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Fuerte baja de la producción de lácteos por las inundaciones

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Calculan una caída de 20% en la cuenca lechera de Córdoba y Santa Fe, la principal del país; advierten que podrían subir los precios al consumidor

En abril pasado la cuenca lechera de Córdoba-Santa Fe padeció una grave inundación. Foto: LA NACION / Diego Lima

CORDOBA. Por las inundaciones en la zona tambera -sudeste de Córdoba y Santa Fe- ingresa a la industria láctea hasta un 40% menos de leche. Fuera del área crítica, la merma es de entre 10 % y 15%. En ese marco, la producción de lácteos cae una media del 20% y la perspectiva es de nuevos aumentos de precios -hasta 20%- y un recorte de los excedentes exportables.

Desde la Asociación de Pymes Lácteas (Apymel), Javier Baudino indicó a LA NACION que a la baja estacional por el calor habitual entre diciembre y abril se sumó una caída en la entrega de los tambos por las inundaciones. «Esta baja se da sobre otra del 10% del año pasado, efecto de los anegamientos de marzo y abril. Por regione, los datos son diferentes; hay zonas que atraviesan una crisis aguda».

«Ramolac», empresa instalada en Ramona (Santa Fe), registra una baja del 30% en la recepción de leche. Raúl Peiretti, responsable de la producción primaria, explicó que pasaron de procesar 240.000 litros diarios a 180.000: «No se puede entrar a los campos; algunos sacan la leche con tractores y tanques pero, cuando pueden, retiran las vacas».

La industria se provee de leche en un radio de 100 kilómetros de su ubicación, en especial en la cuenca lechera de San Francisco. «Lácteos Aurora», ubicada sobre la ruta 70 en Santa Fe, recibe el 50 % menos de leche; de procesar 30.000 litros diarios pasaron a 14.000.

«Las empresas más grandes tienen puntos de recolección de leche más alejados y la caída no es tan abrupta para ellos», dijo Javier Mondino, dueño de la firma. «Las complicaciones seguirán porque esta es una época de baja y se agregan los anegamientos, haciendo todo más difícil», añadió.

Desde Manfrey indicaron que todavía no se pueden determinar los efectos reales sobre toda la cadena de las inundaciones; los problemas de recolección de leche continúan porque «no hay caminos, la falta de infraestructura es grave».

La empresa recibe el 20% menos de leche que en igual período del año pasado. Aunque admiten que hay recortes puntuales en las entregas de las industrias, subrayan que «no habrá una afectación grave porque «el país tiene un excedente exportable de 30%; se recortarán exportaciones».

La láctea «Los Pinos» (La Playosa, Córdoba) la pasó peor el año pasado, con las inundaciones de abril. Su propietario, Adrián Cordero, apuntó que nunca pudieron volver a las buenas épocas de 25.000 litros diarios; están en 12.000.

«Hay menos recepción de leche, pero también menos demanda con lo que respondemos con el stock -agregó-. En esta área las lluvias de diciembre se llevaron todo lo sembrado y el daño de caminos fue sobre lo que ya estaba destruido, que es el 60%».

Varios factores

Deesde el clúster de la industria láctea de Villa María, Angel Barrenechea describió que este es el tercer año con complicaciones derivadas de las lluvias y el ascenso de napas: «La industria tiene serios problemas; los costos fijos por litro suben y la sostenibilidad se hace difícil». Ratificó que en la zona la recepción cayó entre 20% y 40%.

Alejandro Leveratto, presidente de la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec), sostuvo ante LA NACION que además de las inundaciones hay una «cuestión integral» que complica la salida de la crisis. «Con mayor rentabilidad habría más contratos asociativos de productores para mover los animales a campos no inundables», dijo.

«No perderíamos vacas ni producción, pero sino gano con las propias no quiero ordeñar las de otro. Es estructural el inconveniente», agregó, e insistió en que habrá algunas situaciones de escasez de productos y subas de precios.

Los expertos estiman que para la viabilidad de una industria la relación empleado/litros de leche debería oscilar entre 1300/1500 a uno. Hoy son pocas las empresas que alcanzan ese ratio, lo que sumado a la baja de producción e ingresos y al mantenimiento de los costos fijos plantea una situación «muy desfavorable».

Respecto de la dinámica de precios, Baudino señaló que el año pasado con la caída «descomunal» de la producción (alrededor de 30%) hubo un pico de alza del 40%, «pero después bajaron». Añadió que en un año el valor de la leche se duplicó por lo que se puede esperar incrementos de entre 15% y 20%.

Fuente: lanacion.com.ar

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De la mano de una gran cosecha, la molienda de girasol es la más alta de los últimos 13 años

Este año seguramente será recordado por la cadena girasolera. Luego de una gran campaña del cultivo, se está llevando adelante una excelente molienda de granos.

