su madre y la poesía. Roberto Selles, en una bella nota que le dedicó en el periódico de nuestro colega Gaspar J. Astarita, reseñó su vida con acierto y simpatía. Allí puso su aval a los que yo había dicho de Plaza: que vivía en verso. Quiero decir que todo lo transformaba en poesía. Sin duda él estaba maravillosamente dotado para encontrar la gracia oculta bajo las cosas cotidianas, para descubrir, como Virgilio, las lágrimas de las cosas.
En 1981 prologué su libro “Territorio del Alba” y dije: “José María Plaza es un poeta a la antigua usanza, que no sólo conoce qué es un endecasílabo, qué es un soneto, qué es una décima, sino, además, sabe componerlos con buen lenguaje poético. Pero como es, a la vez, muy antiguo y muy moderno, puede cantar los temas más diversos, desde la conquista del desierto a Gardel, y tañe con la misma soltura la cuerda lírica y la épica, la anacreóntica y la elegíaca, tal como han hecho siempre los poetas que escriben para la vida y no para el libro y la plaquette”.
Puesto que en aquel poemario podían leerse algunos poemas sobre el tango, lo insté a cultivar la poesía lunfardesca, y no pasó mucho tiempo sin que me trajera un “Sonetario Lunfardo”, que aún permanece inédito: veinte composiciones que no sólo son lunfardescas por el vocabulario que en ellas se emplea, sino por los sentimientos que expresan. Permítase recordar uno de esos sonetos donde la precisión del verso no parece limitar el vuelo de la inspiración:

Sos para mí como lo fue la esquina
con la infancia del trompo y la gomera
y sos como una estrella arrabalera
que me deja en un charco su propina.

Sos cortada, perfume de glicina,
la Virgen de Pompeya milagrosa,
la foto de Gardel y la catrera
o el sol desmelenao de la matina.

Sos para mi pebeta, todo eso,
milonga y patio, berretín y beso,
y la luna tajeando el empedrado.

En fin, en mi existencia, paso a paso,
sos como el humo tentador del faso
cuando estoy en las noches inspirado.

Alternó, desde entonces, el castellano literario y el estilo lunfardesco con igual solvencia e idéntica soltura. Y logró, mediante una labor tenaz que para él no era labor, sino una fiesta, convertirse en el poeta de su pueblo, en la voz lírica de sus convecinos, en el cantor irreemplazable de la pequeña y oscura epopeya de los pueblos de provincia donde la patria es casi toda raíz, donde todo luce genuino. Pero no se quedó en eso, que por lo demás no había buscado. Plaza consiguió, como otro queridísimo colega nuestro, Anibal de Antón, en la ciudad de San Pedro, que el pueblo, sobre todo los jóvenes, tan solicitados por la superficialidad, reconocieran el paisaje exterior, y también el de su propia alma, en versos de imperfectible estructura métrica, musicales y cadenciosos, diáfanos y cristalinos, brotados, al modo de los de Hernández, como agua de manantial.
Me costará mucho amoldarme a la idea de que ya no recibiré las cartas cariñosas de José María Plaza, de que ya no me hará partícipe de sus éxitos y de sus expectativas. Fue un noble, leal y querido amigo. Fue un buen académico, que nunca nos olvidó. En el archivo están sus comunicaciones, que certifican lo que digo, y en el Libro de los Treinta Años aparecerán dos bellísimos sonetos que nos hizo llegar cuando se los requerimos. Creo, señor Presidente, que haber contado a José María Plaza entre nuestros correspondientes es, como ahora suele decirse, un lujo. Y pido a usted la amabilidad de invitar a los señores Académicos a permanecer un instante en pie en homenaje a este entrañable amigo que se nos ha ido de pronto y sin preaviso.
Buenos Aires, 1” de mayo de 1993
José Gobello
Académico de Número
Titular del sillón “Benigno B. Lugones”.

