Evangelio Según San Juan, capítulo 8:
1 Jesús fue al monte de los Olivos.
2 Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a el. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
3 Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
4 dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
5 Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?».
6 Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
7 Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra».
8 E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
9 Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
10 e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?».
11 Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
La Doctrina Social de la Iglesia es el servicio concreto que la Iglesia quiere brindar al Bien Común de la Sociedad. Basada en los valores del Evangelio y el Derecho Natural, nos permite iluminar y hacer aportes positivos para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Es por ello, que en primer lugar queremos compartir el mensaje dado por los Obispos Argentinos en Marzo pasado, en ocasión de las elecciones a realizarse en este año 2015.
Título: “Las elecciones, exigencias de compromiso ciudadano”
Recorreremos algunas ideas fundamentales.
Invitamos a los candidatos que intervengan en las campañas electorales para que ofrezcan sus propuestas, sin incurrir en agresiones. Que se traten con respeto y cordialidad por cuanto no son enemigos, sino adversarios circunstanciales que puedan continuar dialogando y trabajando juntos para el bien común, al día siguiente de la elección. No pedimos un imposible.
Puede ayudar a ese objetivo que algunas de esas políticas hayan sido previamente acordadas entre quienes se postulan a los cargos públicos. Pensamos en algunos objetivos que deberían ser compartidos por todos, como: la superación de la marginación y la pobreza extrema; la desnutrición infantil; la generación de fuentes de trabajo; el respeto de los derechos humanos y la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural; el fortalecimiento de una educación inclusiva y de calidad; la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas; la disminución de la inflación que impide el crecimiento y erosiona gravemente los ingresos de los más pobres; la transparencia en la administración pública y la lucha contra toda forma de corrupción.
La elección de gobernantes, en los poderes ejecutivos y legislativos de todos los niveles, no debe ser el resultado del “marketing”. Queremos exhortar a los ciudadanos a un ejercicio de elección responsable, donde se evalúe a los candidatos no por su imagen mediática sino:
– por la honestidad e integridad de las personas, tomando en cuenta su trayectoria, los valores vividos y no solamente declamados. La Argentina ha conocido gobernantes que no usaron la función pública como una ocasión para su enriquecimiento personal o el beneficio de sus amigos, sino como un verdadero servicio, aún a costa de su propio patrimonio.
– por la capacidad y la idoneidad para la función.
– por las propuestas y las ideas.
– por la voluntad y capacidad de diálogo.
Estamos en vísperas del Bicentenario de la Independencia. Los aniversarios importantes, como éste, son ocasión para mirar hacia atrás el camino recorrido: ¿qué hemos hecho los argentinos con nuestro país? Y también mirar con esperanza hacia el futuro: ¿de qué debemos liberarnos aún, qué cadenas nos atan todavía impidiéndonos ser mejores como pueblo? ¿Qué lugar ocupamos y qué lugar queremos ocupar, como Nación independiente y soberana, en el contexto internacional? ¿Qué relaciones deseamos cultivar a nivel regional y latinoamericano en el contexto de la Patria Grande? ¿Qué podemos ofrecer al mundo para que nuestro país sea un lugar más semejante a lo que Dios sueña para la humanidad?
En segundo lugar, queremos iluminar nuestro presente en Rufino, traspasado por el dolor y la indignación ante el homicidio de Chiara.
Quedamos perplejos ante tan injusta agresión, desprecio por la vida y frialdad para ocultar un hecho tan aberrante. Confiamos en la Justicia Divina y en la Humana también, a quién tenemos que dejar actuar y colaborar para que la verdad de los hechos salga a la luz y de manera ejemplar se pueda hacer Justicia.
Todo lo vivido nos ha dejado tristes y con muchas preguntas. Es una ocasión para que todos reflexiones sobre nuestro modo de vivir y cómo la violencia se ha instalado como algo habitual.
La violencia física, pero también la violencia verbal.
Pedimos Justicia….colaboramos con la Justicia…comentamos lo que hace la Justicia…pero no como JUECES.
Nos dice Jesús en el Evangelio: “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.”
Nos dice la Carta de Santiago: “Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena. Ahora bien, si tú condenas la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino juez de la misma.
Y no hay más que un solo legislador y juez, aquel que tiene el poder de salvar o de condenar. ¿Quién eres tú para condenar al prójimo?”
En estos días en las redes sociales hemos contemplado que alta es la violencia verbal y con que rapidez nos convertimos en jueces de los demás. Nos escandalizamos por la gran cantidad de personal Policial para una Audiencia en el Juzgado: ¿nos escandalizamos por la incitación a la violencia que previa a dicha audiencia se volcaba en nuestro medio ambiente? Que luz importante nos hecha la Palabra para serenar nuestros espíritus y evitar esta tentación.
Por ello los invito a todos a reflexionar sobre la HUMILDAD. Necesitamos todos un baño de humildad.
Leímos el Evangelio de la mujer sorprendida en pecado que merecía la muerte, Jesús les dirá a sus acusadores: “el que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. Y a la mujer, “yo no te condeno, vete y no peques más”. Muchas veces tiramos piedras y no vemos nuestro propio pecado, somos jueces implacables de nuestros hermanos…
Humildad, humildad, humildad. En realidad esos hombres se retiran y dejan caer sus piedras al suelo, por que eran ellos mismos quienes pecaban con esa mujer.
Jesús nos dice: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Que importante que como el Señor seamos sencillos de corazón: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.”
Pidamos la gracia de ser mansos y humildes, y que todas nuestras palabras busquen el Bien y la Verdad, por que nos enseña el mismo Jesús:
“Porque la boca habla de la abundancia del corazón.
El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad; y el hombre malo saca cosas malas de su tesoro de maldad.
Pero les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.
La Humildad es la Verdad dice santa Teresa. De nuestros dones y de nuestras miserias. Jesús es el modelo de Humildad, El que siendo Dios no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por una multitud. Por eso también nos dice: “Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
Nos decía la primera lectura de hoy: “Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes. No presuman de sabios.
No devuelvan a nadie mal por mal. Procuren hacer el bien delante de todos los hombres.
En cuanto dependa de ustedes, traten de vivir en paz con todos.
Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor.”
Nos dice la Primera Carta de Pedro: “vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes.
«El que ama la vida y desea gozar de días felices, guarde su lengua del mal y sus labios de palabras mentirosas”.
Que la virtud de la Humildad nos ayude a todos a ver con claridad que cosas hemos dejado de hacer o hemos hecho mal, para vivir en un clima de tanta violencia.
Busquemos con sinceridad la sencillez de corazón y la mansedumbre.
Pidamos Justicia, colaboremos con la Justicia, pero todo desde un corazón en Paz y evitando ser jueces que anticipamos nuestras condenas.
Por que: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra».