Historias productivas. Lelio Gasparotti analiza los tallos de trigo y maíz para fertilizar y ajusta la densidad de cada cultivo según fecha de siembra y ambiente.
Diversificación de cultivos, manejo por ambientes, biotecnología, con un fuerte apoyo en la fertilización para potenciar rendimientos y calidad, constituyen el “pack de fowards”, el núcleo duro de las estrategias que busca plasmar Lelio Gasparotti como gerente de producción del establecimiento La Patria, un campo ubicado en Bustinza, en la provincia de Santa Fe (a 80 kilómetros de Rosario).
La zona estuvo castigada por los excesos hídricos que se dieron a partir de abril. “En general, la campaña 2015/16 ha sido muy buena pero, en lo particular, hemos sido muy castigados por los excesos de agua, con lluvias de 240 milímetros en ocho horas que nos hicieron un desastre cuando el grano de maíz ya estaba hecho y nos dejó muchas plantas revolcadas”, relató el productor en diálogo con Clarín Rural.
En lo que respecta a la soja, los que pudieron cosecharla antes del temporal tuvieron una campaña muy buena. Pero en las zonas bajas, y para la soja de segunda todo se complicó y las pérdidas fueron tanto por rendimiento como por calidad. “Hay que ver cómo termina la película porque en muchos casos el castigo va a ser fuerte”, remarcó Gasparotti.
Así las cosas, los rindes de soja de primera rondaron los 40 quintales, los de maíz alcanzaron bien los 100 quintales por hectárea, mientras que la soja de segunda fue la más complicada de levantar por el temporal y los rindes quedaron más cerca de los 30 quintales con las mermas de calidad antes expuestas.
Gasparotti en un lote de maíz en Bustinza. Ese cultivo ocupó el 20% del área la campaña pasada, pero en la actual duplicará la superficie.
Para colmo de males, la soja sufrió “graves problemas de lavado de herbicida pre emergente”, con lo que a mitad de camino surgieron problemas de yuyo colorado, un tema que preocupa a Gasparotti para la campaña que comienza. Entre las otras malezas, rama negra “está bastante controlada”, aunque también aparecen gramíneas como equinochloa colonna y chloris. “Nuestra clave de control es el uso de residuales, rotación de principios activos y cultivos”, resumió el gerente del campo, vinculado al Grupo CREA San Jorge-Las Rosas.
En lo que respecta a la rotación de cultivos, la campaña pasada pudieron plasmar un 30% de soja, un 20% de maíz y un 50% de cultivos de invierno. Cada lote tiene una zona de bajos y loma que simplifica el manejo por ambientes. “En los bajos trabajamos con gramíneas invernales seguidas de soja de segunda y algo de maíz de segunda, dependiendo de la estabilidad y de cómo se presente el rinde de indiferencia”, contó Gasparotti. En los ambientes altos, en tanto, hacen colza/soja 2da. y en algunos sectores cebada/soja 2da.
Todo depende del ambiente en sí y de cómo esté el perfil de agua que se mide a dos metros de profundidad antes de arrancar el cultivo. Así pueden tomar decisiones en base a datos más precisos.
Al describir más en detalle el manejo de cada cultivo, Gasparotti contó que las siembras de invierno se dividen en un 40% de trigo, un 40% de cebada y un 20% es colza. Esto les permite diversificar el riesgo comercial y climáticamente.
En trigo, siembran ciclos largos y cortos. “Estamos buscando trigos grado 1 ó 2 que nos den mejor calidad para lograr mejores precios de venta”, aseguró Gasparotti. Para arrancar bien, curasemillas con fungicidas pero también de hoja para combatir enfermedades.
La fertilización es un gran capítulo para el establecimiento que comanda productivamente Lelio Gasparotti. A partir de ensayos en franjas incorporan altas dosis buscando los límites de respuesta. “De cada lote tenemos hoy una idea muy aproximada de cuál es el modelo de nitrógeno”, contó.
