El Campo
El RENATRE y la Dirección Nacional de Migraciones coordinaron acciones conjuntas en Santa Fe
El delegado provincial del RENATRE Santa Fe Sur, Andrés Alasia, llevó adelante en septiembre una reunión de trabajo con la Delegada en Santa Fe de Migraciones, Karina Raíz, y miembros del equipo de Control de Permanencia, para promover en conjunto acciones de registración y protección de los trabajadores rurales migrantes.

El Campo
Dónde están los mercados más prometedores para hacer negocios, según tres referentes del agro
En una era dominada por lo que los especialistas señalan como una policrisis y la fragmentación global, expertos del agro advirtieron sobre los riesgos de un comercio sin reglas claras y llamaron a fortalecer alianzas estratégicas.

Además, para enfrentar los desafíos del corto plazo y aprovechar las oportunidades del largo, señalaron a África y a China como mercados clave, mientras destacaron la necesidad de tecnología, cooperación intercontinental y formación de nuevos profesionales para sostener la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible.
Estos puntos fueron abordados en el marco del Congreso CREA 2025 por tres referentes en el espacio “geopolítica y posicionamiento del agro latinoamericano en el mundo“: Fernando Porcel, director comercial de la fábrica de sembradoras Apache; Manuel Otero, directo general del IICA, y Federico Merke, profesor asociado de la Universidad de San Andrés.
Merke señaló que la policrisis “significa muchas crisis” que se transforman en “bloqueos de comercio”, pero sobre todo “fenómenos” que se entrelazan y producen efectos sistémicos. “El negocio del agro depende de la política, la economía, la tecnología y el clima. Hoy, todos esos factores están cambiando rápidamente y reconfigurando el sistema global”, expresó sobre la situación que hoy trastoca al sector. Aseguró que el mundo atraviesa una transición económica, demográfica, política y tecnológica que impacta de lleno en la producción de alimentos a nivel mundial.
Advirtió que la globalización “ya no funciona en piloto automático” y que los intercambios internacionales están cada vez más atravesados por la seguridad nacional y la política. “Pasamos de un mundo de ganancias compartidas a un mundo de suma cero, con más conflictividad y desconfianza”, afirmó, al describir un comercio global fragmentado por bloques geopolíticos.
Merke también se refirió al peso creciente de China en Sudamérica. “No es un socio más, es un ecosistema. Compra, vende, coopera. Sermonea poco y pavimenta mucho”. Si bien reconoció las oportunidades, alertó sobre la vulnerabilidad de negociar en soledad. “El desafío no es más o menos China, sino en qué términos se establecen los contratos”, advirtió.
Por otra parte, Otero vinculó el concepto de “policrisis” con el mismo surgimiento del IICA, creado en 1942 en plena crisis de abastecimiento. “Somos una red de redes con presencia en 34 países. Nuestro mandato es la cooperación: solo trabajando juntos podemos avanzar”, dijo. Destacó la articulación con CREA y definió a ambas instituciones como espacios de innovación y de acción colectiva.
El titular del organismo interamericano subrayó, además, que la agricultura “es el gran sector integrador” frente a un mundo fragmentado. “La agricultura no puede parar: tiene que alimentar a 8500 millones de habitantes y, al mismo tiempo, ser un instrumento de paz, sosteniendo empleo, servicios y estabilidad en las zonas rurales”, señaló.
Otero sostuvo que África es lo que era América Latina hace 20 años. Y remarcó que África se desarrollará con o sin América Latina, por lo que es clave actuar a tiempo. “Los mercados se consolidan en plazos largos. Debemos diversificar, diferenciarnos y sostener una visión estratégica de largo plazo. Los africanos tienen cosas para ofrecer”, indicó.
En tanto, Porcel aportó la mirada del sector privado a partir de la experiencia de la fábrica de maquinaria agrícola, fundada en 1927 y con más de cinco décadas de exportaciones. Recordó que en 2006 la firma comenzó a enviar sembradoras a África, un continente donde aún predomina la labranza convencional. “Vimos la oportunidad de transferir tecnología a partir de la siembra directa, que en la Argentina alcanza el 95% del área sembrada”, destacó.
Ese trabajo se tradujo en ensayos comparativos, capacitación y una creciente adopción de sistemas más eficientes. “Hoy tenemos más de 200 máquinas trabajando en África, acompañadas por misiones comerciales y alianzas tecnológicas. El potencial de crecimiento es enorme”, subrayó Porcel.
Cerró su exposición con una invitación a internacionalizar el conocimiento argentino. “Cuando exportamos no solo llevamos máquinas: llevamos genética, inoculantes, asesoramiento. África necesita profesionales del agro, y ahí hay una gran oportunidad para ingenieros, contratistas y empresas de nuestro país”, afirmó.
Fuente: Diario La Nación

