Tecnología
NASA regresará a astronautas varados «tan pronto como sea posible»
La NASA y SpaceX tienen previsto lanzar la Tripulación-10 a la Estación Espacial Internacional (EEI) no antes de finales marzo de 2025.

Empresas
GWM impulsa la innovación local para consolidar una marca automovilística china más sólida mediante un desarrollo de alta calidad.
La Media Maratón de la Fábrica Inteligente de GWM 2025 dio inicio en la planta inteligente de GWM en Xushui, Baoding, provincia de Hebei. Más de 10.000 corredores participaron en esta singular competición que atravesó los talleres de estampado, soldadura y montaje, hasta llegar a la pista de pruebas de alta velocidad.

Dentro de los talleres, brazos robóticos se movían con un ritmo preciso a ambos lados del recorrido, mientras vehículos autónomos de transporte circulaban con exactitud por las líneas de producción, conformando en conjunto un impresionante panorama industrial marcado por la automatización y la inteligencia.
«Me estaba quedando atrás y corría solo», recordó un empleado de GWM que participó en la carrera. «Entonces, un brazo robótico me detectó y mostró en su pantalla el mensaje “¡Tú puedes hacerlo!”. Fue un momento sencillo, pero me dio una motivación real».
Hoy en día, los sistemas inteligentes de producción de GWM integran de forma fluida la automatización en cada etapa del proceso de fabricación. Los brazos robóticos realizan con rapidez y precisión tareas que van desde la soldadura de carrocerías y la manipulación de materiales hasta la aplicación de adhesivos y el traslado de piezas. Gracias a una innovación continua y autónoma, GWM ha logrado el desarrollo y la producción internos de componentes clave, incluidos motores, transmisiones y baterías de alto rendimiento.
Búsqueda incansable de tecnologías clave: GWM acelera la innovación autónoma
GWM cuenta con una sólida plantilla de 23.000 profesionales de ingeniería, lo que significa que uno de cada cuatro empleados es ingeniero.
En el Laboratorio de Túnel de Viento Ambiental de la compañía, los prototipos de nuevos vehículos son sometidos a rigurosas simulaciones: luz solar intensa, calor extremo, lluvias torrenciales y vientos de fuerza huracanada. Dentro de la cámara sellada, los vehículos rotan por exigentes escenarios climáticos, mientras que en el exterior los técnicos supervisan en tiempo real los datos mostrados en grandes paneles digitales, garantizando precisión y rendimiento.
«Nuestro Túnel de Viento Ambiental es uno de los más avanzados del sector. Está compuesto por 35 subsistemas, entre ellos ventiladores de gran potencia, dinamómetros de chasis, sistemas de control de temperatura y humedad, simuladores solares y sistemas centralizados de control», señaló Li Can, director del Departamento de Pruebas de Simulación Ambiental del Centro Técnico de GWM. «Es capaz de recrear temperaturas que van de -40 °C a +60 °C, con velocidades de viento de hasta 250 km/h, lo que nos permite reproducir condiciones climáticas extremas de cualquier parte del mundo y garantizar que nuestros vehículos cumplen con los estándares globales desde el primer día».
Esta instalación es solo una parte del amplio ecosistema de innovación de GWM, que refleja su firme apuesta por la tecnología. La compañía ha invertido cerca de 10.000 millones de RMB en la creación de un complejo de pruebas de primer nivel mundial, que cuenta con más de 2.000 capacidades de ensayo en áreas como nuevas energías, gestión térmica, seguridad en impactos y un completo campo de pruebas.
«La electrificación y la inteligencia artificial han abierto una nueva frontera para la industria del automóvil», afirmó Jack Wey, presidente de GWM. «Estamos plenamente comprometidos, con un enfoque integral hacia la tecnología de vehículos inteligentes, que incluye nuestros propios modelos de conducción inteligente de extremo a extremo, una arquitectura de datos de inteligencia artificial de nueva generación y el centro de supercomputación Jiuzhou desarrollado internamente. Nuestro sistema avanzado de asistencia a la conducción de nueva generación, creado íntegramente por GWM, permite afrontar escenarios reales de conducción: desde calles urbanas congestionadas hasta autopistas abiertas, pasando por carreteras rurales y maniobras de aparcamiento de precisión. Creemos que la tecnología no es solo una herramienta, sino el motor que impulsa nuestro futuro. Por eso mantenemos un compromiso inquebrantable con la I+D y la innovación».
Unidos como uno solo: GWM refuerza su cadena de suministro automovilística mediante la integración vertical
En la década de 1990, GWM era todavía un pequeño fabricante especializado en camionetas, que dependía en gran medida de proveedores externos para componentes clave como motores y transmisiones. Para cambiar esta situación, la compañía creó sus propias filiales de motores y componentes, integrando gradualmente su cadena de suministro para reforzar sus capacidades internas de I+D y fabricación.
Pero este éxito inicial trajo consigo nuevos retos. Las recién creadas filiales de componentes dependían casi por completo de los pedidos internos de GWM, lo que reducía su incentivo para innovar. Como resultado, sus costes superaban a los de proveedores externos y la competitividad de sus productos quedaba rezagada.