En hoja bandera se va chequeando con spad cómo resulta ese modelo de fertilización. La corrección llega a partir de una medición en espiga un centímetro con jugo base del tallo (metodología que trabajan con Jorge González Montaner) y ahí se cuantifica el aporte que hay que hacer con fertilizante líquido Solmix.
“La colza nos aporta muy buenos rendimientos de soja de segunda porque nos entrega una fecha de siembra muy parecida a una soja de primera y con mejores condiciones de suelo”, contó Gasparotti. Este adelantamiento se logra con colzas primaverales y un corte e hilerado.
Por otro lado, se pueden hacer controles de yuyo colorado más eficientes que sobre trigo. También están estudiando si los rastrojos de colza pueden dejar un plus de azufre y fósforo que se descompone y puede ser aprovechado por la soja. Apuntan a rendimientos por encima de los 20 quintales por hectárea de colza, que en tándem con una soja de 45 quintales dejan generalmente un margen bruto interesante.
El planteo de soja también se hace según ambientes. “En los de mayor producción sembramos grupos IV cortos a partir del 20 de octubre, a 35 cm, buscando una densidad de 280.000 plantas, y en donde tenemos que ser más defensivos vamos con sojas de IV largo casi V y modelos a 52cm apuntando a 260.000 plantas por hectárea”, resumió Gasparotti. A su vez, trabajan con una fertilización fosforada y azufrada para soja de primera y en las de segunda apuntan los cañones al remanente de una fuerte fertilización del cultivo invernal.
Para maíz, en las zonas de alto potencial se trata de sembrar todo la primer quincena de septiembre, mientras que en los ambientes de menor calidad se apuesta a diciembre. La principal diferencia de manejo es la fertilización. “No en el potencial de nitrógeno entregado sino porque en diciembre tenemos una mineralización que en septiembre no se da; entonces, los diferentes niveles de nitrógeno dan un plus de ahorro en fertilizante para los maíces de diciembre”, explicó Gasparotti.
En la propuesta de maíz de segunda sobre algún cultivo invernal, están viendo buenos resultados enterrando el fertilizante previo a la siembra o en la siembra misma y no dejándolo arriba del rastrojo sufriendo pérdidas por inmovilización. En quinta hoja de maíz se toma una muestra de jugo de la base del tallo y se analiza cuánto falta para alcanzar el modelo elegido de fertilización.
Además, testean permanentemente las densidades. Esto les permitió bajar un poco las de diciembre ubicándolas en 60.000 a 65.000 plantas a cosecha, mientras que en septiembre se apuesta a 70.000-75.000.
Al analizar la campaña 2016/17 que está en sus albores, Gasparotti confesó que en lo que respecta a trigo, a nivel CREA se espera un incremento del 25% de superficie. No obstante, para los productores en general el aumento podría ser del 35%, “porque nosotros ya veníamos manteniendo bastante la superficie con trigo”.
El maíz, en tanto, a nivel zonal cree que compondrá una suba de superficie del 20-25%. “No hay un salto mayor porque ya la campaña 2015/16 se sembró mucho en diciembre, después de las elecciones”, reconoció. Aunque advirtió: “El precio de la soja en este momento hace que el negocio se ponga un poco más vidrioso para el maíz y todos vuelvan a ver con buenos ojos a la soja”.
Sin embargo, no es el caso de Gasparotti este año, puesto que por diagrama de rotación, la superficie de soja de primera caerá y mantendrán la superficie de cultivos de fina de la campaña pasada (unas 600 hectáreas). En cuanto al maíz, duplicarán el área de la campaña pasada “más por rotación y balance de carbono que por rentabilidad y financiamiento, que siempre es difícil de afrontar”.
Hace más de diez años que Lelio Gasparotti no sólo trabaja en el campo sino que también vive en el ambiente de la ruralidad. En este sentido, le preocupan dos temas, la sustentabilidad y lo que la sociedad cree sobre la producción de alimentos. “Ojalá que las comunas y municipios se preocupen para que los productores nos podamos seguir quedando en el campo. Nosotros trabajamos para eso”, cerró Gasparotti.