Como producto de sus acciones, aparecen robots que cosechan frutales, bastones que leen las caravanas inteligentes de los animales donde están todos los datos productivos, apps que permiten relevar plagas de los lotes desde el escritorio mediante imágenes satelitales, tractores autónomos. Y la lista continúa, sin fin.
Así, en los últimos años ha aparecido una completa paleta de nuevas tecnologías que irrumpe en el mercado agropecuario sin pedir permiso, de la mano de emprendedores independientes o de firmas consolidadas que ofrecen nuevos productos anunciando beneficios nunca vistos antes por los productores.
Como en todas cosas nuevas, hay muchas útiles y otras no tanto ¿Cómo determinar cuáles son las realmente convenientes para cada empresa? ¿Qué método se puede aplicar para la selección y cómo desarrollar los procesos de adopción y uso para sustituir o llevar a un nivel superador los procesos vigentes? Gabriel Tinghitella, líder de Innovación de CREA, respondió a estos interrogantes en un reciente webinar organizado por AZ-Group.
Las tecnologías con más desarrollo
En primer lugar, el técnico dijo que durante 2020 y 2021 cobraron gran ímpetu las tecnologías que permiten desarrollar el comercio electrónico de bienes y servicios. “De la mano de la pandemia, se difundieron rápidamente muchas herramientas digitales, abarcando campos que no se habían abordado antes de la cuarentena, como ventas de insumos agrícolas por pantalla, otorgamiento de créditos sin una carpeta que reunía muchos comprobantes impresos, etc.”, informó.
La otra gran tendencia que se observó últimamente, impulsada por las demandas de información creciente de los consumidores respecto de los productos, fueron los emprendimientos que generan registros de datos y certificaciones de calidad a través de blockchain. Un ejemplo de ello es Carnes Validadas, una plataforma que permite ofrecer completa trazabilidad del producto, desde el campo hasta el corte expuesto en la góndola.
¿Cómo “aterrizar” una tecnología de este tipo en la empresa agropecuaria convencional? Como idea general, no es necesario conocer a fondo las particularidades de funcionamiento de una tecnología en particular -por ejemplo, blockchain- sino las posibilidades que da para cumplir un objetivo.
En el caso de carne con trazabilidad, lo primero sería desarrollar un código QR que se pueda leer con un smartphone y permita ver todo lo que se hizo en el campo con los animales que dieron origen al producto. En el futuro, este tipo de tecnologías son las que permitirán acceder o no a determinados mercados. “Dentro de unos años, deberemos acompañar nuestros productos -por ejemplo, un corte de carne- con datos que permitan alcanzar un valor diferencial”, adelantó Tinghitella.
Un método de selección
Como se dijo, a partir de este “aluvión tecnológico” hay opciones buenas y malas. Hay que utilizar un método objetivo para determinar cuáles conviene incorporar a cada empresa, más allá del marketing. Tinghitella aconsejó dar vuelta la lógica de análisis y no partir de la amplia oferta tecnológica, sino de las necesidades de la empresa. Por ejemplo, si se procura aumentar la eficiencia, hay que poner la lupa en el proceso productivo y en sus puntos clave.
Luego se pueden buscar las herramientas para mejorar cada punto clave y aplicarlas. Incluso, puede aparecer una tecnología disruptiva que reemplace todo el proceso productivo empleado y que altere todo lo que se viene haciendo diariamente.
Otra pregunta que se hacen los productores frecuentemente es si deben adoptar los cambios que proponen los oferentes locales o los globales que se desarrollan en distintas partes del mundo. Según el técnico, una posibilidad no inhabilita a la otra. “Hay nuevas tecnologías que empezaron con una dimensión local, pero rápidamente tomaron alcance global”, aclaró.
Es el caso de las máquinas agrícolas autónomas, que fueron ideadas por una firma, pero ya hay 30 empresas con esa tecnología lista. No tienen un solo prototipo en situación de prueba, sino que hay cientos de equipos trabajando en lotes reales generando datos.
Y están desembarcando en campos de la Argentina para hacer experiencia y generar aprendizaje. No se expanden explosivamente por las regulaciones vigentes y por el temor a accidentes por mal funcionamiento o hackeo del software.
Lo mismo pasa con la síntesis de proteínas. Una compañía empezó desarrollando carne artificial y hoy hay 50 trabajando. Intervienen precautoriamente muchos de los grandes actores de la cadena de la carne (Tyson Foods y los frigoríficos más importantes de Estados Unidos).
Otro caso parecido es la aplicación hiperselectiva de herbicidas. Grandes compañías productoras de agroquímicos invierten fondos en algo que va en contra del core de su negocio actual, con una visión de futuro.
Incorporación en la empresa
En todas las poblaciones, hay una proporción pequeña de productores muy receptivos a la incorporación de nuevas tecnologías. Otros las adoptan cuando ven buenos resultados de los anteriores. Y otros no abren su mente a las nuevas propuestas. Sin embargo, los últimos “deberán cambiar de actitud para seguir siendo competitivos porque los tiempos para el cambio se acortan cada vez más”, según el especialista.
Según recomendó, para facilitar el proceso de adopción de nuevas tecnologías es conveniente que las empresas agropecuarias tengan una persona del staff afectada a ellas. Encaminada esta etapa, surgen dos caminos: dotar al equipo de trabajo de las capacidades para gestionar las nuevas tecnologías o tomar los servicios de un “contratista” externo que ofrezca los servicios necesarios.
Lo importante, en todo el proceso, es tener actitud para aceptar los cambios que se vienen. Tener la apertura mental suficiente para no rechazarlos cuando aparecen. Las aptitudes también son necesarias, pero se pueden desarrollar después, en un proceso de capacitación, con la ayuda de terceros.
Fuente: La Nación