El Campo
Revelador, calcularon cuánto más produciría la agricultura argentina si se resuelve una cuenta pendiente
La Argentina podría sumar más de 10 millones de toneladas de granos por año si lograra reducir a la mitad la brecha de rendimiento en los cultivos. La cifra surge de un análisis que puso el foco en cuáles son los factores decisivos para cerrar esa distancia: una planificación temprana, la correcta elección de genética y densidad de siembra, un manejo nutricional más eficiente, la fecha de siembra adecuada en soja

La Argentina podría sumar más de 10 millones de toneladas de granos por año si lograra reducir a la mitad la brecha de rendimiento en los cultivos. La cifra surge de un análisis que puso el foco en cuáles son los factores decisivos para cerrar esa distancia: una planificación temprana, la correcta elección de genética y densidad de siembra, un manejo nutricional más eficiente, la fecha de siembra adecuada en soja, la incorporación de estrategias sanitarias puntuales y, más recientemente, el aporte de los productos biológicos. Estas fueron las claves planteadas en la charla “Brechas de rendimiento: ¿y si mejoramos la posición en la grilla de largada? Preparándonos para una buena clasificación”, que reunió a José Micheloud, de CREA, Paula Di Gerónimo, de la compañía Stoller, y Joaquín Gutiérrez Calviño, de Pioneer.
Micheloud explicó que, al comparar los rindes de productores CREA con los del resto de la población agrícola, encontraron que, “dependiendo del cultivo, los productores CREA logran entre un 5 y hasta un 20% más de rendimiento”. En trigo, dijo, la brecha trepa al 20%, mientras que en soja de segunda, maíz temprano y girasol se ubica entre el 10 y el 20%. En soja de primera y maíz tardío, la diferencia ronda el 5 o 6%. “Nuestros cultivos rinden más, pero hay margen de mejora”, sostuvo.
El especialista señaló que la planificación previa a la siembra es determinante: “Buena parte de la reducción de la brecha viene de la mano de decisiones que se toman antes de la siembra, inclusive desde el escritorio. Ahí se define el techo de rendimiento de los planteos”.
Los cálculos del proyecto mostraron que el margen de mejora es significativo. En maíz la brecha promedia entre 700 y 1200 kilos por hectárea; en soja y girasol, entre 350 y 400 kilos; y en trigo, más de 700 kilos por hectárea.
“Si logramos reducir la brecha a la mitad, podríamos empezar a producir más de 3 millones y medio de toneladas de maíz y soja, casi medio millón más de girasol y casi dos millones y medio de toneladas de trigo. En total, la producción podría aumentar más de 10 millones de toneladas de grano”, afirmó.
El estudio identificó variables decisivas. En cereales como maíz, trigo y girasol se repitieron tres: genética, densidad de siembra y fertilización. En soja apareció con fuerza la fecha de siembra. Además, en cultivos como trigo y soja el manejo sanitario con fungicidas fue otro factor que incidió directamente en el rendimiento. “Esas son variables que permitirían reducir buena parte o la mayor parte de la brecha”, dijo.
