La leguminosa logra producciones de 14.000 kilos de materia seca.
La rotación de los cultivos del tambo se realiza en las lomas del establecimiento de Castelli, provincia de Buenos Aires. Es de cinco años: tres de alfalfa pura, un rye grass tetraploide que se quema a mediados de septiembre para sembrar un maíz de silo, otro rye grass y un segundo maíz de silo.
Lo curioso es que en el planteo de La Polvorilla no hay lugar para las pasturas consociadas. Las razones que esgrimen son varias. En primer lugar, la dificultad de replicar la calidad de un cultivo monofítico en toda la mezcla. «En una pastura polifítica, ¿qué podés poner para vacas de alta producción que no sea una alfalfa de gran calidad? Son pocas las especies que ofrecen la calidad suficiente», advierte Jorge Olmedo. «En cambio, las pasturas monofíticas te permite un manejo con criterio agrícola. Sus protocolos te ayudan a que vos las hagas mejor, sobre todo en lo que respecta al tema malezas, que suele ser el gran problema», asevera.
En la superficie del tambo se manejan con tres cultivos cuyos paquetes tecnológicos van ajustando año a año. Sostienen que no hay mucho margen de error porque se encuentra disponible mucha tecnología nueva sin demasiada complejidad.
La alfalfa no hace tanto que integra la rotación de La Polvorilla. De hecho, ellos aprendieron a hacerla hace apenas cuatro años. «En esta zona no hay alfalfa, diría que es un tema cultural. El primer día que vino Martín Zingoni de Forratec, teníamos alfalfas en pasturas polifíticas y la verdad es que me dio vergüenza mostrárselas. En aquel momento, con las pasturas bien pastoreadas calculábamos 7.500-8.000 kilos de materia seca por hectárea. Entonces le dije a Zingoni que necesitaba que nos llevara a 14.000 kilos materia seca y que la próxima pastura la hiciera el y así nosotros podíamos aprender. Hoy medimos con jaulas de medición y estamos en esos valores en los tres años», enfatiza Olmedo.
En La Polvorilla creen que el éxito de la leguminosa en esa zona pasa por entender que es sinónimo de fósforo, de pH, de calcio, y que hay todo un paquete tecnológico a disposición. Y por tener en cuenta que el protocolo de control de malezas ya está escrito. Así los herbicidas se compran en forma anticipada, fuera del momento que se necesita porque ya saben que irremediablemente los van a utilizar.
«Si la gente hiciera los maíces con el criterio con que hace las pasturas, ¡quizás dejaría de usar maíz!», señala Olmedo.