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La campaña agrícola del girasol quedará registrado como un excelente periodo, gracias a su expansión a zonas que hacía tiempo no veían girasol, como algunas de la zona núcleo, habituada a ver sojas o maíces.

Hace solo semanas, la campaña 2024/25 terminó con un récord histórico de 4,7 millones de toneladas, una cifra 30,6% superior a la del ciclo pasado, gracias al avance tecnológico que viene registrando el cultivo en muchas zonas no tradicionales.

El avance del girasol en las zonas no convencionales, como la zona núcleo pampeana, Cuenca del Salado, Córdoba y San Luis fue lo que permitió lograr el récord de producción.

A este buen pasar del cultivo, lo está acompañando un buen desempeño industrial. Según datos oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, solo en mayo la molienda oleaginosa llegó a 466.378 toneladas, récord histórico que no se veía al menos desde 2012, según los datos del analista y ex secretario de mercados agropecuarios Javier Preciado Patiño, puesto que los datos oficiales llegan hasta 2015.

A su vez, si se toma el período enero-mayo, también el récord de molienda no se registra desde hace 13 años, llegando en el actual período a un total de 1.744.743 toneladas, con Buenos Aires y Santa Fe a la cabeza del ranking productivo.

Este buen pasar industrializador del girasol llega en un momento en que el mercado está demandante de aceite, con India como principal comprador. La buena producción, la demanda y el período de baja de retenciones, hicieron que los primeros cinco meses de año confirmen en la industria lo que se vio a campo durante la campaña.

En cuanto al potencial del girasol, esta buena campaña podría transformarse en un piso productivo y no un techo. Según un estudio interinstitucional realizado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), el INTA, ASAGIR y otras entidades, se determinó que la diferencia entre lo cosechado y lo que se podría obtener, es decir la brecha de rendimiento, oscila entre el 34% y el 40% a nivel país. Es decir que sus rendimientos están curiosamente lejos de su potencial.

En esta campaña, muchos productores, impulsados por las condiciones climáticas (el girasol es más tolerante a la sequía), y sanitarias post chicharrita del maíz, dieron paso a una mayor superficie en el núcleo agrícola principal, con especial sorpresa en Córdoba.

“En la última campaña los aumentos en la superficie sembrada rondaron el 10% del total de hectáreas abarcadas por la Regional”, asegura Franco Bardeggia, Asistente Técnico de la Regional Aapresid Los Surgentes-Inriville, y atribuye el incremento a que el cultivo se posicionó como alternativa en ambientes de menor productividad para maíz o soja, o en lotes puntuales de costa de ríos o que estuvieron mucho tiempo anegados.

Fuente: Bichos de Campo

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El Campo

La receta de Brasil para transformar su agricultura frente al cambio climático

Estamos viviendo una revolución silenciosa”. Con esa frase, Alessandro Cruvinel, director del Ministerio de Agricultura de Brasil, sintetizó el proceso de transformación que impulsa el país desde el sector agropecuario. La expresión resume una estrategia que busca enfrentar el cambio climático a partir de la articulación entre ciencia, políticas públicas y el sector privado.

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En un contexto global marcado por la creciente presión ambiental y nuevas exigencias comerciales, referentes del ámbito público, privado y científico debatieron sobre el rol de la agricultura como parte de la solución. Durante la sesión inaugural del panel “Construyendo resiliencia climática a través de la agricultura sostenible”, en el World Agri-Tech South América, se destacaron herramientas clave como los bioinsumos, la digitalización del agro y la investigación genética aplicada a cultivos más resilientes. LA NACION participó de este evento en un viaje organizado por BASF.

 “Ya existen tecnologías disponibles, pero necesitamos una estrategia”, advirtió. Como ejemplo citó el programa de biocombustibles y propuso replicar ese modelo en otras cadenas productivas. Entre las políticas que ya están en marcha mencionó “Agro Brasil + Sustentable”, una plataforma gratuita para que los productores puedan demostrar prácticas sostenibles ante mercados que exigen trazabilidad y certificación libre de deforestación. También destacó Mapa Conecta, una red digital y territorial que vincula inversores, universidades, empresas, gobiernos subnacionales y startups en torno a la innovación agrícola.

Desde Embrapa, la empresa pública de investigación agropecuaria, su directora ejecutiva, Ana Euler, explicó que la tecnología de fijación biológica de nitrógeno —un tipo de bioinsumo— ya se aplica en más de 46 millones de hectáreas de soja y maíz. Esta innovación permitió a los productores brasileños ahorrar 24.800 millones de reales (unos 4700 millones de dólares) y evitar la emisión de 78 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente.

 “Estamos guiando la investigación hacia nuevas especies, más allá de las leguminosas, como los pastos, que son fundamentales para la producción de leche y carne”, señaló Euler. Agregó que Embrapa tiene más de 10.000 tecnologías listas para ser transferidas y cuenta con 43 unidades de investigación en todo el país, algunas con alcance nacional y otras con foco territorial.