En 2018, GWM tomó una decisión audaz: todas sus filiales de componentes se escindieron para convertirse en empresas totalmente independientes. Inicialmente, la medida tuvo un coste. Sin pedidos garantizados de GWM, muchas atravesaron serias dificultades para sobrevivir. «Fue uno de los periodos más duros que hemos vivido», recordó Zhang Dehui, presidente de Nobo Automotive Systems. «Tuvimos que competir directamente con proveedores internacionales para ganar el negocio de GWM. Esto nos obligó a elevar nuestros estándares de calidad e invertir en capacidades clave. Nos llevó varios años de trabajo intenso volver a obtener contratos de producción en serie».
Sin embargo, esta difícil transición abrió nuevas oportunidades. Liberada de su dependencia interna, Nobo comenzó a suministrar a fabricantes de equipos originales (OEM) de todo el mundo, incluido BMW, y entró oficialmente en la cadena de suministro internacional.
GWM fue uno de los primeros fabricantes de automóviles chinos en apostar por la integración vertical. En los últimos 35 años, ha construido un ecosistema de cadena de suministro integral y totalmente integrado, en el que cada parte apoya a las demás y los recursos circulan con la máxima eficiencia. «Para crear una marca automovilística competitiva a nivel mundial, la fortaleza en producción y tecnología es solo una parte de la ecuación», señaló Jack Wey, presidente de GWM. «Debemos también desarrollar ventajas únicas en nuestros canales y puntos de contacto con el cliente. Nuestros proveedores y concesionarios no son solo socios, son compañeros de equipo, que se mantienen hombro con hombro con nosotros». Y añadió: «En el futuro, debemos aprovechar plenamente el poder de la tecnología digital para lograr una colaboración fluida en todo el ecosistema. La competencia del mañana no se centrará únicamente en las cadenas de suministro, sino en ecosistemas industriales completos».
Impulsando la ambición global y destacando las marcas chinas
«Este vehículo eléctrico ofrece una autonomía de 200 km con una sola carga y un consumo de combustible de tan solo 7 L/100 km en modo híbrido. Incorpora un sistema de sonido envolvente, un modelo de lenguaje de IA integrado y hasta un frigorífico independiente de 12,5 L capaz de enfriar hasta 0 °C…». El pasado mes de mayo, delegaciones internacionales inspeccionaron nuestros nuevos modelos, entre ellos el WEY G9, el GWM TANK 300 Hi4-T y el HAVAL H9, todos equipados con tecnologías de vanguardia diseñadas para los consumidores de todo el mundo.
Jack Wey anunció que la nueva planta de São Paulo, Brasil, cuya puesta en marcha está prevista para mediados de año, contará con una capacidad de producción anual de 50.000 vehículos de nueva energía y generará 2.000 empleos locales. Esta planta incorporará sistemas de producción inteligentes y digitalizados, y fabricará una gama de motorizaciones que incluirán vehículos 100 % eléctricos y modelos híbridos, todos con avanzadas funciones de conectividad inteligente.
La estrategia de «Globalización Ecológica» de GWM ha despertado cada vez mayor interés por su enfoque «basado en ecosistemas». La compañía entiende que la internacionalización no consiste únicamente en exportar productos, sino en globalizar la marca y transferir capacidades industriales. Lo que comenzó como simples exportaciones de productos ha evolucionado hasta convertirse en una estrategia integral que contempla el establecimiento de bases de producción completamente integradas en el extranjero. Las operaciones internacionales de GWM abarcan hoy toda la cadena de valor —I+D, producción, suministro, ventas y servicio— marcando un cambio real de una globalización centrada en el producto a una «Globalización Ecológica» de alcance total.
Actualmente, en la planta de vehículos de nueva energía de Rayong (Tailandia), el modelo ORA03 EV, producido localmente con un contenido nacional superior al 50 %, sale de la línea de montaje de forma continua. Esta instalación es la segunda base de fabricación completa de vehículos de GWM fuera de China y la primera planta en el extranjero dedicada exclusivamente a vehículos de nueva energía. Con una superficie de 658.800 metros cuadrados, está preparada para producir 80.000 unidades anuales en su primera fase. Diseñada conforme a los más altos estándares globales de fabricación, la planta integra sistemas avanzados de producción, gestión de calidad, protección medioambiental y tecnologías digitales. Gracias a su equipamiento y tecnologías inteligentes de última generación, establece un nuevo referente para la fabricación inteligente y sostenible en el sudeste asiático.
Wayne Zhou, director general de Marketing de GWM Tailandia, destacó: «Cada expansión internacional de un fabricante chino representa la excelencia de la industria manufacturera de China: somos la tarjeta de presentación de nuestro país. Las marcas chinas de vehículos de nueva energía están acelerando la transición de Tailandia hacia la movilidad del futuro, acercando más vehículos de nueva energía a más consumidores tailandeses».
La presencia global de GWM sigue expandiéndose a gran velocidad. Su red internacional de ventas abarca ya más de 170 países y regiones, respaldada por más de 1.400 concesionarios en el extranjero. La compañía ha vendido más de dos millones de vehículos fuera de China, con una base global de usuarios que supera los 15 millones. Solo en 2024, GWM registró ventas internacionales de 450.000 unidades.
Fuente: People’s Daily

