Cuando era chico, Jorge Rey, se la pasaba dibujando princesas y se vestía como a él le gustaba. A los 13 años un accidente en auto lo hizo salir despedido siete metros y lo dejó quince días en terapia intensiva. A partir de ahí comenzó a engordar hasta llegar a pesar 135 kilos. En el boliche, salidas y pleno desarrollo adolescente se sentía discriminado por su peso y su condición sexual , incluso quiso jugar al rugby y tuvo que dejar: «A los 15 años fui al psicólogo para ver cómo encarar la situación con respecto a las personas que no entendían que era otra forma de amar, es amor igual. Me costó mucho, pero entendí que el problema no era mío, era de ellos», nos abre su corazón Jorge, que se empezó a refugiar en su veta de diseñador, tenía una necesidad de querer crecer y salir para adelante. Hoy, a los 19 años, ya se hizo un lugar en los desfiles entre reconocidos diseñadores de alta costura.
Ya abrió su atelier en Callao y Santa Fé
Creció en Rufino, provincia de Santa Fe. Pasaba los días de su adolescencia en la casa de su mejor amiga, Salomé, donde se la pasaba viendo revistas y hablando de moda con la mamá: «ella me dio el gustito por la moda. Decíamos que íbamos a ir a ver un desfile a París juntos, lamentablemente no pudo ser pero me dejó el legado de la moda, de ver revistas, a ella le gustaban los vestidos rojos y entonces los arrancábamos de las revistas», Jorge recuerda con cariño a Nancy, la mamá de su mejor amiga que falleció por un cáncer cuando ellos tenían 14 años. Ese fue el año bisagra del diseñador de alta costura: bajó de peso, se declaró gay y comenzó clases de costura todos los días con Rosita Contreras (actual modista de la marca).
Su primer desfile a los 17 años
Cuenta que Rosita siempre dice que le costó enderezarlo, él nunca había agarrado una aguja ni hecho moldes, «me formó re bien, hicimos el primer vestido todo bordado y fue un éxito en Rufino. Así que le propuse que armaremos un desfile», recuerda Jorge cada uno de los detalles de su primer desfile en su ciudad natal: consiguió una fundación para hacerlo a beneficio, decoró el techo con enredaderas y plantas, sus amigas eran las modelos, estaba todo armado y dos meses antes le dicen que no iba a poder hacerlo porque no podían cubrir los gastos. Jorge lloró el día entero junto a su amiga Salomé y Rosita hasta que se dijo a sí mismo «¿en qué momento uno no puede hacer lo que quiere?». Decidió seguir adelante y de las 200 entradas que tenía pensado vender, vendió 500. El desfile fue un éxito. Además, tenía el plus de que era teatralizado, Jorge hacía teatro y quería seguir explotando esta veta, por eso antes de cada vestido se leía una prosa contando la historia de una chica que empezaba a crecer y perdía su pureza, se da cuenta de que en el mundo hay odio, injurias, maldad y también conoce el amor, «todos esos sentimientos que pueden pasar a una persona cuando empieza a atravesar la edad de la adolescencia que dejas de ser niño y te das la cabeza contra la pared. Al final ella se vestía de blanco y se da cuenta de que te pueden pasar mil cosas en la vida pero lo importante es siempre mantener el niño interior y esa esencia que es lo que sos vos», relata Jorge.
Ya presentó su colección en el clásico evento Six o clock Tea
Siempre le gustó el ritmo de la ciudad, sin embargo venirse a vivir acá fue doloroso y le costó mucho al principio. Dice que en la valija guardó su ropa y sus sueños, dispuesto a abrirlos una vez instalado en Buenos Aires. De todas maneras vuelve a Rufino a coser con Rosita, a visitar amigos y familia. Le gusta seguir con esta metodología porque así sus prendas tienen algo de sus raíces.
Empezó a estudiar Diseño de Indumentaria en la Universidad de Palermo y de a poco se fue metiendo en los eventos de la ciudad. Un día leyó que el «Six o´clock tea» abría la convocatoria para nuevos diseñadores, mandó su portfolio y quedó adentro: «Les dije que no tenía foto de la colección porque la estaba haciendo. Era mentira, no la había empezado a hacer, así que la llamé a Rosita y le dije ´estamos invitados al six´, compré telas y empezamos a coser y bordar los ocho vestidos. Estuvo buenísimo, me gusta disfrutar del proceso de estrés que te genera una adrenalina que te hace correr de un lado para el otro», cuenta Jorge que dos mesas estaban ocupadas por sus familiares y amigos y ya empezó a coser 3000 flores de tela para el vestido de la nueva colección que presentará en breve en el desfile en el Palacio San Miguel y después en el «Six o´clock tea».
Hace diez días abrió su propio Atelier en Santa fe y Callao, Recoleta, donde atiende, con cita previa, a sus clientas: «me gusta hacer todo a medida, me encanta lo personalizado. La idea es que venís acá y charlamos de todo, mientras yo empiezo a dibujar», explica Jorge; en el caso de las novias le encanta recibirlas con muestras de telas preparadas y lograr el vestido con el que sueñan.
El proceso creativo
Le gusta mucho el bordado y el brillo en su justa medida. Se la pasa dibujando y cuando piensa en sus colecciones busca mucho en su ser, «es muy de artista eso de ir abajo, al fondo y remover sentimientos, en base a eso es que creo. Tomo recursos morfológicos de alguna cosa, paisaje, película y busco mucho en mi ser. Mi colección anterior está inspirada en el renacimiento personal, en las raíces, las flores, el arrastrar y por eso los vestidos arrastraban largas mangas. Me gusta lo dramático», confiesa Jorge, a quien también le gusta el estilo barroco y un estilo más lánguido.
Jorge Rey ama diseñar mientras la clienta le cuenta sobre sus deseos
Aprendió a usar el error como elemento creativo, por ejemplo una vez que no conseguía el tono de tul que él quería decidió teñirlo, siguió todas las instrucciones pero no sabía que el lavarropas estaba roto y manchó el tul. Le llevó a Rosita un tul veteado con el que armaron un vestido tornasolado que quedó tan lindo que fue lo primero que vendieron en aquel desfile en Rufino.
«No todo el mundo puede hacer alta costura y lo puede hacer bien. Te lleva mucho tiempo y te tiene que gustar mucho porque es agarrar la aguja y empezar a coser» describe Rey, que se declara un apasionado de los vestidos, pero también aspira a hacer ropa para hombres, vestir a famosas, presentar su colección en Europa, instalar la marca en Argentina y también, por qué no, trabajar en televisión. Se ríe él mismo de todos los sueños que le quedan por delante, pero sabe que si continúa con el empuje propio de los 19 años, lo puede lograr.
Fuente: Verónica De Martini – www.lanacion.com.ar