Cada vez que Trump, de 76 años, está por visitar un lugar, la Casa Blanca envía un equipo sanitario para que se encargue de que cada baño que pueda visitar sea desinfectado a conciencia y revise el estado de salud de cualquier persona que vaya a tener contacto directo con el mandatario.
Además, tanto el personal que trabaja regularmente con Trump como las personas con las que puede llegar a tener contacto son sometidas a pruebas de coronavirus ante la creciente preocupación por la salud del mandatario, en un momento en que las infecciones están alcanzado cifras récord de contagios, con 45.000 casos sólo en las últimas 24 horas.
Las nuevas medidas de precaución incluyen la modificación de la agenda oficial.
Esta semana, el mandatario se ausentó de una reunión de la comisión gubernamental para la pandemia, después de que se trasladara la reunión de la Casa Blanca al Departamento de Salud.
Asimismo, canceló un viaje este fin de semana para jugar al golf en Nueva Jersey.
El propio Trump le ha dicho a sus colaboradores que él no puede enfermarse y según CNN se enojó al enterarse que uno de los militares encargado de prepararle su comida se había contagiado.
Después de ese episodio, el mandatario, que es conocido por su fobia a los gérmenes, se mostró durante varios días desconfiado de las personas que lo rodeaban, según medios locales.
Sin embargo, su actitud contrasta con sus intervenciones públicas, en las que afirma que el virus está a la baja en el país o se enfoca en otras cuestiones, como la defensa de las estatuas y monumentos de líderes supremacistas blancos que han estado siendo tumbados o vandalizados en las últimas semanas, tras una nueva ola de disturbios raciales en el país.
Fuente: telefenoticias.com.ar