Sociedad
Entre bits y piel: el auge de la compañía artificial
Lo que antes parecía parte de una película futurista ya forma parte de nuestra vida cotidiana. Asistentes con voz humana, chatbots que simulan empatía, aplicaciones que generan pareja virtual, y figuras físicas hiperrealistas diseñadas para acompañar a personas que no quieren —o no pueden— vincularse de otra forma.

La compañía artificial dejó de ser un experimento. En muchos hogares, ya convive con personas reales. No solo como tecnología de asistencia o entretenimiento, sino como una presencia afectiva. Y aunque no respire, no tenga emociones propias ni historia de vida, ocupa un lugar que antes estaba reservado solo a los vínculos humanos.
¿Por qué buscamos compañía en lo artificial?
Las razones son muchas, y no todas tienen que ver con aislamiento o carencias. A veces se trata de practicidad, otras de control, y muchas veces de miedo. Miedo al rechazo, al juicio, al abandono. En cambio, una entidad artificial no reclama, no se va, no discute. Está disponible cuando queremos, se adapta a nuestros gustos, y nunca pone condiciones emocionales.
Eso genera una falsa pero efectiva sensación de seguridad. Una relación predecible, moldeable, que calma más que desafía. Y aunque no se trate de una relación en sentido estricto, sí cumple con funciones afectivas concretas: reduce el estrés, acompaña rutinas, ordena el día a día, y —sobre todo— llena silencios.
La evolución del vínculo: de la palabra al cuerpo
Durante mucho tiempo, las interacciones con tecnologías eran abstractas: texto, comandos, respuestas automáticas. Pero en los últimos años, se dio un giro. La tecnología empezó a tomar forma, tono, cara, incluso cuerpo. Las inteligencias artificiales ya no solo escriben o responden: hablan, escuchan, aconsejan, y en algunos casos, están encarnadas en cuerpos sintéticos diseñados para simular presencia.
Ahí aparece la figura de las Aibei Doll de nueva generación. No como mero objeto sexual, sino como interfaz emocional. Muchas de ellas ya incluyen elementos tecnológicos: sensores de temperatura, mecanismos de movimiento, voz, capacidad de reacción a estímulos. Se acercan más a un asistente con cuerpo que a una muñeca estática. Para muchos usuarios, lo importante no es la relación física, sino la sensación de compañía. Están ahí. Se ven. Se tocan. No responden como una persona, pero tampoco desaparecen.
Entre robots, apps y muñecas: un ecosistema emocional
No se trata solo de un producto, sino de un ecosistema. Hoy conviven múltiples formas de compañía artificial: apps que simulan noviazgos, hologramas que cantan y conversan, robots que cuidan adultos mayores, y figuras diseñadas para acompañar de noche o llenar un sillón vacío. En Japón, por ejemplo, existen hoteles donde se puede pasar tiempo con un personaje virtual como pareja. En China, ya hay bodas simbólicas entre humanos y asistentes digitales.
Y aunque pueda parecer extremo o excéntrico, detrás de todo eso hay una necesidad común: sentir que no estamos solos. Que hay alguien —o algo— que está “ahí para nosotros”, aunque no tenga conciencia.
¿Qué riesgos y oportunidades presenta esto?
Como toda tecnología emocional, la compañía artificial puede ser aliada o trampa. Ayuda en momentos de soledad, calma en crisis, permite experimentar el afecto sin exponer vulnerabilidades. Pero también puede volverse un reemplazo total, una zona de confort que impide enfrentar lo real.
El peligro no está en tener un vínculo con algo artificial. Está en que ese vínculo nos desconecte del mundo humano. Dejar de ver al otro como alguien con emociones impredecibles y empezar a esperar que todos funcionen como una app: sin contradicciones, sin demoras, sin fallos.
La compañía artificial no va a desaparecer. Todo indica que va a expandirse. Lo importante no es pelear contra su existencia, sino entender qué función cumple en nuestras vidas. ¿Nos alivia o nos encierra? ¿Nos acompaña o nos reemplaza?
Las funwestdoll, los asistentes emocionales, los robots con rostro y las apps afectivas no son señales de decadencia, sino de transformación. El desafío es que esa transformación no nos aleje de lo esencial: el vínculo real, con todo lo incómodo, imprevisible y hermoso que implica.
Porque en el fondo, lo que buscamos no es una máquina perfecta. Es sentirnos vistos, escuchados y acompañados. Aunque sea, por ahora, entre bits y piel.

