(1901 – 1957)

En 1927 llega a la ciudad de Rufino.
Cursó sus estudios universitarios en la Facultad de Medicina de Rosario, perteneciente a la Universidad del Litoral, donde obtiene el título de Médico. Durante el período estudiantil milita en la política universitaria en el grupo de estudiantes reformistas por su inclinación a sus ideales democráticos.

El 29 de octubre de 1928 contrae enlace con Elisa Zufia. Fruto de ese matrimonio nace su hija Raquel.
Tenía su consultorio particular en su casa situada en la calle Carballeira N°165 (antiguamente calle San Luis).
En el año 1938, en forma conjunta con los médicos Diez Dorneau y Alen Vieyra hacen construir el Sanatorio Modelo; inaugurándolo en el año 1939, construcción muy importante para su época por los elementos modernista que poseía.
La profesión de médico clínico y gran cirujano, la practicó con gran vocación, amor, perseverancia y marcado desinterés para con las personas de escasos recursos que recurrían a él. Fue considerado uno de los que mejores de Latinoamérica.
Cumplió una labor inmensa, como médico y Jefe de Servicio, en la reconstrucción del Hospital Salas Cobo. Esto lo llevó a ser nombrado Director del Hospital.

Cargo que durante el período peronista le fue quitado, para luego, otorgárselo nuevamente durante el período de la revolución libertadora.

Fundó en el mencionado Hospital la escuela de Enfermería.
Políticamente abrazó la bandera de la democracia y la libertad, perteneció al partido Demócrata Progresista; llegando a ser Intendente de la ciudad de Rufino en los años 1932/1933, durante los dos primeros años del Dr. Luciano Molinas como gobernador de la provincia de Santa Fe.

Su actuación fue de progreso para Rufino. Proyectó el estudio del Matadero Municipal, compró camiones regadores, creó la olla popular para ayuda a los necesitados, le dio a la Municipalidad una estructura moderna y progresista.
Dentro de su partido, por su clara visión y luchador de sus ideales, llegó a ser elegido Diputado Nacional Constituyente para el 28 de julio de 1957, cargo que no pudo asumir por su repentina muerte.

Paralelamente a su vida de médico y político, alternó en diversas instituciones locales. Fue socio fundador del Club Social, y por su carácter organizativo, fue Director del Colegio Nacional de Enseñanza Secundaria e Interventor del Hospital Ferroviario. Además fue Médico Ad Honorem en la Escuela Nacional N°6031.

Como escritor realizó ensayos periodísticos, colaborando en los periódicos locales: Nuevo Heraldo, Noticias, El Imparcial y El Pueblo.

Su personalidad de hombre vigoroso, pujante, su clara inteligencia, su lenguaje corriente denotaba su vasta cultura, posibilitándole esto un lugar importante como orador, crítico, polemista y centro de conversaciones.

Como todo hombre culto amó la belleza en sus múltiples formas, quería a los niños, amaba a las flores y a los pájaros. El día de su muerte centenares de pájaros cuidados por él fueron soltados de sus jaulas.

Falleció el día 29 de mayo de 1957 a las 07:00 horas; debido a una enfermedad incurable.
Sus oradores y amigos en la partida final concluyen que se perdió a un hombre “muy humano” de ideas y principios firmes, en definitiva un hombre de bien.

