La secuencia de cosechas récord en EE.UU., Brasil y la Argentina inundaron el mercado más allá del poder de compra de la demanda; las perspectivas no son alentadoras
La tarea no es grata, pero sí necesaria. Ya es tiempo de bajar de la posición central de la repisa el cuadro con la pizarra de la Bolsa de Chicago que inmortalizó el precio récord de la soja, de 650 dólares por tonelada. Fue el 4 de septiembre de 2012; pero vivir de recuerdos y añoranzas puede ser riesgoso.
En estos tiempos, donde el viento pega de frente, la soja en la Bolsa de Chicago deambula entre los 335 y los 355 dólares por tonelada, pero el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) advirtió en su último informe mensual de oferta y demanda de granos en el nivel mundial que durante la nueva campaña 2015/2016 el valor de la oleaginosa puede llegar a tocar un piso de «303 dólares por tonelada», en una proyección de precios que tiene, según el organismo, un techo de 358 dólares.
«El productor aún no ha tomado suficiente conciencia del cambio de rumbo que se está dando en el mercado de soja, donde Estados Unidos va rumbo a consolidar un volumen de producción arriba de los 100 millones de toneladas; Brasil apunta a ubicar su cosecha entre 95 y 98 millones como objetivo muy posible, y donde la Argentina está a punto de fijar su mayor marca histórica en 60 millones de toneladas», advirtió Sebastián Olivero, director de AgroTecei Consultores.
Esa falta de aceptación del nuevo escenario queda expuesta en el volumen de operaciones «a fijar» (se entrega la mercadería al comprador pero se difiere la puesta de valor, a la espera de eventuales subas en el mercado). Según datos actualizados por el Ministerio de Agricultura de la Nación el miércoles pasado, de las 23.729.100 toneladas de soja del ciclo 2014/2015 comercializadas, 9.154.400 toneladas están sin precio firme, es decir, el 38,6%. Un año atrás, de las 19.239.500 toneladas negociadas estaban sin valor 4.343.600 toneladas, es decir, un 22,6 por ciento. Hoy, frente a perspectivas de mercado peores que las vigentes un año atrás, el productor expone al «riesgo bajista» un mayor volumen de granos.
Olivero explicó que muchos productores siguen confiando en que la avidez de la demanda internacional resolverá la tendencia bajista que se viene registrando. «Y si bien la demanda goza de buena salud y los bajos precios la favorecen, la cuestión central es que el crecimiento de la producción mundial ha sido superlativo. Tanto es así que durante la campaña 2014/2015 aumentó en 34 millones de toneladas, más del doble de lo que creció el consumo. En nuestro análisis, ello equivale a una formación de precios más influenciada por la oferta que por la demanda», aseguró el consultor.
Pese a que hoy existe consenso en el mercado en cuanto a que resulta difícil imaginar que en el ciclo 2015/2016 vuelvan a repetirse rindes prácticamente récord, tanto en EE.UU. como en Brasil y en la Argentina, la campaña arrancará con un abultado tanque de reserva, configurado por grandes stocks iniciales. «Concretamente, el USDA los estima en 85 millones de toneladas, 22 millones arriba del inicio de la temporada agrícola anterior», detalló Olivero.
CAMBIO DE ESCENARIO
Para comprender mejor el por qué de la caída de precios, y más allá del importante incremento registrado en las cosechas de Brasil y de la Argentina, hay que mirar la evolución de las existencias en los Estados Unidos. Con una cosecha de 91,39 millones de toneladas, la campaña 2013/2014 concluyó con existencias de 2,50 millones. El aún vigente ciclo comercial 2104/2015, que ostenta el récord productivo de 108,01 millones de toneladas, apunta a dejar un stock de 9,51 millones. En tanto que para la nueva temporada agrícola 2015/2016, el USDA proyectó en su último informe mensual un volumen de 104,78 millones de toneladas y un remanente al término de la misma de 13,61 millones. Es decir, en apenas 3 años, las existencias finales de los Estados Unidos evidencian un incremento potencial del 444,4 por ciento. Con este dato frío se mueve hoy la Bolsa de Chicago.
«El mercado hoy está tratando de decirle al agricultor en el nivel mundial: «No siembre más soja»», dijo a LA NACION desde Chicago Charlie Sernatinger, director global de Futuros de Granos de EDF Man Capital. El ejecutivo agregó que los productores se vienen manejando con los buenos precios vistos en las últimas tres campañas, «pero ahora, que la demanda de China se ha estabilizado, producto de una industria más madura, es la oferta la que tiene que ponerse en línea y, a la luz de los elevados volúmenes de las cosechas, aún no lo ha hecho».
