Seguridad vial. Surge de un informe oficial. Los tramos con problemas de seguridad pasaron de 1.000 a 3.400 kilómetros en los últimos 12 años.
Gerardo Lacentra se levanta todas las mañanas y cumple con la rutina antes de desayunar: camina unos 200 metros hasta la rotonda que está en la entrada de la ciudad de Chacabuco y cambia el número del cartel, que muestra una cuenta regresiva. Lo instalaron los vecinos para contar los días que faltan para el inicio de las obras de ampliación de la ruta nacional 7. La cuenta todavía marca un número de tres cifras: quedan algo más de 100 días para que las máquinas viales empiecen a trabajar. Faltan más de 100 días para que los vecinos de Chacabuco consigan eso que vienen reclamando desde hace más de 8 años.
Las obras en la ruta nacional 7, que nace en la Capital Federal y atraviesa, de este a oeste, las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza, hasta la frontera con Chile fueron anunciadas por Néstor Kirchner en 2007.
Pero la doble vía prometida solo llegó desde Luján hasta San Andrés de Giles. O sea que se hicieron solamente 34 kilómetros. Esa obra inconclusa simboliza la deuda en infraestructura vial que dejó el kirchnerismo. En la Ruta 5, por ejemplo, se prometió la autovía pero se hicieron solo 5 kilómetros. La ruta 6, que supuestamente debería unir Campana con La Plata, fue inaugurada más de cuatro veces, pero la obra nunca fue concluida, a pesar de las promesas y los anuncios del ex gobernador Daniel Scioli.
Clarín recorrió la ruta 7 y pudo comprobar el intenso tránsito de camiones. En el tramo de San Andrés de Giles a Chacabuco (97 km), un día de semana por la mañana, hubo que sobrepasar 32 camiones, lo que da un promedio de un camión cada tres kilómetros. De manera más sencilla, es pasar un camión y ya ver el siguiente. La autopista para esta zona es un reclamo de años, no solo de los vecinos de Chacabuco.
También en Junín, en Vedia, en Rufino, en Laboulaye. La zona generó riqueza al por mayor en estos años, pero no volvió en rutas. “Hace 20 años recorrí este camino para ‘ablandar’ un camión. Me parece mentira que siga teniendo el mismo ancho”, dice Rubén, un remisero que vuelve a recorrer esta ruta después de mucho tiempo sin pasar por ahí. Según cifras del Cesvi, es la tercera ruta con más accidentes de tránsito en los últimos 10 años.
En doce años, se duplicó el parque automotor, de 6 a 12 millones de vehículos. Ese incremento supone no solo una obvia necesidad de más y mejores caminos. Además, de manera indirecta, la gran cantidad de automóviles y camiones era también la llave para poder construir esos caminos, con la parte del impuesto al combustible destinada a Vialidad Nacional. Solo con la recaudación impositiva de un año (unos 50 mil millones de pesos), se podrían haber construido casi 2 mil kilómetros de autopistas por año. La misma cantidad que se hicieron en 12 años.
Según un primer informe del macrismo, con relevamientos de Vialidad Nacional y el Ministerio de Transporte, el 40% de las rutas del país está en pésimo estado pese a que en los últimos 10 años el presupuesto anual de Vialidad se incrementó en más de 10 veces. Luego de 12 años, la cantidad de rutas con problemas de seguridad y colapsadas de tránsito creció de 1.000 km a 3.400 km.
En junio del año pasado, un estudio de la consultora Abeceb estimó que la red vial solo había crecido un 6%, mientras que la cantidad de autos y camiones en circulación casi se había duplicado. “La Argentina tiene pendiente inversiones por 82.600 millones de pesos para la construcción y ampliación de 10.000 km de redes troncales que se deberá ejecutar en los próximos seis años”, destacó el informe.
A nivel nacional, las obras más importantes que se concretaron desde el 2003 son la autopista Rosario-Córdoba (316 km) y los 506 kilómetros de la Ruta Nacional 14, hasta no hace mucho tiempo conocida como la ruta de la muerte.
Esa ruta simboliza también la importancia de las autovías para prevenir los accidentes. La 14 tenía un índice de 5,82 (muertes cada 100 millones de vehículos-kilómetro), y ese índice bajó a 2,2 una vez que se inauguró la autovía. También fueron importantes las obras en la ruta 40, con más de mil kilómetros de nuevos caminos.
Pero los especialistas coinciden en que el saldo es negativo. “Las rutas están en pésimo estado, estén o no concesionadas”, dice Ricardo Lasca, coordinador del Comité Nacional de Defensa del Usuario Vial (CONADU). “Hubo aumentos desmedidos en los peajes, y además ya se pagan en el combustible, por obras que después no se hacen. Es un impuesto al tráfico. Además, primero se deberían hacer las obras y después cobrarlas. Pero acá es al revés. Y las obras tampoco se hacen”, reclama Lasca.
A principios de marzo, el Gobierno autorizó subas de hasta 275% en los peajes. Por ejemplo, los de la Ruta 9 costaban 8 pesos y pasaron a 30. Esos aumentos no se usarán para construir nuevos caminos. El Gobierno argumentó que serán para “reparar las distorsiones creadas por el gobierno anterior”.
La suba en los peajes golpea a los vecinos de la ruta 7. El peaje de Villa Espil también pasó de 8 a 30 pesos. “Para los aumentos nunca hay demoras. El gobierno anterior nunca nos atendió. Esta nueva gestión mostró buenas intenciones, pero acá vamos a estar para controlar que las obras empiecen”, dice Ricardo González. Junto a varios vecinos de Chacabuco, Ricardo posa para la foto y el cartel de la promesa. De fondo, los camiones pasan a un ritmo ensordecedor.
Fuente: clarin.com