Anécdotas sobre el Dr. Wenceslao Vega Guerra narradas por sus amigos

· Quería a los animales profundamente. Tenía tres perros: Moro, Tofira y Teide, nombre de los tres cerros de su isla de nacimiento.
· Nunca prendía un cigarrillo. Si estaba en el Club, golpeaba las manos y un mozo se acercaba y lo encendía. Si se encontraba en el Sanatorio lo hacía una enfermera.
· Tenía un palco permanente en el Club Matienzo, era Médico del equipo de fútbol.
· Nunca sus amigos conocieron los motivos de porqué llegó a América, solamente lo sabía Antonio Martín.
· Era arrogante con los arrogantes y humilde con los humildes.
· Cuando el Dr. Vega Guerra llegó a Rufino tomó un coche de alquiler cuyo propietario y conductor al interpretar el destino que le señalaba el ocupante lo corroboraba con esta expresión: “ah, si fulano de tal, vine en tal parte”. Al Doctor le resultó familiar esta forma de hablar y le preguntó al cochero: “ ¿Dígame Usted es de las Islas Canarias?” – “Efectivamente, le contestó el conductor y me llamo Juan Ventura, como mi padre”. El Doctor sorprendido dijo: “Mire Usted que pequeño es el mundo. Allá en las Islas, su señor padre, era el chofer del mío y muchas veces montaba yo también en el coche. Pero si me parece que su padre se hubiese extendido en el hijo para esperarme en Rufino”.
· Poseía centenares de pájaros, a los que cuidaba personalmente. Un día antes de morir -sabía de su enfermedad- pidió que soltaran a todos los pájaros.
· Una hermana de caridad del Hospital que había trabajado junto a Vega Guerra fue trasladada a una de las provincias más importantes de España. En el Hospital a que fue asignada se carecía de remedios para cancerosos. Así es que apeló al entonces Gobernador quien inmediatamente dispuso proveer al Hospital de todo lo que necesitaba y personalmente brindó afecto a los pacientes. Un día conversando con la hermana, esta le comentó que su actitud le hacía recordar a un Médico conocido en Argentina, sobre todo por su generosidad. Entonces el Gobernador le preguntó el nombre del Médico. Al responderle la hermana, al Gobernador se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo: “Es mi hermano…. hace años que no lo veo”.
· Conoció a su esposa cuando tuvo un accidente en Rosario, donde su mejor amigo falleció. Cuando llega al Hospital, Elisa Zufia estaba cuidando un enfermo y allí se conocieron. La novia de su amigo se dedicó a la vida religiosa y estuvo un tiempo trabajando en el Hospital de Rufino.

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El Pueblo. Rufino, jueves 25 de enero de 1934.

Renunció el Intendente
Las versiones circundantes e insistentes de estos últimos días sobre la renuncia del Intendente Dr. Vega Guerra, se confirmaron el lunes 22 del pasado, debido a la situación planteada en las filas del partido gobernante y que culminaron con la renuncia de varios legisladores Nacionales, Provinciales y Municipales por causas y hechos que son bien notorios dentro del ambiente de nuestra provincia.
Se aleja de la Intendencia el Dr. Vega Guerra con la satisfacción del deber cumplido, máxime en los momentos actuales porque atravesamos; la época más difícil quizás del presente siglo en el orden económico dejando la administración, al día, prueba evidente de su capacidad administrativa y de su entereza moral equilatada en lo que vale por quienes como nosotros hemos seguido de cerca su actuación al frente de la referida administración municipal de la cual se aleja.
No bien conocida por nosotros la sensacional noticia oficial nos apersonamos al Dr. Vega quien después de confirmarnos su decisión nos manifestó que ella se debía a causas que son de dominio público teniendo frases de elogio para el personal de su repartición como así también para el Concejo Deliberante por la eficaz colaboración que le fue prestada por dicho cuerpo a pesar de las divergencias políticas dentro de los miembros del cuerpo popular deliberativo.

Santa Fe
Fue rechazada la renuncia del Intendente de Rufino
Rufino (Santa Fe), Enero 13. El Intendente Municipal, doctor Wenceslao Vega Guerra, presentó días pasados su renuncia, pero el gobernador doctor Molina no sólo la rechazó, sino que en una conceptuosa carta le ratificó su confianza.

Sobre la muerte de Lisandro de la Torre

Rufino, 6 de enero de 1939
Señor Correligionario:
Motivos circunstanciales me impiden concurrir a la reunión que VD. Ha resuelto realizar en su casa el día de hoy. Pero tratándose de rendir homenaje, al más grande argentino contemporáneo, puede VD. contar con mi modesta, pero decidida e incondicional adhesión.
Ante las cenizas del Doctor Lisandro de la Torre, se inclina ya la República entera.

