Fabio Paez, no abandonará nunca su lucha por el CASO CHIARA y tampoco abandonará su lucha por los principios de NI UNA MENOS y todo lo que este vinculado al repudio de la VIOLENCIA DE GENERO, asi lo ha expresado publicamente, pero hoy se ve obligado a dejar su ciudad y con ello el desarraigo.

Se le extirpa ese tan querido, deseado y cotidiano trato diario de cariño, amor y amistad, con sus demás hijas, sus nietos, su madre, sus hermanas, sus demás familiares, amigos y vecinos.

Un dolor que desgarra aun mas su alma.

Una decisión obligada, tomada con presión y meditada para evitar un MAL MAYOR que podría suceder ante el cruce por nuestras calles con aquellas personas que estuvieron esa noche fatidica, en esa casa del horror.

Mal mayor que trata de evitar, en principio por su don de gente y además por el futuro de sus pequeños hijos y toda su familia.

No es fácil sobrellevar con cordura y raciocinio tanto dolor y angustia que provoca la perdida de una hija por este horrendo hecho.

Si a cada uno de nosotros nos pasara lo que le paso a Fabio, deberiamos preguntarnos íntimamente: ¿que haríamos si nos encontramos con quienes estuvieron esa noche en esa casa ?

Su respuesta, seguramente, es lo que llevo a Fabio a tomar esta lamentable decisión de irse de Rufino y no seguir conviviendo entre nosotros, como un Rufinense mas.

Que Fabio no debe hacer lo mismo que hicieron con su hija, que no debe actuar con violencia, eso lo sabe bien Fabio, la familia de Chiara y todo bien nacido, pero hay que estar en el pellejo de ellos y comprender tanto daño recibido.
Ojala este desarraigo pueda algún dia valorarse positivamente y Fabio pueda hacer su duelo en paz y sus pequeños hijos crecer en un ámbito de mayor tranquilidad, despojando sus almas de odios y rencores que surgen por esta injusta muerte, que los privó de disfrutar la vida junto a Chiara.

Con el deseo de que así sea, este desarraigo nos obliga a los Rufinenses a preguntarnos: ¿ estamos cada uno haciendo algo para tratar de que estos casos no vuelvan a ocurrir ?

Pensemos que algún dia podemos ser otro Fabio.

Y si nos preocupa, OCUPÉMONOS.

Jorge A. Díaz