FIRMAT. En noviembre Mario D’Angelo y su esposa Graciela Picech fueron degollados en su casa. No les robaron nada y hasta ahora no hay imputados, en un hecho que conmocionó a la ciudad.
A tres meses del doble asesinato del fotógrafo Mario D’Angelo y su esposa Graciela Picech, un hecho que conmocionó a la ciudad de Firmat, la investigación sobre el doble crimen parece haberse centrardo sobre el círculo más íntimo de la pareja, en personas que tenían directa relación con las víctimas. “Es un caso muy complejo en el cual se están cumplimentando diversas medidas periciales y procesales. Estamos trabajando y se está avanzando. En la causa ya hubo más de 15 allanamientos, 200 entrevistas con personas del círculo íntimo de las víctimas, se han trazado 20 perfiles de ADN y 18 fichas dactiloscópicas. Se está trabajando con información reservada y el ojo de la investigación está puesto sobre personas que tenían alguna relación directa con las víctimas”, explicó en un escueto y cauto diálogo con La Capital el fiscal de la causa, Matías Merlo.
Mario D’Angelo tenía 44 años y era fotógrafo social. Su esposa Graciela Picech, de 41 años, se dedicaba a vender bijouterie de alta gama. Desde los años 90 vivían en un barrio apacible de Firmat, cercano al cementerio municipal, a 100 kilómetros de Rosario. Su casa era sobria en aspecto, pero estaba acondicionada para evitar robos con tapiales que tenían pinchos en su borde superior y vidrios reforzados. También contaba con alarma. Su vecino más cercano estaba a unos 20 metros.
De madrugada. El martes 18 de noviembre, pasadas las 21, la pareja llegó en su Volkswagen Passat gris hasta la vivienda de Aristóbulo del Valle y Juan Manuel de Rosas, en el barrio Carlos Casado de Firmat. Volvían tras haber estado unas horas en Rufino realizando trámites personales. Tras cenar, alrededor de las 22.30, Graciela se fue a dormir y Mario se quedó chateando y mirando televisión.
Doce horas más tarde, la mañana del 19 de noviembre, una de las hermanas de Picech encontró los cuerpos sin vida. Graciela estaba sobre la cama matrimonial y Mario en el living, muy cerca de la puerta de ingreso. El televisor estaba encendido con el volumen muy alto. Ambos tenían profundos cortes de degüello. El médico forense ubicó la hora de las muertes entre la 0.30 y las 2 de la mañana; y dijo que la única arma utilizada tendría una hoja de cuatro centímetros de ancho y podría tratarse de una cuchilla. En sus declaraciones de aquel día, el fiscal Merlo reiteró varias veces que el doble crimen fue cometido con “ensañamiento”. Y la escena del crimen llevaba a inferir un asesinato por venganza.
Un días después del hallazgo de los cuerpos los vecinos se autoconvocaron para recordar a las víctimas. Marcelo D’Angelo, hermano mellizo del fotógrafo asesinado, les dijo: “A la familia la va a tranquilizar saber quién lo hizo, pero también queremos saber por qué paso todo esto. Queremos saber qué fue lo que pasó adentro de esta casa porque era gente muy querida por muchos”. Luego no hubo más marchas.
Hipótesis. Durante las primeras horas de la investigación, el fiscal Merlo descartó rápidamente dos hipótesis: el homicidio seguido de suicidio y el robo seguido de homicidios. En la escena del crimen quedaron 53 mil pesos, valiosas cámaras fotográficas profesionales valuadas en unos 9 mil dólares, elementos de electrónica y los teléfonos de las víctimas. Además, el asesino de la pareja entró sin forzar ninguna cerradura. Mató y se fue sin desordenar ningún ambiente. Todo eso sacudió a la población firmatense y de la región, y colocó a Firmat en el plano de los títulos policiales nacionales. No obstante, el fiscal no quiere profundizar públicamente sobre el móvil del hecho hasta que no pueda detener a la persona que dice tener en su radar.
Ante la ausencia de información oficial durante la feria judicial, el rumor de que se había producido una detención por el caso volvió a sacudir la ciudad. La versión hacía foco en que un antiguo novio de Picech, un profesor de artes marciales y técnicas con sables residente en Firmat, había quedado tras las rejas. Pero la detención del sospechoso perfecto nunca existió y el damnificado debió ir de medio en medio aclarando que no sólo no estaba preso, sino que nunca estuvo afectado a la causa, que nunca allanaron su casa y que sólo había prestado declaración ante el fiscal Merlo como otras 199 personas. Su vida, a partir de ese momento, se complicó. Los padres que enviaban a sus hijos a clases de artes marciales dejaron de hacerlo. “Con ese hombre se generó una confusión, pero nunca estuvo afectado a la causa”, explicó ayer el fiscal Merlo.
La “confusión” hizo recordar la suerte del carnicero allanado en Carlos Casado el 20 de noviembre, cuando se realizaba la marcha en recuerdo de Mario y Graciela. Al comerciante se llegó por distintos llamados cruzados con las víctimas. Tras la medida, las ventas de la carnicería cayeron abruptamente.
Visita y amenaza. El martes 26 de enero efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) de Venado Tuerto y el fiscal regional Alejandro Sinópoli realizaron cuatro allanamientos en una vivienda de Rufino, a 150 kilómetros de Firmat. Voceros de la Fiscalía de Melincué, quienes colaboraron en la medida, dijeron que el operativo se llevó adelante “en la casa de una vendedora que, según los registros, tenía una deuda con las personas fallecidas y mercadería sin entregar”. Fue la mujer con la que Mario y Graciela habían almorzado el día de su asesinato. El fiscal Merlo valoró que la medida no aportó datos relevantes para la investigación del crimen.
Otro detalle conocido esta semana y colateral con la investigación del asesinato la brindó un vecino de Venado Tuerto. Dijo que un día no precisado de enero un integrante de la familia Picech recibió una amenaza telefónica. “Dejense de joder o van a terminar como Graciela”, le dijeron. El hecho fue denunciado y dio pie a una investigación que derivó en tres allanamientos: uno en Firmat y dos en Venado Tuerto. El sospechoso fue detenido e imputado por el delito de amenazas en audiencia imputativa. El fiscal Merlo indicó que la información no fue publicitada para no frustrar ninguna línea investigativa. “Se secuestraron varios teléfonos, entre ellos el del cual partió la amenaza y, por el momento, no hay una vinculación directa con el doble homicidio”.