El forward que integró la generación dorada de Duendes y hoy juega profesionalmente en Francia, analiza el rugby argentino, el Mundial de Inglaterra y los atentados en París.
“Empecé a jugar creo que a los 5 ó 6 años, en Los Pampas de Rufino”, responde del otro lado del teléfono el oriundo de esa localidad del oeste santafesino, y argumenta: “Mi viejo jugaba al rugby, mi hermano Juane también, y vivíamos en un barrio (Civelli, por la empresa constructora que lo edificó) en el que la mayoría de los pibes juegan al rugby, y en una ciudad que tiene la particularidad de que el rugby se practica en las escuelas, en los colegios secundarios, y por lo tanto es muy popular”. Tanto que “en el medio de la pista de atletismo del Parque Municipal, hay una cancha de rugby”, según se encarga de remarcar José Basso desde la luminosa y ahora en alerta París. “Como es chiquita y tiene muchos espacios verdes tuve la oportunidad de practicar muchos deportes –agrega–, jugué al fútbol, al básquet mucho tiempo, hice tenis, andaba a caballo; pero a los 15, como se me hacía difícil seguir con varios a la vez, tuve que decidirme por uno y no lo dudé: el rugby, sobre todo por mis amigos”.
Creer en Duendes
Como la mayoría de sus coterráneos, Basso eligió a Rosario para seguir sus estudios una vez finalizados los secundarios. “Con Los Pampas, en aquella época, no participábamos de ninguna liga y los únicos partidos que disputábamos eran amistosos y muy pocos por año”, rememora este fanático del deporte de los tackles y los scrums, y agrega: “Uno de los clubes con los que jugábamos era Duendes por lo que cuando llegué acá ya tenía varios amigos en ese club y fue –te diría– por decantación que terminé jugando ahí”.
José se refiere a la legendaria institución de barrio Las Delicias que en la última década se alzó con una cantidad de títulos impresionantes y que en 2009 logró conquistar el Torneo Regional del Litoral, el del Interior y el Nacional de Clubes, hazaña conocida como “La triple corona”. Para explicar ese fenómeno, Basso remarca que “en primer lugar es un club sólo de rugby y hockey”, en el que “prácticamente no existe otra actividad social y por lo tanto estás ahí para jugar al rugby, y eso se vive, se mama y es impresionante la energía que da”, y concluye: “Y se dio una conjunción de distintos factores que influyeron para que surja esta generación: el buen laburo que venía haciendo el club en divisiones inferiores y juveniles, excelentes entrenadores que supieron unir el grupo y marcar objetivos en común y jugadores que llegaron de otros clubes y aportaron lo suyo también. Se formó un grupo con muchas ganas de hacer las cosas bien, y en serio, y ansias de ganar, y que además puso al club como prioridad dejando de lado cosas a nivel personal para apostar a ese objetivo colectivo. Eso hizo que se logren cosas importantes, y por supuesto todos los que tuvimos la suerte de participar de esa etapa nos sentimos muy orgullosos”.
Saltar el charco
Después de 10 temporadas en Duendes, en los que se conquistaron 12 títulos sumando los del Interior, Litoral y Nacional, y de haber disputado varias finales con el seleccionado rosarino, “en las que nos faltó sólo lograr algún campeonato”, José decidió que era tiempo de emigrar. “A los 28 años sentí que era el momento para vivir esa experiencia porque sino no lo iba a hacer nunca más”, asegura el ex octavo del Verdinegro, y tras aclarar que “más allá de que me encantaba jugar en Duendes y que me hacía muy feliz, quería buscar ese crecimiento deportivo y cultural, por lo que me empecé a contactar con gente que ya estaba en Europa. Y cuando me salió la posibilidad de ir a jugar a Florencia, de conocer un país como Italia y particularmente esa ciudad que además de ser muy linda está llena de cultura y de historia, me fui sin dudar”.
Tras una buena temporada en el Cavalesto Rugby, el inquieto rufinense volvió a ir en busca de nuevos horizontes. “Yo me quería seguir moviendo y justo un amigo me comentó que estaban buscando un jugador en mi puesto en París, me contacté con el entrenador, nos pusimos rápidamente de acuerdo y me vine casi sin darme cuenta”, dice Basso, y cierra: “La verdad que estoy muy contento de jugar acá”.