Yo por mi parte, no veo en ésta trágica desaparición, mas que nada, la última lección del luchador bravío, el marco que faltaba para encuadrar la austeridad de toda su vida, consagrada a la suprema aspiración del bienestar de la República.
El humilde homenaje que le dediquemos, no será más que el anticipo, del que comienza a otorgarle la historia
Déme Vd. por presente
Le saluda muy atte.
Wenceslao Vega Guerra.

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La muerte del Dr. Vega Guerra

Semanario NOTICIAS del 6 de junio de 1957

En un ambiente de tensa emoción pública se realizaron las exequias del Dr. W. Vega Guerra

Apenas cundida la noticia del fallecimiento del Dr. Vega Guerra, con explicable pesar y a tono con la vigorosa y descollante personalidad del extinto, que en su larga actuación en nuestro medio se proyectó en todos los ambientes, una caravana interminable de público y una afluencia extraordinaria de ofrendas florales colmaron prácticamente la casa mortuoria. Se vio así desfilar amigos, representantes destacados de los partidos políticos, entre ellos el Dr. José N. Antelo, Barraco Mármol, Aleta Da Silva y otros expresamente llegados desde Rosario, autoridades, instituciones médicas, educacionales, benéficas, sociales, culturales, gremiales, deportivas, etc.
Montaban guardia de honor alrededor del féretro estudiantes y personal de la Escuela de Enfermeras. Durante todas las horas del velatorio se sucedió el desfile emocionado de todos los que, de alguna manera, querían testimoniar el dolor que ha producido tan irreparable pérdida.
Desde mucho antes de la hora fijada para la inhumación de los restos, en las veredas y en las calles se había congregado silenciosamente extraordinaria cantidad de público, eran las quince horas aproximadamente, cuando se inició la marcha del cortejo fúnebre, encabezada la columna por los que fueron sus más dilectos amigos. Lentamente, silenciosamente, desdibujada por la fina llovizna de un día gris, se fue desplazando el cortejo hasta llegar hasta la sede del Club Social, donde tras detenerse breves instantes reinició la marcha hasta el Sanatorio Modelo, lugar donde el extinto ejercía sus actividades y al que le consagró lo mejor de sí mismo. Fue entonces cuando la emoción alcanzó su más alta tensión y la congoja adquirió relieves dramáticos. Con el mismo ritmo llegó más tarde al Hospital Salas Cobo, del que era su Director, y allí se renovaron otra vez con la misma intensidad las expresiones de pesar.
Ya en la necrópolis una compacta multitud rodeó al féretro que en ese momento iba a recibir su definitiva sepultura. Enseguida y en medio de un angustioso silencio, se iniciaron los discursos de despedida.

El estado espiritual de la población de Rufino, vivió durante la semana anterior, horas interminables de angustia y aflicción y ya en las primeras horas del día 29 el dolor invadía a todos los sectores. Las últimas esperanzas alimentadas por los humildes, los amigos, la sociedad toda, se desvanecían, un ser querido, Wenceslao Vega Guerra, había muerto. Tenía 55 años de edad.
Lágrimas y sollozos exteriorizaron el dolor.
Así vivió Rufino, porque el pueblo estaba de duelo hasta el siguiente día en que una muchedumbre va a darle el último adiós.
Seis lustros había convivido con nosotros este hombre de extraordinarias aptitudes. Durante este largo lapso realizó obra profícua encomiable. Perdurable será este dolor colectivo que su muerte despierta y que a medida que avance el tiempo, el vacío que deja entre nosotros, este gran médico –amigo dilecto- noble y talentoso ser, lo notaremos más intenso.
“Noticias” que enriqueció sus columnas con bellos artículos de su pluma, hace un paréntesis para dar desahogo a su dolor, ante preciosa existencia que se extingue.

