La cuestión es muy sencilla: el productor hoy puede vender su soja en 20.200 pesos por tonelada, que equivaldrían a 283 dólares oficiales por tonelada en términos teóricos. Pero cuando quisiera convertir ese importe en pesos en dólares billete -a 145$/U$S- ve que sólo puede adquirir 139U$S/t. Es decir, está recibiendo la mitad de lo que le correspondería en un mercado libre, por el doble efecto de los derechos de exportación y del diferencial cambiario.
Con el nuevo nivel de derechos de exportación del 30%, suponiendo que el beneficio se traslade íntegramente al precio en pesos, podría conseguir 143 dólares billete, en vez de 139. Es decir, sigue en una situación muy desfavorable. Entonces, la medida no soluciona la cuestión de fondo que afecta a los agricultores y no tendrá un efecto importante en las próximas ventas.
Por otro lado, la alta inflación imperante tampoco favorece las ventas de los productores. Si no se tiene que pagar alguna deuda o una compra, la reducción del 3% en las retenciones se vería neutralizada por una inflación equivalente en 30 días, si se conserva lo cobrado por la soja en pesos. De acuerdo a la estacionalidad del negocio agrícola, este no es un momento del ciclo en el cual se necesite incurrir en grandes gastos, como si lo será en seis meses cuando arranque la cosecha.
Además, hay que saber diferenciar cuando se habla del «agro», donde hay muchos eslabones que participan en la cadena agroindustrial. Muchas veces se castiga al productor cuando los encargados de liquidar los negocios ya cerrados son eslabones que le siguen.
De todos modos, está claro que el ingreso de divisas proveniente del campo no se alienta con medidas coyunturales, con parches, sino con programas económicos integrales, que contengan reglas claras y de largo plazo, y que reconozcan con justicia el esfuerzo diario de cada sector productivo.
El autor es gerente general de la consultora Az Group
Por: Matías Amorosi – lanacion.com.ar