La ejecutiva destacó, además, el trabajo en genómica aplicada para desarrollar cultivos más adaptados al cambio climático, y anticipó el lanzamiento de seis nuevos bioinsumos este año, en alianza con el sector público. También remarcó el impulso a la digitalización del agro y el trabajo con pequeños y medianos productores, que representan dos tercios de los establecimientos rurales en Brasil.

“Hoy, una de las principales barreras para escalar nuestras tecnologías es la falta de asistencia técnica”, reconoció Euler. Por eso, uno de los focos actuales de la entidad es la transformación e inclusión digital, con herramientas de trazabilidad, comercio electrónico y agricultura de precisión.

Situación

Otro ejemplo que mencionó fue una experiencia en zonas semiáridas, donde se desarrolló un sistema de gestión eficiente del agua que luego se convirtió en política pública. Ya fue adoptado por más de 1000 familias rurales y les permitió mantener su actividad productiva en contextos de sequía.

Embrapa tiene más de 10.000 tecnologías listas para ser transferidas y cuenta con 43 unidades de investigación en todo el país, algunas con alcance nacional y otras con foco territorial

Desde el sector privado, Silvia Dávila, presidenta de Danone para América Latina, puso el foco en la urgencia de actuar en forma coordinada. “La agricultura lo cambia todo”, sostuvo y agregó: “Si se hace bien, puede ser parte fundamental de la solución a los desafíos climáticos y sociales que enfrentamos”.

Dávila advirtió que los sistemas alimentarios están bajo presión y que no hay más tiempo para discusiones aisladas. “La única forma de avanzar es construir un ecosistema fuerte que incluya a gobiernos, empresas, productores y consumidores, con reglas claras, incentivos correctos y compromiso ambiental”, expresó.

También remarcó que la sostenibilidad no es una opción, sino una necesidad, especialmente en el uso del agua y la energía. “Necesitamos innovar, pero también necesitamos claridad regulatoria y acceso al financiamiento”, dijo. En ese sentido valoró el rol de las políticas públicas como habilitadoras de la acción privada. “Cuando hay visión a largo plazo y estabilidad, las empresas pueden invertir e innovar”, añadió.

“La combinación de tecnología, legislación y compromiso es la base para un futuro mejor”, resumió Dávila. Mencionó que en toda la cadena alimentaria hay oportunidades para reducir emisiones, mejorar la eficiencia y generar empleo de calidad, siempre que se trabaje de forma articulada.

Fuente: Diario La Nación

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Conflicto en Medio Oriente: la escalada bélica encarece los insumos y complica la campaña agrícola en la Argentina

Mientras el conflicto en Medio Oriente entre Israel e Irán suma tensión con la intervención de nuevas potencias, como Estados Unidos, los efectos ya comenzaron a sentirse en la producción agrícola de la Argentina.

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Especialistas advirtieron tres efectos clave: encarecimiento de insumos, en particular los fertilizantes; mayor valor del petróleo y complicaciones en la logística internacional. La urea, clave para los cultivos de trigo y maíz, trepó en días de US$500 a más de US$570 por tonelada. En este contexto anticiparon un impacto directo en los costos de la siembra de maíz, que comenzará en septiembre próximo.

En detalle, el panorama para los productores todavía es mixto. Para el trigo, cuya siembra avanza durante junio y julio, parte de los fertilizantes ya fue comprado anticipadamente, donde quien planificó de antemano puede estar algo cubierto, pero hay todavía un porcentaje alto por adquirir. Expertos alertaron que con el maíz no ocurre lo mismo. Con una campaña que recién comienza a proyectarse, si no hay una mejora en los precios muchos podrían optar por reducir área o bajar inversión por hectárea.

 “Previo al conflicto Israel-Irán la urea tenía una tendencia bajista. Pero, apenas se desató el conflicto, ante el primer ataque, automáticamente se congelaron las operaciones de ese fertilizante en particular. Ninguna empresa daba precio al distribuidor, eso fue en la inmediatez”, explicó Diego Napolitano, presidente de la Cámara Empresaria de Distribuidores de Agroquímicos, Semillas y Afines Bonaerense (Cedasaba) a LA NACION.

Según el ejecutivo, el conflicto impactó inmediatamente en este producto, llevándolo, en promedio, de unos 500 dólares a entre 550 y 570 dólares. Este aumento se explicó por dos factores: la fabricación de urea está vinculada al gas y el petróleo, y una parte significativa de esa producción sale al mundo a través del estratégico estrecho de Ormuz, en la región en conflicto.

