La soja ya no tiene un manejo sencillo y enfrenta importantes desafíos productivos. Clarín Rural habló con distintos técnicos de la zona núcleo para conocer cuáles serán las claves de las futuras tácticas agrónomicas.
La producción de soja plantea cada campaña nuevos desafíos. Más allá de las problemáticas puntuales que se dan cada año, también se suman las cuestiones técnicas que hacen al modelo de producción de largo plazo.
Clarín Rural dialogó con productores y técnicos que trabajan en distintas áreas productivas de la zona central del país y ellos contaron los desafíos generales y particulares que tienen por delante en el manejo de la oleaginosa.
Para Martín Díaz Zorita, asesor técnico e investigador del Conicet, en el manejo productivo de la soja se están consolidando determinados modelos técnicos mientras que hay otros que requieren renovación.
El desafío, dice, estará centrado sobre los aspectos agronómicos a renovar. “Consistirá en tomar un conjunto de decisiones técnicas más apropiadas para cada ambiente del campo y no aplicar repetitivamente el mismo modelo. De esta manera, el desafío será cómo y dónde vamos a producir soja, para luego aplicar la tecnología que permita superar las limitaciones y aprovechar el potencial productivo de ese ambiente”.
También Díaz Zorita se refiere a que en soja serán necesarias nuevas soluciones agronómicas, mientras que otras cuestiones técnicas se pueden mantener con manejos ya conocidos. Y para hacer la diferencia entre ambos aspectos, cita dos temas clave de actualidad: uno es el manejo de las malezas problema y el otro la nutrición mineral.
Respecto al primero comenta: “Habrá que ajustar el manejo para abordar la problemática con un enfoque más sistémico. Por ello, por ejemplo, será importante comenzar con los controles desde el cultivo antecesor. Trabajar sobre los problemas desde más temprano y establecer manejos de calidad evitará escapes de especies y, a su vez, menor cantidad de aplicaciones de rescate”.
En materia de nutrición mineral, y considerando que la soja en la zona central está acusando la deficiencia de determinados nutrientes, el técnico destaca la importancia de conocer mejor los suelos para armar la mejor estrategia tecnológica desde los tratamientos de semilla hasta la cosecha del cultivo. “Mejorar la toma de decisiones e intensificar los manejos permitirá bajar los riesgos productivos así como también evitará las situaciones de no producción”, resume.
Por su parte, el asesor técnico Carlos Grosso, de Piamonte, en la región central de Santa Fe, sostiene que para él cada campaña de soja es distinta y más compleja. Por ello, plantea que la apuesta productiva por delante será poner el máximo conocimiento por hectárea y advierte, respecto a la complejización del sistema: “Antes producir soja, muy sencillamente, era aplicar un herbicida preemergente, un graminicida, 100 centímetros cúbicos de cipermetricna y endosulfan. Actualmente, hay que combinar mucho más moléculas desde el principio hasta el final del cultivo”.
Grosso destaca que los problemas de malezas resistentes y tolerantes más severos ya están instalados en su zona, aunque también habla sobre el comportamiento atípico de las plagas. Pensando en esto, subraya que ya no se puede trabajar aplicando una receta. “Hay que estar más arriba de los lotes, trabajar el doble, para no tener más pérdidas de rendimiento. La soja ya no es un ‘yuyo’. Todos los años surgen nuevos problemas y los costos de producción vienen en ascenso”, afirma el técnico santafesino.
En representación del sudeste cordobés habla Santiago Lorenzatti, gerente de producción del Grupo Romagnoli. El técnico se refiere a un problema puntual que ellos están teniendo en sus campos por tantos años de rotaciones agrícolas en siembra directa y que él considera que será una cuestión técnica por resolver en los próximos años. “En las últimas campañas se ve una alta presión de patógenos del suelo causantes de diversas enfermedades en la emergencia y en diversas etapas del cultivo. Este año también se vio esto, pero las pérdidas de stand de plantas aun no repercuten en el rendimiento ya que la soja compensó fallas”, sostiene.
Aunque sea un tema más que hablado en toda charla técnica, Lorenzatti habla de la importancia de las rotaciones agrícolas para manejar el problema del momento: las malezas de difícil control. “La presencia del cultivo debe ser la principal competencia para la maleza, más allá del tratamiento herbicida que se quiera brindar. Las rotaciones y el monitoreo hacen a una táctica preventiva para retrasar la entrada del problema al lote”, afirma el técnico.
Otro técnico que coincide con Lorenzatti en la importación de las rotaciones es Sebastián Villena, asesor agronómico de dos grupos CREA, uno en Pergamino y otro en Gualeguay, Entre Ríos.
“El desafío que estamos buscando en el CREA Pergamino es a nivel de sistema y pasa por ver cómo incorporar mayor cantidad de dobles cultivos a la rotación para desplazar a la soja de primera. El objetivo es aprovechar más los recursos disponibles e incorporar diversos cultivos para competir con las malezas problemáticas”, comenta Villena.
A partir de los cambios en las estrategias herbicidas, en la dinámica poblacional de las plagas y en el aumento de la presión de enfermedades de fin de ciclo que tienen en el noroeste de Buenos Aires, según Villena, se desprenden dos temas importantes y asociados para el futuro de la soja. Uno de ellos asociado a la planificación productiva y el otro relacionado a la sustentabilidad. “Es muy riesgoso estar lejos de los lotes. Hay que ir definiendo la mejor estrategia para el manejo del sistema. Y esto hace a la sustentabilidad porque estamos buscando la mejor estrategia productiva para sembrar soja atrás de otro cultivo”, explica.
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La cosecha avanza
De acuerdo al último panorama agrícola de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en soja, “sin lluvias registradas durante las últimas dos semanas, muchos lotes y caminos rurales lograron recuperarse luego de las abundantes precipitaciones acumuladas a principio del mes”.Al momento, cita el informe y, en mayor o menor medida, ya comenzaron las labores de cosecha en todas las áreas productivas de la soja de primera y de segunda.De esta forma, se alcanzan las 8,4 millones de hectáreas trilladas, con un rinde promedio de 31,8 qq/ha.
Este rendimiento promedio se encuentra bastante por debajo de los esperado por los productores en varias zonas productivas de mayor potencial.Asimismo, los rendimientos logrados en algunas regiones de la zona central del país y del norte argetino estaría compensando las caídas en la producción de la oleaginosa en las mejores zonas.Por su parte, destaca la entidad porteña, la cosecha de la soja de segunda, con mucho menor superficie que la de primera, viene avanzando a gran velocidad y con resultados productivos muy estables.
La industria atiende a su propio juego
Con una visión más empresarial de los desafíos de la soja, Clarín Rural habló con el presidente de Arpov (Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales), Roberto Enriquez, quien dijo que el mayor desafío de la industria semillera para soja y otras especies autógamas es solucionar el problema de ilegalidad que existe en el uso de las semillas. “Hay un bajo desempeño de legalidad en el mercado de semillas de soja. En él, solo el 40% de las semillas sembradas, de las veinte millones de hectáreas, reconoce la propiedad intelectual del obtentor a través de la compra de la semilla fiscalizada o el pago de la regalía extendida”, dijo Enriquez. Luego agregó que si se respetara la propiedad intelectual de las semillas el productor podría acceder a mayor cantidad de variedades y de más calidad, ya que de esta forma habrá un impulso a los programas de mejoramiento genético del cultivo, además de tener un país que crecerá productivamente más rápido.
Fuente: Clarin – POR PABLO LOSADA