Después, en el cultivo de soja en particular, detalló que surgió también dentro de las variables clave la elección de la fecha de siembra. “Elegida una genética determinada para un ambiente determinado, en qué fecha de siembra vamos a sembrar esa genética también parece ser algo clave. Y hay situaciones o condiciones particulares que tienen que ver o que se observan en cultivos como trigo y soja, donde, por ejemplo, el manejo de la protección con fungicidas, sobre todo en algunas zonas y situaciones, también son variables que se vuelven clave para reducir la brecha de rendimientos”, indicó.
La recomendación fue avanzar hacia un uso más eficiente de los insumos. “Si uno aplica la misma dosis en todo el lote o, con información, identifica zonas de mayor potencial y aplica más fertilizante ahí y menos en las de menor productividad, puede obtener mejores resultados en rinde y en lo económico. La cantidad total puede ser la misma, incluso menos, pero el resultado es superior”, explicó Micheloud.
En tanto, Gutiérrez Calviño presentó los avances del programa Brechas de Pioneer, inspirado en el proyecto internacional Yield Gap. Relató que armaron equipos de asesores en distintas zonas para diseñar prácticas de manejo que permitieran reducir las brechas. “Necesitábamos un trabajo en equipo con productores, asesores y empresas. La reducción de la brecha tiene que ser un negocio, porque si no genera un margen bruto igual o superior al del modelo de productor, no tiene sentido”, señaló.
Los resultados fueron concretos: “En maíz, los ocho grupos superaron el rendimiento promedio del productor, con un 16% más. La reducción en kilos fue del 87% y eso representó en promedio 95 dólares más de margen bruto por hectárea”.
En soja, indicó, la brecha se redujo un 62%, con mejoras de 6% en rendimiento y aumentos de márgenes brutos en cinco de las ocho localidades analizadas. “En maíz, los equipos que más avanzaron fueron los que mejoraron la eficiencia en el uso del nitrógeno y balancearon la nutrición durante todo el ciclo. En soja, quienes aplicaron estrategias de control de malezas como el sistema Enlist lograron buenos resultados”, expresó. El programa continuará con una nueva edición: “Estamos con Brechas 2 y esto sigue. Invitamos a los asesores a sumarse a los equipos”, anunció.
Di Gerónimo, por su parte, presentó la visión de Stoller, hoy parte de Corteva, y se refirió al papel de los productos biológicos: “Los biológicos pueden ayudar a reducir la brecha. El foco está en mejorar la sincronía y la eficiencia en el uso de los recursos”. Detalló que el aporte se da en dos planos: nutrición inteligente y manejo del estrés. “Desde Stoller ofrecemos soluciones basadas en micronutrientes que aportan lo que el cultivo necesita en el momento preciso y de la forma más eficiente. En macronutrientes el desafío es contar con fuentes más amigables con el ambiente”.
A su vez, remarcó: “Hay muchísima confusión sobre los biológicos. Sin conocimiento y docencia, la herramienta no sirve. Creemos fuertemente que la capacitación es clave”. La empresa trabaja con 26 grupos CREA, Aapresid y el programa Brechas en monitoreo de estrés y generación de recomendaciones. “Son tecnologías que multiplican la eficiencia de lo que ya se hace bien con las bases productivas”, concluyó.
Fuente: Diario La Nación