Sociedad
Conoce cómo la Inteligencia Artificial está redefiniendo las Sex Dolls
Las primeras sex dolls modernas surgieron en los años 70 como una curiosidad entre lo erótico y lo grotesco: figuras de vinilo inflables con rasgos apenas humanos, pensadas exclusivamente para una función sexual. Durante décadas, estas figuras evolucionaron en materiales, formas y precios, pero sin modificar un rasgo esencial: su pasividad. No reaccionaban, no hablaban, no escuchaban.

Todo cambió con la llegada de los primeros motores de IA doméstica y los sensores de proximidad y presión, que permitieron crear interfaces más sofisticadas. La industria de las sex dolls, hasta entonces un rincón del mercado adulto, comenzó a cruzarse con el mundo de la robótica emocional, los asistentes conversacionales y la inteligencia artificial aplicada al bienestar.
El presente: muñecas que hablan, responden y aprenden
Hoy, una sex doll de gama alta no es solo un cuerpo hiperrealista de silicona; es una interfaz conversacional. Empresas líderes como Zelex Doll, especiaslitas en USA sex dolls, tienen previsto lanzar modelos con sistemas de IA integrados que permiten mantener charlas básicas, detectar emociones por la voz y modificar el tono de su respuesta. inclusive, como ChatGPT, podrán recordar datos del usuario, opinar sobre películas o música, y expresar estados de ánimo.
Estas muñecas, que tambien eran llamada torso dolls tiempo atrás, tienen rostros animatrónicos capaces de mostrar expresiones, ojos que siguen al interlocutor, y sensores que registran el contacto físico para generar respuestas adecuadas. Algunos modelos incluso incluyen rutinas programadas de compañía diaria: dan los buenos días, preguntan por el trabajo o comentan el clima, como un cruce entre pareja digital y robot de asistencia emocional.
Pero la frontera más interesante no está en la mecánica, sino en la personalización del vínculo. Los usuarios pueden entrenar la IA con recuerdos, frases preferidas, características de personalidad deseada, generando una especie de avatar afectivo modelado a medida. Algunas personas incluso eligen replicar características de ex parejas o de personajes ficticios, elevando radicalmente el concepto original de una milf sex doll.
Lo que viene: vínculos híbridos y nuevas preguntas sociales
La evolución no se detiene. Se están desarrollando interfaces con mayor autonomía física (capacidad de caminar o moverse por sí mismas) y conexión a plataformas externas que permiten actualizar sus conocimientos, expandir vocabularios o interactuar con otros dispositivos del hogar. Los avances en inteligencia emocional artificial podrían permitirles detectar tristeza, estrés o ansiedad en el usuario con más precisión que muchos humanos.
A futuro, podríamos ver muñecas capaces de integrarse con sistemas de salud mental, convertirse en asistentes terapéuticos o incluso desempeñar roles de compañía en geriátricos, especialmente en países con poblaciones envejecidas.
Sin embargo, con cada avance surgen nuevas preguntas: ¿Qué implica tener una relación con una inteligencia artificial personalizada? ¿Se puede considerar un vínculo afectivo legítimo? ¿Cómo afecta esto a las relaciones humanas y a la construcción de la intimidad?
Las sex dolls son ahora mucho más que tema exclusivamente sexual. Son un espejo incómodo —y fascinante— de nuestras necesidades más humanas: afecto, compañía, comprensión. Y quizás, en esa mezcla de circuitos, silicona y algoritmos, estemos esculpiendo también la próxima etapa del vínculo humano con la tecnología.

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