París, los atentados y después
Claro que no todas fueron rosas durante la estadía en tierras galas para el rugbier que vive y entrena muy cerca de varios de los sitios en los que ocurrieron los atentados que ensombrecieron a la ciudad luz en noviembre pasado. “Estábamos entrenando en el club, el Saint Denis, que está muy cerca del Stade de France, pero no nos enteramos de nada –recuerda apesadumbrado–. Cuando llegamos a nuestras casas empezamos a recibir un montón de mensajes preguntando cómo estábamos y no entendíamos nada hasta que prendimos la tele y vimos lo que estaba pasando”.
Lo que estaba ocurriendo era uno de los peores ataques que sufrió el país galo desde la segunda Guerra Mundial y que terminó arrojando un lamentable saldo de más de 120 muertos y decenas de heridos. “La verdad que la pasamos mal, hubo muchas muertes y eso es muy triste para cualquier sociedad. Los días posteriores fueron muy duros, no había nadie en la calle y la ciudad apareció mucho más militarizada”, recuerda Basso, y confiesa: “La gente hasta el día de hoy sigue en alerta y con miedo. Aunque con el correr de los días se fue normalizando la vida y la gente trata de hacer como que no pasa nada, se nota la tensión que existe, se respira. Igualmente soy de la idea de que no se puede vivir con miedo o pensando todo el tiempo que algo va a pasar. Si algo va a pasar, pasará, y será un garrón terrible como lo fueron esos atentados, pero mientras trataremos de vivir con alegría. No queda otra”.
Volver y devolver
Al ser consultado sobre su futuro, Basso asegura que “por ahora estoy muy cómodo y feliz acá”, y que “más allá de los atentados, París es una ciudad muy atractiva y tiene de todo”, así que “mientras pueda jugar profesionalmente lo voy a seguir haciendo, tratando de aprovechar al máximo aprendiendo y conociendo todo lo que puedo”. Y remarca: “Después, mi idea es obviamente volver a mi país y me gustaría jugar un tiempo en los Pampas, porque es un club que me dio muchísimo y al que le he dado muy poco. Y en Duendes también, por supuesto. Y cuando llegue la hora de colgar los botines, de alguna forma siempre voy a estar ligado a este deporte porque el rugby ha sido y seguirá siendo algo muy importante en mi vida”.
Foto: 365Rugby.
Juego bonito
El tercera línea del Saint Denis francés, que se autodefine como un hincha furioso del rugby argentino, traza diferencias entre los estilos que se practican a uno y otro lado del océano Atlántico. “En Argentina estamos como en una búsqueda distinta, un juego mucho más dinámico, con jugadores que desempeñan funciones variadas. En cambio, en Europa son mucho más estructurados, las carreras son más rectas”, explica José, y ejemplifica: “Para ponerlo en términos futboleros: el estilo europeo es como el catenaccio italiano, y el que se juega en nuestro país busca parecerse al Barcelona, al Bayern Munich, es decir, un juego más integral, con mucha posesión de pelota y siempre intentando atacar. El europeo es más físico, más directo, pero por momentos se vuelve aburrido y se convierten muchos menos puntos”.
En cuanto al nivel observado en la última Copa del Mundo del deporte de la ovalada, se explaya: “La mayoría de los partidos los vimos con los dos argentinos que viven conmigo, y algunos con mi tía y primos que están acá, y la verdad que estuvo buenísimo. Lo que hizo Argentina fue fantástico, no sólo por haber quedado entre los cuatro mejores equipos del mundo sino por la forma en que se jugó, con un rugby integral, donde todos participan y siempre se ataca, con un juego ambicioso y donde los errores se cometen por tanto intentar. Desde el punto de vista filosófico y hasta estético del rugby fue espectacular. Y el campeón terminó siendo el equipo que más desarrollado tiene ese sistema, que es Nueva Zelanda, todos jugadores con mucha destreza, que físicamente están muy bien, que lo simple lo hacen a la perfección, y que buscan ir para adelante y jugar lindo. Y la gente se divierte y lo disfruta mucho. Y eso los Pumas lo están buscando y lo están empezando a lograr, por lo que los hinchas del rugby argentino estamos muy contentos por lo hecho en Inglaterra”.
Fuente: Por Santiago Garat – El Eslabón.