Un 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín, asumía como el 33º presidente constitucional, tras imponerse con el 52% de los votos en las elecciones de octubre que pusieron fin a siete años de dictadura.
Se cumplen 35 años de la vuelta de la democracia, cuando un 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín, asumió como el 33º presidente constitucional, luego de una campaña apuntalada por un discurso de unión de los argentinos y de enérgica condena a las «Juntas Militares».
El líder radical se impuso en las elecciones del 30 de octubre de ese mismo año, con un 52% de los votos, al candidato presidencial del Partido Justicialista Ítalo Argentino Luder; y así se puso fin a siete años de dictadura militar y la primera derrota electoral del peronismo a nivel nacional.
El autodenominado «Proceso de Reorganización Nacional» dejó una herencia de miles de desaparecidos a manos de grupos militares y paramilitares, la derrota en la guerra de las islas Malvinas y una economía estancada, con inflación y una abultada deuda externa.
El nuevo presidente recibió en la Casa de Gobierno los atributos de mando y dio un breve discurso ante la multitud reunida en la Plaza de Mayo, desde el Cabildo.
El nuevo presidente que ponía fin a un período oscuro del país, y de gobiernos de factos, anunció el inicio de un período de «100 años de libertad, paz y democracia».
“Iniciamos una etapa que será difícil”, reconoció el ex mandatario, pero aseguró que trabajará por «la dignidad del hombre, la justicia y la plena igencia de los derechos humanos».
“Venimos a exponer a vuestra honorabilidad cuáles son los principales objetivos del gobierno en los diversos terrenos en que debe actuar: la política nacional e internacional, la defensa, la economía, las relaciones laborales, la educación, la salud pública, la justicia, las obras de infraestructura, los servicios públicos y todas las otras cuestiones que reclaman la atención del pueblo, de los gobernantes y de los legisladores», dijo en su discurso.
Y luego agregó: “Hay muchos problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero hoy ha terminado la inmoralidad pública».
También hizo referencia a que «mucha gente no sabe qué significa vivir bajo el imperio de la Constitución y la ley, pero ya todos saben qué significa vivir fuera del marco de la Constitución y la ley».
Y remarcó: “Más allá de las sanciones que pudiera determinar la justicia, el gobierno democrático se empeñará en esclarecer la situación de las personas desaparecidas. Esto no exime de tremendas responsabilidades al terrorismo subversivo, que debió haber sido combatido con los medios que la civilización actual pone en manos del Estado y no a través del empleo de medios similares a los condenados por el conjunto de la comunidad nacional.”