«La historia es la ciencia que estudia al hombre a través del tiempo»; es así como el historiador francés y fundador de la Escuela de los Annales Marc Bloch (1866-1944), conceptualiza a la historia. Es ahí donde radica su estudio: los hombres en espacios concretos y en tiempos determinados. Y cuando se refiere a hombres; no es solamente a los grandes héroes patrióticos, conquistadores, libertadores o villanos famosos como un Napoléon, un San Martín, un Stalin o un Hitler. Es mucho más abarcativo, incluye a la humanidad entera: hombres, mujeres, niños, jóvenes, soldados, campesinos, burgueses, obreros, religiosos, intelectuales, aventureros y personas simples y sencillas.
En el día de hoy, 09 de marzo de 2015, festejamos y recordamos, los Cien años de la fundación de nuestro querido pueblo de Amenábar. Cien años es mucho tiempo y en otro sentido, es muy poco. Tal vez, esta fecha que rememora una historia acontecimental, no nos podremos comparar a la fundación de otras grandes metrópolis o pueblos del mundo. Nosotros no tendremos como a la Ciudad Eterna (es decir, la ciudad de Roma) unos legendarios Romulo y Remo como fundadores; sino a un estanciero, Don Alfredo Cernadas y una compañía inglesa quien inauguraran una simple estación de tren de nombre «Amenábar», en aquél día 9 de marzo de 1915.
¿Y por qué Amenábar? ¿Quién era Amenábar? Nuestro nombre se lo debemos a un prócer provinciano: Don José Ignacio de Amenábar (1784-1863); sacerdote, representante de Santa Fe en la Asamblea del año XIII y en el Congreso General Constituyente de 1826; consejero y amigo personal del caudillo federal Don Estanislao Lopéz (1786-1838); integrante de la misión Amenábar-Oro en 1829 que intentó dar fin a los enfrentamientos civiles entre unitarios y federales. Fue gobernador delegado interino de la provincia en dos oportunidades en 1856-60 y sus restos mortales descansan en la Catedral de Santa Fe.
Es a Don José de Amenábar y a Don Alfredo Cernadas a los que debemos reconocerlos como a nuestros Padres Fundadores. Gracias a ellos somos lo hoy somos… Pero, con ellos, sólo es el principio de nuestra historia y de nuestra propia identidad. El resto lo hicieron y lo hacen, todos aquellos hombres y mujeres, que construyeron esta localidad. Fueron los primeros colonos italianos, españoles y de otras naciones europeas; que poblaron la conocida «Colonia Falucho», los diversas familias que vivieron y crecieron en las estancias y chacras de los alrededores o residiendo en nuestra hermana localidad de Lazzarino; quienes aportaron en la construcción de nuestro pueblo.
El pueblo de Amenábar se forjó con el trabajo, el esfuerzo y el sudor de esos primeros pioneros; ayudando a construir escuelas, calles, ramos generales, clubes, fondas, comercios e iglesia… Son ellos, a los que hoy debemos honrar y recordar. Nuestra historia es una historia de la vida cotidiana: donde lo cotidiano, se une con lo íntimo, lo sensible, lo sociable. Donde los afectos van unidos al trabajo arduo y al entretenimiento. En el que la niñez, la juventud, la vida familiar, el amor, las creencias y las anécdotas se fusionan en una misma comunidad.
Ojalá que nunca perdamos nuestra propia memoria colectiva y nunca dejemos de lado el sentido del progreso y bienestar de aquellos primeros pobladores que forjaron un pueblo. Y para que esto no suceda, necesitaríamos un historiador que escribiese nuestra historia, no como una visión historiográfica tradicional enfocado solamente en lo político y económico, sino, en la cotidianeidad de nuestra gente. Como lo hizo el historiador Philippe Ariès (1914-1984), quien escribió el libro «El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen» o como el historiador Jacque Le Goff (1924-2014) quien escribiera una interesante obra historiográfica titulada «Lo maravilloso y lo cotidiano en el occidente medieval».
Que en este 09 de marzo podamos aprender que Amenabár se ha construido y se ha forjado por sus mismos pobladores. Hoy es una fecha de recuerdo y de fiesta para el «Pueblo» de Amenábar.
Autor: Julio César Montenegro Córdoba
Profesión: Estudiante de profesorado en Historia