El IFPRI, un instituto internacional de investigación, afirma que aun se puede aumentar los rindes hasta un 67 por ciento para 2050.
“La velocidad a la que crece la población mundial y, a su vez, el crecimiento del ingreso medio, indican que se requerirá cada vez más alimentos que consumen grandes cantidades de recursos. Hay mucha presión sobre el sistema productivo”. Eso dijo la semana pasada el biólogo italiano Nicola Cenacchi, quien trabaja en el Instituto Internacional de Investigación en Políticas de Alimentos (IFPRI), con base en Washington, y cuyo campo de investigación es el incremento de la productividad como herramienta para reducir la pobreza en países en vías de desarrollo.
“En este contexto, debemos reducir los desperdicios de alimento mejorando la distribución y en muchos casos facilitando tecnologías para su conservación. Otro desafío de fondo, muy difícil de llevar a cabo, es impulsar un cambio en las tendencias de consumo, para que se consuman alimentos con menor demanda de recursos. Pero definitivamente debemos invertir en innovación y en tecnología para la producción de alimentos”, añadió el italiano.
Clarín Rural conversó con Cenacchi en Rosario, adonde fue invitado por la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), la Cámara Argentina de Sanidad y Fertilizantes (Casafe) y ArgenBio para presentar en el XXII Congreso de Aapresid un trabajo que evalúa las mejores tecnologías disponibles para aumentar los rindes de trigo, maíz y arroz en cada región.
“Cruzamos la información de un simulador del crecimiento económico global con la de un simulador del crecimiento en la producción de alimentos para calcular los precios que tendrán los alimentos en el futuro y la cantidad de calorías disponibles que habrá, y a partir de esos datos definir cuáles son las mejores tecnologías disponibles para cada realidad”, explicó Cenacchi.
Según el informe del IFPRI, para el 2050 será necesario duplicar la producción de cereales sin usar más recursos que los que se usa actualmente. “En el escenario de cambio climático, de mayores temperaturas y más precipitaciones, serán fundamentales las tecnologías relacionadas con la conservación del suelo (como la siembra directa y la fertilización), el mejoramiento de las semillas (para la tolerancia al calor y para un mejor uso del nitrógeno) y los productos fitosanitarios”, dijo el biólogo.
Las innovaciones tecnológicas que evaluó el instituto son: la protección de cultivos, el riego por goteo o por aspersión, la recolección de agua, la tolerancia a sequía y a estrés calórico, el manejo integrado de la fertilidad del suelo, la siembra directa, la eficiencia de uso de nutrientes, la agricultura orgánica y la agricultura de precisión.
“Algunas tecnologías son conocidas pero en muchos lugares aun no fueron adoptadas. Otras recién se están empezando a implementar, como el maíz resistente a sequía en África. Son desarrollos positivos desde el enfoque del aumento de la productividad y del ahorro de recursos. Pero las mejores tecnologías no son siempre las mismas, sino que dependen de cada ambiente y de cada región”, indicó Cenacchi.
Entre otros datos, el informe afirma que la implementación de la siembra directa podría incrementar los rindes globales del maíz en un veinte por ciento, y que si además se la combinara con el riego, el incremento sería del 67 por ciento para 2050. En la producción de trigo, según el IFPRI, las variedades resistentes al calor podrían aumentar los rindes un 17 por ciento, y combinadas con el riego el crecimiento sería del 23 por ciento. “La combinación de tecnologías agrícolas podría reducir el precio del maíz en un 49 por ciento, el del arroz en un 43 por ciento y el del trigo en un 45 por ciento gracias al aumento de la productividad”, afirma el trabajo.
Al respecto, Cenacchi afirmó que tanto las tecnologías como la manera de implementarlas y difundirlas difiere mucho según las características ambientales y culturales de cada región, y que la interacción de los productores locales con los gobiernos y las ONGs es fundamental en ese sentido.
Fuente: Clarin.com.ar