Cuando las horas de descanso disminuyen por algún trastorno del sueño, el metabolismo hormonal y el funcionamiento del cerebro se alteran. Mirá lo que le ocurre a tus células.
Cuando el sueño falta, el metabolismo se altera muchísimo. Lo primero que ocurre es un cambio hormonal, porque la alteración que ocurre en el cerebro desencadena la estimulación de la hormona del stress, denominada cortisol. Esta hormona tiene un poder enorme sobre todo nuestro metabolismo que afecta cada una de nuestras células.
Esto afecta directamente el cerebro y a los neurotransmisores y la consecuencia última es la muerte neuronal, pasando antes por estados ansiedad y depresión.
Cuando el sueño esta alterado, el cortisol produce un aumento de azúcar en la sangre (sin haber comido nada) porque fuerza al hígado a que libere los depósitos de glucógeno, en forma de azúcar. Esto lo podemos ver en las personas diabéticas, que cuando tienen alterado su sueño, aunque hagan ayuno, mantienen glucosas altas en su sangre, debido a que se libera glucosa desde el hígado. Por otro lado, el cortisol, a nivel de la grasa, tiene la facultad de aumentar su recambio: por un lado la degrada y por el otro lado la reubica. La remueve desde las extremidades, desde las caderas y la coloca nuevamente en la parte de la cintura y en la parte superior de la espalda.
Además, el cortisol alto deteriora la síntesis de proteínas y las degrada, por esto se comienza a debilitar el pelo y se produce su caida. Por la misma razón, también disminuye la síntesis del musculo, generando atrofia muscular. Esto se agrava por el sedentarismo que ocasiona la fatiga crónica de las personas insomnes, que les impide hacer ejercicio. Los músculos se van aquietando y se van reemplazando en su estructura por tejido adiposo. Así se va perdiendo la masa muscular de brazos y de piernas.
Los cambios metabólicos que generan el insomnio se producen aun sin cambios en la alimentación. Pero igualmente se pueden producir por la ansiedad y la necesidad de energía. Hay neurotransmisores que se disparan en las personas que no duermen, que aumentan el apetito. Uno se llama dynorphin, y es una sustancia que genera mayor ingesta al registrar menos horas de sueño en forma crónica. Así comienza el aumento de peso.
Ninguna parte del cuerpo deja sin tocar el cortisol, en su paso por el metabolismo de todas nuestras células. El hueso también va a disminuir en su síntesis y va aumentar su degradación generando osteopenia y, eventualmente, osteoporosis.
En la sangre, el cortisol aumentado tienenun impacto, en especial sobre los glóbulos blancos. Estos disminuyen tanto en número, calidad y tiempo de vida, y asi disminuyen las posibilidades de defensas, porque el cortisol es un inmunodepresor y las personas insomnes por más de 3 meses comienzan a complicarse con infecciones bronquiales o infecciones urinarias o digestivas.
El cortisol alto promueve el aumento de la coagulación y de la viscosidad sanguínea, esto predispone a eventos de trombosis que pueden ser de la retina o el oído o, pequeños accidentes isquémicos en el cerebro.
La falta de sueño eleva la adrenalina junto con el cortisol, y esto se complica con hipertensión arterial.
Como vemos, el metabolismo es un conjunto de cambios químicos y biológicos que ocurre en toda las células de nuestro organismo y el insomnio puede alterarlo de muchas maneras.
Nos gira las agujas del reloj de cada célula en forma opuesta a su supervivencia.
Pero esto no es todo. Hoy conocemos cambios que pueden ocurrir a nivel genético, como son adquiridos desde el medio ambiente: los llamamos epigenéticos, pero también son cambios metabólicos.
El insomnio altera la bioquímica del ADN y el número de replicaciones de la célula se acorta. Una parte del ADN, denominado «telómero» es su reloj biológico y determina cuántas veces una célula se puede llegar a reproducir. Por ejemplo, el fibroblasto, la célula que genera el colágeno, que sostiene todo nuestro cuerpo, detiene sus reproducciones cuando tenemos subas crónicas de cortisol por largo tiempo de insomnio. Por lo tanto, no dormir bien, envejece y deteriora el cuerpo.
Por la doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica (UBA), especialista en Endocrinología. (clarin.com.ar)