Por todo lo expuesto, hoy la realidad del mercado global de soja está muy lejos de los momentos de bonanza de precios que sustentaron un modelo agropecuario que en la Argentina fue exacerbado en igual medida por el Gobierno y por el productor. El primero, por ver en la oleaginosa una vital fuente de ingresos para las arcas del Estado, particularmente vía derechos de exportación. Y el segundo, por reconocer en la producción de soja una actividad con un rápido retorno económico y con costos muy inferiores a los vigentes para otras labores rurales.
Así fue como a la vista de todos, y a fuerza de precios récord, la soja corrió de su camino a otras actividades agropecuarias; avanzó sobre bosques y montes; desplazó comunidades, y presionó más allá de lo prudente sobre el mercado de alquileres. Ya en los últimos años, los pooles de siembra integrados por inversores ajenos al mundo rural, vitales en el movimiento expansivo de la oleaginosa, levantaron vuelo como las golondrinas que llegan en el verano y se marchan con los primeros fríos. Todo, en no más de 15 años.
Para Adrián Seltzer, operador de la firma corredora Granar SA, el actual escenario, de precios bajos y costos elevados, va a tener un fuerte impacto en el interior de la Argentina, y fundamentalmente en zonas alejadas de los puertos, donde la incidencia del costo del flete es muy importante. «En las denominadas zonas marginales van a quedar campos sin sembrarse en la campaña 2015/2016. Específicamente hablo de áreas del NOA, el NEA, San Luis, La Pampa, Entre Ríos e incluso de Córdoba», aseguró. Y añadió: «En muchas de estas regiones la actividad era rentable unos años atrás, cuando el rinde de indiferencia oscilaba de 10 a 12 quintales de soja y el rendimiento promedio histórico iba de 22 a 25 quintales. Pero hoy, la suba generalizada de costos, combinada con la baja de precios, muestra rindes de indiferencia similares o superiores a los resultados potenciales de la región, lo que las quita del sistema».
Para Olivero, la proyección de precios para 2015 se presenta con riesgos bajistas adicionales en la medida que se concreten las estimaciones que hizo el USDA en su último informe mensual. «Hay que tener en cuenta que el organismo calculó los stocks mundiales 2015/2016 de soja con un importante incremento de más de 10 millones de toneladas y lo impulsó hasta los 96,22 millones, un volumen que queda un 51,77% por encima de los 63,40 millones de toneladas del ciclo 2013/2014», indicó.
Sernatinger, por su parte, explicó que si bien las últimas cifras dadas por el USDA deben constatarse en la realidad con el paso de los meses, siempre hay que proceder con la suposición de que vamos a tener un tiempo normal para el resto de la campaña agrícola. «A la luz de las estadísticas, no podemos encarar un análisis de mercado desde la suposición de un problema climático que ocurre una vez cada nueve años», advirtió. Y fue más allá con su análisis sobre el rumbo del mercado: «Los precios de la soja estarán entre 340 y 367 dólares hasta el mes próximo, tras lo cual deberían bajar, ya que los agricultores se vuelven más confiados sobre la evolución de los cultivos. Por eso, y siempre según las proyecciones del USDA, deberíamos ver una baja hacia el tiempo de la cosecha estadounidense, con mínimos en torno de los 323 dólares en diciembre», dijo el ejecutivo.
PUNTO DE INFLEXIÓN
En opinión de Seltzer, hasta aquí tuvimos varios años en los que crecer en producción de soja era funcional para todas las partes: renta para la parte privada y buena recaudación para el Estado. «Hoy la soja no es rentable con la carga impositiva actual. Además, los precios internacionales del resto de los granos, combinados con las limitantes locales del mercado, tampoco permiten pensar en cambiar de cultivos. Por ende, el camino es hacer el recorrido inverso al de los últimos años y empezar a decrecer en área de siembra, algo que no es sano ni favorable para ninguna de las partes. También hay que tener en cuenta que el aporte del campo al Tesoro Nacional hoy tiene una participación menos relevante que 10 años atrás», detalló.
Para este operador, que a diario interactúa con productores de diferentes puntos del país y de realidades diversas, la crisis de los precios de la soja podría constituir una oportunidad. «Considero que ésta coyuntura debería verse como una oportunidad para rever la agricultura en la Argentina. En pocos meses habrá un cambio en el Poder Ejecutivo y sea del signo político que sea quien reemplace a la presidenta Cristina Fernández, debería lograr dar -junto con el resto de los actores del sector- un nuevo impulso a una actividad que es fundamental para la economía nacional y para el desarrollo del interior. Mantener, bajar o quitar retenciones de este o de aquel producto no deberían ser las únicas propuestas», reclamó Seltzer.