A siete años de su muerte

Los poetas pertenecen a esa clase especial de habitantes terrenales que conviven con utopías, se tutean con la fantasía y viven de la espiritualidad a contramano de la globalización. Desentendidos del materialismo, alejados de la mezquindad, vacunados contra la envidia y el rencor, potencializan la observación para volcar sus vivencias en versos capaces de pintar con igual intensidad el amor y la tragedia, la alegría y el dolor, la luminosidad del día y el silencio pasional de la noche.
José María Plaza era un poeta en serio, por formación y esencia. Capaz de abordar como pocos los catorce versos de un soneto respetando a ultranza los dos cuartetos y dos tercetos, la rima y la medida. Dueño de metáforas conmovedoras, amaba el lunfardo como una faceta más de su rica creatividad.
Sus versos viajaron con él, trascendieron los límites de Rufino amado, recorrieron los confines del mundo, ganando concursos, figurando en las principales antologías de poetas latinoamericanos, sumando distinciones y reconocimientos.
Hace siete años, un cálido mediodía de abril el corazón del poeta dejó de latir y la cachetada de la parca nos quitó a todos los rufinenses el placer y la alegría de compartir cotidianamente con un hombre noble, sensible, culto y con un especial sentido del humor.
En las honras fúnebres hubo sumatoria de sentimientos. Quizás hasta en exceso una estructura protocolar – muy lejana al pensamiento más profundo del poeta desaparecido- manejó la póstuma despedida.
El compromiso al reconocimiento suele diluirse con el tiempo y Plaza no fue una excepción a esta sociedad materialista y apurada que olvida con demasiada facilidad a los grandes de verdad entronizando cotidianamente reconocimientos vanos que desde la egolatría proyectan seudos-ídolos con pies de barro.

Aníbal Martini

………………………………………….

Alguno de sus poemas

Los Hijos del Hambre

La noche, envuelta en parpadeantes brillos,
robaba al cielo azul la luna llena,
y se oía la vieja cantinela
del romántico coro de los grillos…
Sediento de placer, con gran premura,
marchaba yo feliz en es instante,
hacia el hogar de una futura amante
para robar la flor de su ternura.

Como una negra y prolongada alfombra
recogía mi silbo la vereda,
y pintaba el pincel de la arboleda
en los muros, sus zócalos de sombra.
Mi ansiedad por llegar era infinita,
aunque presa de extraño desconcierto,
me sentí cual un joven inexperto
que acude presto a su primer cita.

Dejando muy atrás el caserío
divisé una morad muy pequeña,
donde sin duda su inconstante dueña
vendía el corazón a su albedrío.
Acudió a mi llamado, presurosa,
la mujer que daría a mis antojos,
el agua cristalina de sus ojos
y de sus labios la sangrante rosa.

Pero mudo quedé. Su triste gesto
dejaba traslucir mil sufrimientos,
cuando alzando dos niños macilentos
me dijo, «ya ve usted porque hago esto…»
No he conseguido ocupación alguna.
Voy bebiendo mi llanto sorbo a sorbo,
y son quienes me juzgan un estorbo
los mismos que al pudor llaman fortuna.

Noté como las sienes me latían,
y al ver tanta miseria en los rincones,
no pude contener los lagrimones
que mi pálido rostro humedecían.
Su mirada no fue ya de reproche;
y al tomar mi dinero, interrogante,
supo de que no habría tal amante…
Y me hundí en la espesura de la noche.

Por eso al regresar meditabundo
bullendo mis ideas en enjambre,
comprendí que el imperio vil del hambre
no puede reinar mucho sobre el mundo.