El Campo
Malezas la tecnología decisiva para ganar una dura batalla en el campo
Seleccionar mejor dónde y cuánto aplicar, medir con precisión lo que ocurre en la planta y su entorno, y gestionar personas y procesos para que la tecnología rinda. Esas fueron algunas de las ideas que especialistas compartieron en el Congreso CREA 2025

Seleccionar mejor dónde y cuánto aplicar, medir con precisión lo que ocurre en la planta y su entorno, y gestionar personas y procesos para que la tecnología rinda. Esas fueron algunas de las ideas que especialistas compartieron en el Congreso CREA 2025 al analizar la aplicación selectiva como herramienta central en una de las batallas más grandes del agro: el control de malezas. En este contexto, remarcaron, no se trata solo de ahorrar herbicidas, sino de incorporar una estrategia que redefine la forma de producir.
Luis Robles Terán, asesor CREA, advirtió que el ahorro de herbicida no debe verse como un fin en sí mismo, sino como “la consecuencia de trabajar con aplicación selectiva”. Recordó que la agricultura sigue siendo un proceso de aprendizaje permanente: “Hemos aprendido que no sabemos todo en la agricultura, y eso significa errores, desaciertos, frustraciones… pero no significa bajar los brazos”.
También remarcó que, aunque la tecnología avanzó con sensores, cámaras e inteligencia artificial, todavía no reemplaza el rol humano. “Aunque quisiéramos que el proceso fuera 100% automatizado, todavía no estamos en esa instancia. Los ingenieros y técnicos seguimos siendo útiles”, destacó.
Hoy, estimó, en el país ya funcionan más de 850 equipos de aplicación selectiva, lo que muestra una adopción creciente aunque todavía con desafíos: “La maleza es parte del ecosistema y evoluciona; por ende, no es estático el conocimiento. Tenemos que ir siempre generando alternativas”.
Nicolás Romagnoli, productor del CREA Sacháyoj, contó cómo en su empresa Yagua —1800 hectáreas en Santiago del Estero— tenían demasiadas malezas conviviendo en simultáneo en un mismo lote y cada problema demandaba insumos cada vez más específicos y costosos. Además les preocupaba la acumulación de preemergentes de la misma familia química, en especial ALS. Frente a ese panorama, la expectativa fue doble: reducir la presión de malezas y, al mismo tiempo, que la inversión en maquinaria pudiera sostenerse económicamente.
La decisión fue incorporar un equipo chico de arrastre, de 16 metros de ancho y 1100 litros de capacidad para trabajar sobre las 1800 hectáreas en bloques y con una frecuencia de cuatro o cinco pasadas anuales. Los resultados, medidos a lo largo de seis o siete campañas, fueron contundentes: reducción del 25% en dólares en herbicidas y labores, menor logística (menos agua, menos movimiento de insumos, menos personal) y mapas de distribución de aplicaciones que permitieron entender cómo varía la dinámica de malezas según los ambientes.
“El equipo de 16 metros fue capaz de generar márgenes positivos incluso pagando amortizaciones”, señaló. Sin embargo reconoció que no todo fue lineal: “No pudimos bajar el uso de preemergentes cuando quisimos. Hicimos la prueba, nos llevamos la sorpresa; nos llevaron puestas las malezas”.
Entre los aprendizajes destacó la importancia del capital humano. “El operario capacitado cumple un rol preponderante, no solo por el criterio arriba de la máquina, sino porque es parte del proceso de gestión. Antes le dábamos una orden de trabajo y listo. Ahora necesitamos que nos informe cuánto consumo tuvo el equipo”, dijo. No siempre es sencillo, admitió, generar procesos de registro en un equipo acostumbrado a tareas de tractorista.
La experiencia también mostró que aplicar con malezas muy chicas y consumos bajos —del 10 al 20%— da mejores resultados y costos aceptables. “A veces el equipo ve la maleza antes que nosotros. Salimos a censar, miramos, y encontramos malezas muy pequeñas que ya se estaban controlando”, contó.
Remarcó una lección básica para la durabilidad de la maquinaria: la limpieza. “Es clave, en serio. Es muy caro el mantenimiento cuando algo se rompe. No se rompe nunca, pero cuando pasa es por falta de limpieza. A veces es mejor aplicar 40 o 50 hectáreas menos en el día y limpiar el equipo todos los días”.
Por su parte, Emilio Martini, de Syngenta, presentó un trazador ultravioleta para medir con precisión la calidad de la aplicación. Contó que una encuesta interna reveló que más del 75% de quienes aplican evaluaba la calidad con una tarjeta apenas una vez por campaña o menos. Ante ese déficit de información se presentó un trazador ultravioleta formulado que mejora la lectura de lo que realmente sucede sobre la hoja. “La diferencia está en la formulación que rodea al ingrediente activo: lo protege y le da alta fotoestabilidad y fijación en la superficie”, explicó.
Con esa base describió un set de mediciones que va desde recorridas nocturnas con luz UV hasta análisis cuantitativos en laboratorio para calcular cobertura por estrato (espiga, hoja bandera, etc.), depósitos recuperados en gramos por centímetro cuadrado y deriva con colectores fuera del área aplicada. “Esta metodología es más exacta que las tarjetas hidrosensibles”, destacó.
Por otra parte, Pablo Provera, gerente de Soluciones Digitales de BASF, presentó la solución digital Xarvio Field Manager basada en vuelos de dron que generan ortomosaicos y mapas de presión de malezas. En menos de 24 horas, la plataforma devuelve una prescripción sectorizada que puede usarse con pulverizadoras convencionales que tengan corte por secciones. De este modo, detalló que más del 95% del parque argentino de maquinaria está en condiciones de aprovecharla. Los resultados son contundentes: en algunos lotes se logró un 79% de ahorro, y en promedio el rango se ubica entre 55 y 60%.
Fuente: Diario La Nación

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