Diario La Razón. Capital Federal, 4 de junio de 1957

Murió el Médico Apóstol: El Doctor W. Vega Guerra
El pasado miércoles 29 falleció en la ciudad de Rufino, el doctor Wenceslao Vega Guerra, a los 56 años de edad. Médico graduado en la Facultad de Medicina de Rosario a los 26 años, ejerció desde aquella fecha la profesión como quien ejerce un apostolado.
Tuvo el doctor Vega Guerra con los enfermos esa relación extremadamente solidaria, que, para definirla de algún modo, podría llamársela paternal. No solo no fue avaro de su sabiduría, sino que tampoco escatimó ningún sacrificio para dar aliento cuando lo necesitaron. Ya por lo dicho puede comprenderse que se ha perdido con su muerte a un universitario excepcional.
La ciudadanía perdió, al mismo tiempo, a un hombre cuya conducta sirvió de ejemplo a quienes conocieron su vida. Fue el extinto un hombre de pasión civil, que unió a las responsabilidades de su apostolado médico, las de militante de una fe que él encontró en las filas del partido Demócrata Progresista. Ello le llevó a ser concejal municipal e interventor del Colegio Nacional a fines de 1956. Era asimismo director del Hospital Salas Cobo. En su sepelio hicieron uso de la palabra: por el cuerpo médico el Doctor Diez Dourneau; por los amigos, el Ingeniero Panzarini; por el personal del Colegio Nacional la señora Zabala de Cutro, por la Junta Provincial al señor Aleta Salas y por el Comité Central del partido Demócrata Progresista el doctor José M. Antelo. El acto constituyó una expresiva demostración de pesar a la que se sumó el pueblo de Rufino.