Y al hurgar distraído en mis bolsillos
me dije que el luchar vale la pena,
mientras daba su vieja cantinela
el romántico coro de los grillos…

Reflexión para un Primero de Mayo

Metáfora de luz sobre la historia,
prólogo en flor de la grandeza obrera;
palpitante raíz de vieja hoguera
que ha de encender el sol de la victoria.
Voz cuajada de pueblo cual ninguna
que a través de los años aún retumba,
pues la lucha no acaba ante una tumba
cuando ha de ser del porvenir la cuna.
Más allá de la muerte y de estrago
bordeando las aristas de la gloria,
retornan en el tiempo y la memoria
los mártires llorados de Chicago.
El pueblo está de pie cual un vestigio
arrancado de un mundo de leyenda,
para vengar la mortandad tremenda
que fuera escarnio del pasado siglo.
Es PRIMERO DE MAYO y eso basta
para que el verbo proletario estalle,
sin que la patria acongojada calle
con la vergüenza de una niña casta.
Un sendero radiante de esperanza
entre las brumas del presente aflora,
con el brillo triunfal con que la aurora
desparrama su luz en lontananza.
Los hermanos del llanto y de la pena
sabrán ganar su libertad a pulso.
¡Si el mundo estalla de valor convulso
nuestra clase no puede estar ajena!
Al contemplar de nuevo el calendario
rindo a tan magna fecha mi homenaje:
es ella portadora de un mensaje
¡ y el pueblo su mejor destinatario!

EL JUGUETE PERDIDO

Un barquito de papel
hizo Juancito de Nadie,
y lo botó en una charca
que está contigua a la calle.

El sol le tiñe de rubia
su cabellera azabache,
mientras su infancia florece
como una rosa en la tarde.

(Ay, Juancito de mi barrio,
chiquilín de todas partes,
cuando regreso a tu estrella
se vuelve niña mi sangre…)

La muerte se siente sola
y al ver la risa del aire,
bajo las ruedas de un coche
apaga el sueño del ángel!

Ya el barquito de papel
No tiene quién lo reclame,
Y en la solapa del sol
Prende su luto la tarde…

Extraído del libro “Territorio Del Alba”

Palabras a mi esposa encinta

Navega en tu mirada la dulzura
Y mis manos inquietas en su anhelo,
son dos palomas que tras corto vuelo
se desmayan de amor en tu cintura.

Ya tu vientre crecido, mies futura
ha puesto entre paréntesis el cielo,
y tiembla con su anuncio paralelo
tu racimo encendido de ternura.

Tal vez al darte en flor ¡dolor tan bello!,
Guardes la cadenita que a tu cuello
Cuelgas con un pequeño crucifijo……..

Y al conjugarse el sueño tuyo y mío,
tu llanto será un gajo de rocío
en el feliz amanecer del hijo.

Extraído del Libro “Perfiles Humanos”.
Segunda Mención en el concurso Provincial de Poesía “Marcos Lenzoni”, de la ciudad de Rosario. Año 1984.

Mi apellido

Una astilla de sangre me bautizó el origen
desde los ancestrales sueños de mis abuelos,
ya era yo en sus arterias antes de ser yo mismo
y ellos vaticinaron mi voz en sus cenizas…..

Esta remota herencia de cinco letras nuevas,
lleva un cáliz de trinos cortejando a la aurora,
florecidos rosales, vitalicias palomas,
y blancas mariposas sobre la piel del día.

Junto a ella fue creciendo mi ramoso apellido
Que habla de risas gratis soles con hamacas…

Qué feliz me hace un niño que en su página en blanco
Desconoce el fantasma de las guerras y el odio,
Y se ensucia de infancia la ropa y las rodillas
Mientras la calle goza su cosquilla de pájaros.

Pero es que a veces duele llamarse de este modo
Cuando otros ven marchitas sus nobles esperanzas.
Un apellido alegre para un mundo tan triste,
Es algo, francamente, que entristece a cualquiera…

Por eso le sacudo la modorra al silencio
Y me alisto en las filas meridianas del canto.

Extraído del libro “Perfiles Humanos”

……………………………………………………………………………………………………..

Recopilación de material para Rufinoweb: Miguel Barucco.
Fuente: Material de archivo diario NOTICIAS de Rufino– Publicaciones de José María Plaza.
Agradecimientos: al Semanario NOTICIAS de Rufino.
31 de julio de 2002