Napolitano aportó otro dato relevante: “Profertil es el principal productor local, con un millón de toneladas de urea al año. Irán produce ocho millones, pero esa urea casi no llega a la Argentina. Sin embargo, cualquier interrupción global repercute, porque los precios se mueven internacionalmente”. Las importaciones rondan las 800.000 toneladas.

Advirtió que hay zonas productivas, como el norte de Buenos Aires, que demandan el fertilizante para el trigo. “El productor necesita ese insumo y ya está pagando más. Y todavía no sabemos si esto va a seguir escalando. Cabe recordar que, en el caso del trigo, los fertilizantes representan hasta el 30% del costo total del cultivo”, agregó.

En esa línea, Luis Mogni, analista de mercados de la consultora Somera SAS, afirmó: “Hay una reducción en la producción de urea de Egipto que se realiza con gas que le manda Israel, y ese suministro está cortado. Por eso habrá menor oferta y aumentos de precios”. Aunque este impacto llega tarde para el trigo, cuya siembra ya está avanzada, preocupa seriamente a quienes se preparan para el maíz.

La siembra de maíz comenzará en septiembre próximo y la compra de fertilizantes se hacen entre ahora y principios de agosto. En este cultivo, el uso de fertilizantes nitrogenados es esencial. Los expertos dijeron que, en un modelo de alta producción se requieren entre 150 y 160 kilos de nitrógeno por hectárea. Pero este año, al haber poco nitrógeno en el suelo, el aporte debería ser mayor, “justo cuando los precios se están disparando”.

Esta situación obliga a recalcular las dosis. “Tal vez en vez de aplicar lo recomendado se usen solo 100 o incluso 80 kilos. Eso baja el potencial de rinde y compromete los márgenes del productor”, explicaron las fuentes consultadas.

El segundo impacto tiene que ver con el petróleo, clave para la producción de agroquímicos y fertilizantes. “El aumento del precio del petróleo impacta directamente en los procesos energéticos involucrados en la fabricación de insumos, y puede que se incrementen sus valores y eso pone una tensión extra en los mercados”, sostuvo Mogni.

En tercer lugar, la logística internacional también está bajo presión. “Hace unos meses, los fletes estaban en US$2500 por contenedor entre Shanghái y Buenos Aires. Ahora están en US$5000, el doble”, indicó Napolitano. El alza en los costos logísticos, mas allá de los insumos agrícolas en sí, puede afectar especialmente a productos con bajo valor unitario: “Un producto que vale US$3 por litro va a sufrir mucho más la suba del flete que uno que vale US$30”.

Además, el directivo explicó que, cuando hay conflictos de este tipo, el mercado reacciona de forma casi inmediata. “No se espera a ver qué pasa, los precios se ajustan ‘por las dudas’. Esa reacción es automática y sensible”, advirtió.

Mogni coincidió: “Un conflicto largo siempre es complejo. No sabemos las ramificaciones. Si se suma la tensión en Medio Oriente al conflicto Rusia-Ucrania que aún no se resuelve, el panorama global es de una altísima incertidumbre y hay que mirar muy de cerca cómo va a venir el abastecimiento de insumos, es para prestarle mucha atención”.

Mogni dijo que un conflicto largo siempre es complejo: «No sabemos las ramificaciones. Si se suma la tensión en Medio Oriente al conflicto Rusia-Ucrania que aún no se resuelve, el panorama global es de una altísima incertidumbre y hay que mirar muy de cerca cómo va a venir el abastecimiento de insumos”

En cuanto a los fitosanitarios, Napolitano señaló que, por ahora, no se registran aumentos en los productos terminados. “Pero, si el conflicto se prolonga, lo que sí se verá afectado son los costos de flete. Ahí puede haber aumentos generalizados”, aseguró. Frente a este panorama volátil, indicaron, los productores deberán extremar el análisis de cada insumo y prepararse para un escenario que cambia día a día.

En este marco, Armando Allinghi, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa), contó que en materia de fertilizantes nitrogenados Medio Oriente y Egipto exportan más del 40% de lo que se comercializa a nivel mundial.

“A futuro, el escenario se podrá modificar dependiendo de la duración o desenlace del conflicto. A través del estrecho de Ormuz pasa la urea y otros fertilizantes producidos en Qatar, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, y la costa este de Arabia Saudita. Esto afecta principalmente la producción, comercio y logística de urea, pero también tiene implicancias en otros productos fertilizantes fosfatados, ya que Arabia Saudita es un productor relevante a nivel global”, dijo Allinghi.

“Adicionalmente, los restantes productores del mundo de fertilizantes son cautos en sus exportaciones a la espera de la evolución del conflicto. En el segundo semestre habrá que entender el efecto precio y flujo de físico con disponibilidad para nuestro mercado y qué rol adoptará China como productor global que, en primera instancia, estaría en condiciones de complementar el volumen necesario”, agregó.

Fuente: Diario La Nación

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