Dr. Wenceslao Vega Guerra
El reloj fatal de la vida en su curso a veces tan inoportuno nos señaló un 29 de mayo de 1957 con agujas que se elevaban en nuestros pechos la partida de un hombre poco común y de un amigo insustituible. El Dr. Wenceslao Vega Guerra.
Era una noche lluviosa y con piedras que martillaban nuestra fibras; nuestro querido amigo hizo abrir la puerta de su dormitorio y con la mano sobre el rostro cansado, pero no vencido por el miedo que acosa a los simples, contemplaba esa oscuridad implacable en actitud serena, firme, de pie. Claro que sí, ¡De pie frente a la muerte como estuvo siempre de pie frente a la vida! Jamás nos decepcionó. ¡Cómo nos iba a decepcionar en la suprema prueba!.
Nosotros con el tiempo hemos llegado a la conclusión de que él como médico no se engañaba con respecto a su enfermedad, pero ….!cosa rara! Nos engañaba a todos para que no hubiera en las conversaciones la menor sombra de dolor o de trágicos presentimientos. ¡Qué filósofo, qué valiente y qué sabio! El Dr. Vega adquirió en la vida mucha sabiduría. Qué bien encaja en su personalidad el gran pensamiento de Epicteto: tan difícil es para los ricos adquirir la sabiduría como para los sabios adquirir la riqueza. El no supo de fortunas. No quería terminar millonario. Quería terminar sin millones, pero comenzar a vivir todos los días. Y el resultado de sus principios está bien a la vista: ya vive más allá de la muerte.
Su automóvil aceitunado sigue circulando por nuestra calles con su apuesta figura. Tan pronto llega a un Club, como a un bar, ora a una casa de las mas humildes, luego a la de más categoría. Siempre igual: amenísimo en cada sector, profundo en los distintos lugares, humano en todas partes. Hay un poco de él en cada persona, y un poco de cada persona en él. Alrededor de la mesa donde está sentado se observa su rostro encendido por el gusto de la conversación; nada se quema; todo se ilumina. Es por eso que nada se extingue. Sabe elaborar una chispa sabe romper las apatías. ¡Y qué bien sabe graduar el calor para que todo termine con una temperatura ideal!. La virtud está anidada en el Dr. Vega. Pero no esa virtud excesiva que a veces la resiente. (la virtud no consiste en abstenerse del vicio, sino en superarlo). El tiene el centro de la virtud que a nosotros nos interesa: fortaleza espiritual, hondo ritmo y natural; en su ventaja, cesión de armas para equilibrar el lance; indiferencia ante el propio sufrimiento; vuelco total ante el padecer de los demás.
Es una rara fusión de sangres españolas. Tiene algo de Quijote y mucho del Cid Campeador. Del Quijote, ese deseo de liberar y de ser libre; ese “desfacer entuertos”; ese andar sin meta, pero con un destino; el desinterés, ese sentimiento por sus hermanos; la elevada fantasía, un poco de sana bohemia; esa sensibilidad ante sus pájaros y ante sus perros, que tenían nombres de los viejos lugares de las pequeñas pero grandes Islas Canarias, que lo vieron nacer. Del Cid, esa lealtad sin dobleces; esa valentía hasta la temeridad; esa decidida defensa de la justicia; esa fuente o ese espejo de caballero.
Tiene, diríamos, el clima de sus Islas natales. Siempre primaveral, florido, perfumado, renaciente, optimista; capaz de transformar las tardes grises en tardes luminosas.
Siempre vive en Rufino, ni licencias se toma. Le agrada todo; no se aburre. Sabe hacer de un pueblo, un Madrid, un Buenos Aires, un París. ¡Qué suerte y qué privilegio tenerte entre nosotros! ¡Cuánto agradecimiento a esas brisas que empujaron tu barca hacia estos lares!
Tiene un andar distinto y una voz diferente. Cuando entra a alguna parte parece que llegaran ….cien personas. Así es de grave su paso y así su vigorosa personalidad. Pero no lastima el suelo, mas bien pareciera que lo revive. Su voz es rectora, no por el grito con que quieren hacerse entender los zafios, sino por los conceptos que ese metal acrisolado distribuye. Es una voz que no suena. Repercute.
El no quiere ser padre de los pobres; antes desea comprenderlos. Ahí está el Hospital Salas Cobo como una verdadera caja de resonancias. Ahí están los tugurios desguarnecidos; ahí está la maternidad y ahí está el Sanatorio Modelo. En todos lados es igual; un bálsamo, una esencia, un hombre.
En el Colegio Nacional es un señor Rector; en la calle es un señor amigo y con sus pacientes un verdadero señor. Y en sus convicciones políticas un señor de la línea recta.
Estimados lectores y llegando hasta aquí queremos que nos perdonen por el yerro que hemos cometido al principio. En efecto, hemos hablado de muerte y eso no es verdad. Queríamos decir, transición. Esto es, pasar de una forma de vivir a otra. El Dr. Vega Guerra no ha hecho nada más que cambiar de forma de vivir. Son esas cosas que tiene él. Vamos a ver que novedades no trae. Esperémoslo conversando, por ahora, con su presencia espiritual tanto retorne de estas merecidas vacaciones que se ha tomado.
LOS NUCLEOS

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Su último escrito
Realizado en la cama días antes de su muerte

