El delantero de Argentinos Juniors ha sido trascendental surgiendo desde el banco de suplentes durante el Preolímpico y en el cruce ante Irak en París 2024.
La escena se repite, una y otra vez. Argentina está en aprietos y Javier Mascherano recurre al revulsivo que, con una notable efectividad, casi siempre cambia el trámite de los partidos. Es entonces cuando Luciano Gondou, el delantero que se luce en el Argentinos Juniors que dio a luz a Diego Armando Maradona, sale del banco de suplentes, se para al lado de la línea de cal y espera la autorización del árbitro de turno para ingresar al campo de juego.
Y el impacto del blondo delantero, de 23 años y 189 centímetros, suele ser instantáneo. Lo rodea un aura especial, un optimismo que contagia, una implacable intuición para el gol y una combinación de virtudes que lo convierten en una tromba intensa e indomable para los defensores rivales. El plan funcionó una y otra vez, un recurso que los adversarios no consiguen defender pese a su carácter recurrente.
Gondou interpretó un papel protagónico como sustituto desde el primer juego del Preolímpico Sudamericano. En el debut frente a Paraguay, el otro elenco que clasificaría a la cita parisina en aquel campeonato, ingresó a los 84 minutos con la Argentina en desventaja y a los 90’ estableció el 1-1. Otra vez relevo, en la segunda jornada ante Perú tardó apenas tres minutos para sentenciar las ilusiones incaicas de una remontada. Ante Chile, en la goleada por 5-0, volvió a marcar pero fue el quinto del abultado triunfo.
Pero el gol más trascendental de Gondou sería en la última jornada de la ronda final, un siempre determinante clásico ante Brasil que aumentó su relevancia por el contexto: el ganador clasificaría a los Juegos Olímpicos de París 2024. Y Gondou, quien inició como titular, se elevó por encima de todos los mortales para rubricar el tanto de la victoria y emitir el boleto hacia la capital francesa.
Ya en suelo galo, Gondou volvió a ser suplente, relegado en una delantera reforzada con Lucas Beltrán y el campeón del mundo Julián Álvarez. En la caída inicial ante Marruecos entró por Beltrán a los 69 minutos pero no pudo anotar, más allá de que su inclusión le aportó intensidad al ataque argentino. Ante Irak, en una tarde urgente, ingresó en lugar del mediocampista Santiago Hezze a los 60 minutos. Los tres puntos eran obligatorios para una Argentina que se frustraba hasta que su héroe atendió la llamada nacional: en la primera pelota que tocó, apareció por el segundo palo para conectar con un cabezazo el centro de Kevin Zenón y devolver la calma a su país en busca de los cuartos de final.
Las estadísticas no mienten: Gondou promedia un gol cada 58 minutos de juego. En total anotó cinco dianas, la mayoría de ellas fundamentales para desarticular el pánico albiceleste, en nueve encuentros. Su presencia es una garantía para el entrenador Javier Mascherano, una carta que poner sobre la mesa ante la adversidad.
“Con Luciano soy injusto -advierte Mascherano ante el micrófono de FIFA-. Porque muchas veces merece más minutos de los que le doy. Lamentablemente la competencia en esa posición es fuerte, pero sabemos que los minutos que entra son de calidad. En ese sentido, a mí como entrenador, no me es fácil convencer a un jugador de que muchas veces no es la cantidad, sino la calidad. Pero él lo entiende porque es un chico inteligente, que siempre entra preparado”.
Y Gondou siempre está preparado. “El secreto creo que es el trabajo -responde ante la pregunta de FIFA-. Es siempre estar positivo, siempre a disposición cuando el técnico me necesite. Con los chicos siempre observamos cómo se va dando el partido, cómo podemos dar soluciones a nuestros compañeros que por ahí ellos no lo ven en la cancha. Poder brindarles soluciones, porque uno entra del banco y tiene que brindar eso”.
El joven argentino es uno de los delanteros más interesantes de la liga local de su país. Durante tres temporadas se lució con la camiseta de Sarmiento de Junín, antes de ser contratado por Argentinos Juniors en donde floreció aún más en su faceta goleadora. Pese a su altura, Gondou es un jugador intenso que tiene la facilidad para jugar como único centro delantero o moverse por fuera acompañando a una segunda punta.
En la Selección, sin embargo, le ha tocado cumplir un rol teóricamente secundario. Primero en el Sudamericano, donde Mascherano priorizó a Santiago Castro como principal referencia ofensiva, y luego en unos Juegos Olímpicos donde quedó por detrás de la dupla Beltrán-Álvarez. “Hablé con Javi (Mascherano), siempre nos mantuvimos en contacto tanto con él como con el cuerpo técnico. Y a veces me usa de interno como lo hice en algún amistoso, o de nueve como en el Preolímpico. Al fin y al cabo a mi me viene bien, los puestos en los que me pone, me siento cómodo. Puedo jugar por fuera, por dentro, más retrasado. Darle esa flexibilidad al entrenador es importante”.
Como expuso Mascherano, convencer a un delantero autor de goles importantes de aceptar su rol como suplente no suele ser una tarea sencilla. Pero Gondou, dispuesto a entregarse por el equipo, no dudó y trabajó en consecuencia para exprimir al máximo cada minuto: “Hago un trabajo psicológico con un profesional, que yo creo que es muy importante. Me mantiene siempre en eje. Tanto el profesional, como mi familia en la que intento apoyarme mucho y me hace muy bien, me mantienen siempre en eje. Y eso me hace sentir muy seguro dentro de la cancha”.