El Campo

Trigo: una campaña atípica para estar atentos a las oportunidades

Guerra, sequía, prórroga de DJVE y elecciones, se destacan como algunos de los factores que dejarán sus marcas sobre una particular campaña triguera 2022/23; un escenario con múltiples desafíos.

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Recapitulando. Durante los meses que siguieron a la invasión de Rusia a Ucrania, los valores del cereal, en los distintos orígenes del mundo, tendieron a estabilizarse por debajo de los máximos alcanzados. Y, al mirar hacia adelante, el devenir de las cotizaciones podría permanecer condicionado, a nivel global, por una serie de factores:

  • Se destaca el acuerdo sobre el corredor que asegura el abastecimiento por el Mar Negro, desde los puertos ucranianos de Odessa, Chornomorsk y Yuzhne. De todas formas, las continuas tensiones, de un conflicto que no apunta a un desenlace en el corto plazo, podrían aportar volatilidad a los mercados.
  • A nivel internacional, en materia de producción, el volumen del ciclo 2022/23 apuntaría a un ligero aumento respecto al previo. Como destacado, Rusia habría registrado un aumento del 20%, con una cosecha récord de 91 millones de toneladas, según el USDA. Acompañando con buen volumen, aparecen Australia, Canadá y la Unión Europea, entre otros. Frente a esto (amortiguando), hay que resaltar que la demanda se proyecta activa, lo que llevaría al mundo a consumir algo de existencias, nuevamente.
  • Se mantiene el seguimiento de la próxima campaña, ya sembrada en el hemisferio norte. Particular foco se pone en evolución del clima y las condiciones de los cultivos. Sobre este punto, el USDA informó recientemente un aumento próximo al 10% en el área de trigo de invierno que se sembró en Estados Unidos.
  • Por último, producto de la aplicación de políticas monetarias restrictivas, se consolidan perspectivas de menor crecimiento en la economía mundial. Esto dispara algunas alertas, dado que podría limitar el desempeño de la demanda de commodities en general.

La Argentina, entre la sequía y las políticas

Con un magro saldo productivo, próximo a 13 millones de toneladas, y cerca de la mitad sin comercializar, gana relevancia el análisis del escenario local.

Si bien el bajo volumen de producción estará operando como el principal factor de respaldo a las cotizaciones, vale destacar algunos puntos que llaman a la prudencia en materia de perspectivas.

Lo primero a considerar es el contexto internacional, con baja probabilidad de que pueda aportar el mismo dinamismo que en 2022. Junto a lo comentado en el apartado anterior, resulta difícil pensar en un nuevo shock que dispare los precios, tal como lo fue el estallido el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Por otra parte, aparece la prórroga de las DJVE para los exportadores, que limita su participación en el mercado. Los embarques están quedando muy por debajo de lo declarado. El arribo de nuevos buques permanece muy deprimido respecto de otros años para esta misma época. Según Agricultura, las exportaciones para toda la campaña se estarían ubicando debajo de los cinco millones de toneladas. Más allá de los volúmenes, en algún punto, esta dinámica rememora lo ocurrido en los últimos ciclos, en lo que refiere mercados sometidos a distintos grados de intervención y consecuente falta de tracción.

Al pasar a los números, claramente, estaremos transitando un año con oferta ajustada, pero aún contaríamos con un volumen aceptable de mercadería para negociar internamente. Si partimos de una cosecha próxima a 13 millones de toneladas, con perspectivas de ventas externas cercanas a cinco millones de toneladas, el remanente para satisfacer necesidades internas rondaría los ocho millones de toneladas. El consumo interno suele ubicarse en torno a 6,5 millones de toneladas, aproximadamente.

Fuente: Diario La Nación 

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