El ocaso de las tiranías
En su lapso de tiempo relativamente breve, han desaparecido del escenario del continente americano tres déspotas que después de suprimir y ahogar la voz del pueblo, escrita con sangre y sacrificios en las magníficas constituciones americanas, han recurrido al fraude, a la prepotencia, la demagogia y el providencialismo representando durante décadas el gobierno de los intereses personales, de la especulación y el discrecionalismo político.
Las últimas noticias llegadas desde Bogotá, anuncian la caída y la salida del país del dictador de Colombia Gustavo Rojas Pinilla. Ha correspondido, una vez más a la juventud universitaria, sin que ellos signifique menoscabo para las demás fuerzas que en apretada conjunción participaron del movimiento, el papel preponderante en el estallido, que determinó la caída del déspota, en momentos en que se disponía a asegurar la continuidad del usufructo de sus poderes dictatoriales, con el voto de una asamblea de hombre débiles y consecuentes.
La sangre derramada por esa juventud idealista y patriota, ha sellado esta etapa de la historia de Colombia y América. Esperemos que el gran sacrificio fructifique y que la República hermana reconstruya sobre tan preciadas bases sus instituciones y encuentre el camino de su destino.
El slogan tan conocido en boca de los hombres fuertes de que “ha llegado la hora de los pueblos” se cumple inexorablemente, no para otorgar la suma del poder público, sino para restituir al pueblo el libre diálogo que esclarece el pensamiento y el derecho a elegir los más capaces para la ciencia de gobernar y los más virtuosos para ejercitarla.
En las postrimerías de la Revolución Francesa, el 19 de Brumario, cuando los granaderos al mando de Murat disolvieron el Consejo de los Quinientos destituyendo al Directorio y Napoleón que había sido recibido al grito de “¡Abajo el dictador!”, “¡Cuidado con él!”, se erigió en Cónsul de la República, el propio Siagés su copartícipe, con Ducos, en el Triunvirato, pronunció su célebre frase “Tenemos un amo que lo sabe todo, lo puede todo y que lo quiere todo”.
Los hombres libres del mundo tienen fe, precisamente porque ha llegado la hora de los pueblos, en que el gobierno de la naciones no se apoye en bases tan frágiles u efímeras en que el gobierno de las naciones sea ejercitado por hombres que comiencen por suscitar los sentimientos, aspiraciones y necesidades del pueblo, interpretar con sabiduría sus leyes y ejecutarlas con virtuosa intención.

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La calle que lleva su nombre

Intendencia
Departamento Ejecutivo
Rufino
Ordenanza N°841

VISTO: la necesidad de una calle que una las rutas 7 y 33, y que por otra parte permita la circulación por detrás del Parque Balneario Municipal, y
CONSIDERANDO: Que existe en el espíritu de los integrantes del Honorable Concejo Deliberante, rendir un justiciero homenaje, perpetuando la memoria del extinto Dr. Wenceslao Vega Guerra, por su humanitaria acción al frente del municipio en épocas anteriores, designar una calles que lleve su nombre,
Por ello,
El HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE DE LA CIUDAD DE RUFINO, sanciona la siguiente
ORDENANZA

ART. 1°) Desígnase al tramo de calle innominado que corre de norte a sur, paralelamente en medio de las calles José Ingenieros y José Hernández y en su prolongación en ambas direcciones, con el nombre de WENCESLAO VEGA GUERRA.-
ART. 2°) Los gastos necesarios para el cumplimiento de la presente Ordenanza, serán tomados de RENTAS GENERALES.-
ART.3°) Comuníquese, publíquese y dése al R. O. Municipal.
SALA DE SESIONES, 1° de Diciembre de 1959.-
Miguel Donato Cabrera – Secretario.
Adolfo B. Torta – Presidente H. Concejo Deliberante.

Intendencia, 7 de Diciembre de 1959.
Por recibida en la fecha, promúlgase, cúmplase y dése al Registro Oficial Municipal.
Juan José Azcurra – Secretario.
Alberto A. Guggia – Intendente Municipal.

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En un emotivo homenaje fueron trasladados sus restos a Buenos Aires.
Hace unas de este 19 de agosto de 1967 el ataúd que guarda los restos del Dr. Wenceslao Vega Guerra quedó un rato en la luz del cementerio local con motivo de su traslado a Buenos Aires.
Un silencio quebrado de dolor se aferraba al féretro, mientras un cúmulo de recuerdos rondaba a la imagen querida. El Colegio Nacional, el Intendente Municipal, el Club Social, el Hospital Salas Cobo, profesores, núcleos de amigos y profesionales circundaban el momento triste de la despedida. El señor Antonio Martín, en nombre de los presentes y de todo el pueblo de Rufino, memoró la señera figura del extraordinario médico y hombre público.
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Realización: Miguel Angel Barucco.
Fuente: Biografía. Investigación Dr. Wenceslao Vega Guerra. 29 de mayo de 1992.
Material: Museo y Archivo Histórico Municipal de Rufino.
Agradecimientos: Al Sr. Oscar González encargado del Museo y Archivo Histórico Municipal de Rufino.

27 de septiembre de 2002