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Puro Arte Rufinense. Entrevista el escultor Daniel de Jesús

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Por Oscar Bertolín

Es domingo por la tarde pero no por eso menos intenso el movimiento creativo en el taller de calle San Juan.

Daniel ¿Cómo es que empezaste con tu afición por la escultura?
Siempre me gustó el tema de los fierros, de las chapas, de hacer algo artístico. Por el año 93 conocí a Héctor Tito Rivero, director del grupo de teatro la comedia. Ahí empecé a hacer cositas para ellos, no la escenografía, sino la carpintería y cositas menores para las obras. Estuve 10 años con el grupo, estuvimos en Rosario, Venado y en varios lugares más.

¿Y la primera obra grande?
Mi primera obra grande fue antes, en el año 88 y fue para la parroquia del Valle. Poca gente sabe que fui yo el que hizo la cruz que está arriba de la iglesia. Una cruz sencilla. De ese trabajo tengo una anécdota. Estaba soldando la cruz le doy una puntada y la cruz se cayó, se hundió, y ahí como se hundió la soldé. Todos pasan y la ven con los brazos abiertos, inclinada, como saludando. Después vino el tornado y no se hizo nada. Es la que está actualmente.

¿En qué año naciste? ¿ Algún otro artista en la familia?
Nací en el año 62, el 10 de junio. Soy un pendex de 52 años. Y mi papá fue artista de la madera. No hacía obras sino muebles. Como buen gallego siempre nos impuso la cultura del laburo. Si nos veía de gusto nos daba un pincel y a pintar, era un clásico. Siempre nos decía aprendan un oficio, entonces yo me incliné por el tema de la herrería. Como ves hago rejas y todas esas cosas. Si fuera por mí no haría nunca más rejas y me dedicaría de lleno a esto, a la escultura.

Los viejos y la cultura del trabajo ¿No?
Sí, es algo que se está perdiendo. Muy pocos jóvenes quieren aprender un oficio. Por eso este año tomé un aprendiz, a Guille. Él estudia Lengua y Literatura pero me pidió permiso para aprender. Me ayuda con las rejas pero se inclina más por esta cuestión de las esculturas. Tiene mi misma locura. Ya hicimos cosas juntos como un Cristo que él tiene en su casa, me ayudó con los tangueros para el Nacional 50 y ahora con esta obra del árbol para la 6031. Esto lo motiva y que mejor para mí que un joven le tome gustito a todo esto qué es lo mío. Los chicos tienen que aprender un oficio, tienen que hacerse un futuro.

¿Cómo te definirías?
En este momento estamos haciendo una obra que está al 70%. Pero apenas la termine empiezo otra, no puedo estar sin hacer. Es algo, lo llevo dentro, me gusta. Veo algo y lo hago. Fui uno de los que empezó a poner cosas en las plazas. Algo que me gustaría es que todos pongan algo, un banco, de chapa o de madera o de lo que les guste. Yo soy un poco el artista del pueblo. Lo que amo es hacer cosas para mi ciudad. No quiero fama, ni títulos ni nada, yo cosas para acá, para Rufino.

¿Tus últimas muestras?
Este año, para la semana de la mujer, junto a Iris Bertello y Sebastián Bona hicimos la muestra Metaloplástico. Que fue, como dijo Iris, una muestra de tres generaciones. Se hizo acá en Rufino y gustó mucho. La gente se fue muy contenta. Fue una movida que contó inclusive con la visita de Rajadell. Mucha gente nos ayudó, empresarios, sino no hubiera sido posible. Hasta el local fue cedido gratuitamente. A raíz de esto surgió hacer una muestra en el Museo de Casilda. Se hizo en junio y por dos meses, ya que gustó mucho. De allí la íbamos a llevar a Arequito pero por razones económicas de traslado no se pudo realizar. Todos los gastos corren por cuenta del artista, me iban a ayudar pero…como todo.

¿Tus obras por donde andan?
En la 669 tengo la bandera, en el 50 lo de Malvinas, en la plaza del centro el monumento a las Madres de Plaza de Mayo, ahí me ayudó Benito Zanet. En la plazoleta del norte la foto de Alfredo Palacios. Me encanta el barrio Gral. San Martín, lo llenaría de obras. En la biblioteca municipal están el Quijote y Las tres ramas del Arte, que muchos la conocen por la clave de sol. Tengo un tanguero en Austria, un caballo de chapón en San Luis, el Quijote a Caballo en Arrecifes con un primo de los Di Palma. Obras chiquitas en Rosario, en Buenos Aires. Un Quijote de acero con el doctor Carlitos Ameri. Un Cristo donado a la parroquia del Valle. Y el otro día vinieron tres profesores del superior 50 e hice tres estatuillas de los tangueros, no sé si para la carrera de diseño o la de computación, ahí me ayudó Guille.


Este es un taller muy especial, desde la ambientación hasta la música.
Sí, en las paredes pongo frases para que algunos piensen, como esta de Picasso:”Nunca hay un momento en el que pueda decir he trabajado duro y mañana es domingo”. Qué razón tenía este genio, hay que meter pata igual. Acá en el taller siempre se escucha jazz, blues, a Enya, ese tipo de música. Cuando estoy pasado de vueltas Enya me relaja y cuando estamos a full jazz, jazz y jazz y por ahí un poco de blues. Ahora suena Charlie Parker. Y acá con Guille hablamos sobre Gabo, de Cervantes y de un montón de otros temas interesantes.

¿Proyectos?
Seguir haciendo esto. Y de acá a dos años, si puedo económicamente, participar en la Bienal del Chaco. Hay que conseguir auspiciantes y no es fácil. Este año la seguí por internet. Hubo muchos trabajos en metal, en acero inoxidable. Ganó un francés pero tenemos muy buenos escultores en el país, en la provincia.

¿Admirás a alguno en especial?
Admiro mucho al maestro Favaretto Forner que es de Santa Fe, gran escultor el viejo. Dejó en vida más de 500 obras para la provincia. Tipo que ayuda mucho, que enseña y tiene el perfil bajo.

¿Cosas en el tintero?
Dejar plasmado mi trabajo en algún lado, en una bienal o algo parecido. Poder dedicarme 10 o 15 días exclusivamente a la obra en sí. Todos los que participaron en Chaco fueron con todo el circo armado. Yo no tengo máscaras especiales ni grandes máquinas. Todo lo que hice lo hice a pulmón, lo mío es más artesanal. Tengo tres chicos estudiando afuera y eso es bravo por la parte económica. Hay algo que nunca aprendí y no lo voy aprender nunca y es hacer guita con esto. A todas mis obras las doné, terminaron en una institución y aunque no lo parezca me siento mejor. Cuando paso por los colegios o las plazas y veo mis obras es algo muy lindo. Algunos lucran y no son artistas, ya que otros trabajan para ellos pero ponen el gancho y cobran y son famosos. Allá ellos. Esta herrería es de piso de tierra y tiene la alfombra de los puchos que fumo. Todo es medio despelotado. Cuando me enchufo le doy hasta las dos de la mañana. ESTO ES MI VIDA.

Oscar Bertolín.

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