En mayo de 1982 las fuerzas británicas desplegaron comandos hacia el continente para destruir a los aviones Súper-Étendard argentinos y sus misiles Exocet. Por Oscar Bertolín.
El Gabinete de Guerra Británico, luego del hundimiento del Sheffield y por temor a que los Exocet AM-39 dejaran fuera de combate a alguno de sus portaaviones, dio la orden para hallar un modo de destruir la Base Aeronaval Almirante Hermes Quijada, en Río Grande, Tierra del Fuego.
Primero se consideró atacar con aviones cazas Harrier, pero eso implicaba que los portaaviones se acercaran demasiado a la costa, donde podrían alcanzarles los aviones argentinos. Luego se pensó en utilizar bombarderos Vulcan. Pero este bombardeo a la parte continental argentina podría disparar una reacción en cadena adversa de otras naciones latinoamericanas. E incluso la aplicación del T.I.A.R. (tratado de defensa regional), tal como se lo planteó Ronald Reagan a Margaret Thatcher.
Desde el principio de la contienda Sidney Edwards, oficial de comandos S.A.S. (Special Air Services), se trasladó a Chile para coordinar la asistencia de ese país al esfuerzo bélico británico. Con el consentimiento de Pinochet, obtuvo el permiso del Jefe de la Fuerza Aérea Chilena, General Fernando Matthei, para transmitir información sobre los aeropuertos argentinos. Es así que entre los comandos ingleses que operaban en Chile y los comandos ingleses infiltrados en territorio argentino empezaron a transmitir información clasificada con un enlace satelital directo el Cuartel de la Marina Británica en Northwood sobre el movimiento de los aviones argentinos.
Gracias a esos datos el Cuartel General de los S.A.S. en Stirling Lines, Hereford, Gales, empezó a planificar una operación comando contra la base de Río Grande. Días después el Escuadrón B del Regimiento 22 de los S.A.S. iniciaba su entrenamiento para tomar un aeropuerto enemigo. Nacía así la Operación MIKADO (vocablo japonés que significa La Puerta). El punto de partida de esta operación sería la base norteamericana de Widedake, en la isla británica de Ascensión. Desde allí partirían dos aviones Hércules pintados con camouflage y distintivos idénticos a los usados por los argentinos. Estos aviones embarcarían 55 comandos y 3 Land-Rover artillados. Un grupo iría a destruir los Súper-Étendard, otro a los 3 misiles que quedaban en los arsenales de la base y el tercero se dirigiría a las barracas donde dormían los 10 pilotos de la 2da. Escuadrilla de Caza y Ataque para asesinarlos. Luego de esto con explosivos tendrían que abrir un cráter en la pista para impedir que volviera a ser usada. Si el tiempo alcanzaba los S.A.S. deberían también destruir los 6 cazas Dagger y los aviones de reconocimiento Neptune.
Antes de la llegada de los dos Hércules al continente, otro grupo de comandos debería realizar una tarea de reconocimiento y colocar una radiobaliza cerca del aeropuerto para orientarlos. Los encargados de esta tarea serían transportados en un helicóptero Sea King que partiría desde un buque británico. Esta aeronave serviría también para evacuar atacantes en caso de que los Hércules fueran averiados. La fase final de Mikado preveía el escape de los aviones y el helicóptero hacia Chile, donde pedirían asilo con la excusa pre-acordada de un desperfecto mecánico. Incluso si esto no podía ser los S.A.S. tenían orden de recorrer con los Land-Rover artillados los 80 km que separan a la base de la frontera, abriéndose paso a los tiros si fuera necesario.
Para llegar a Tierra del Fuego los Hércules deberían recorrer 11.700 km, lo que haría necesario reabastecerse en vuelo en varias oportunidades. Esto significaba movilizar la mayor parte de los aviones cisterna VC-10 Víctor de la RAF. Por eso el 07 de mayo Gran Bretaña solicitó a la OTAN que le cediera aviones cisterna KC-135 para esta misión.
La decisión final chilena de ser parte del ataque a una base argentina fue tomada directamente por Pinochet el 15 de mayo. A cambio obtuvo el compromiso que el Reino Unido respaldaría política y militarmente a Chile frente a cualquier respuesta que esta operación generara entre los militares argentinos.
Para el 16 de mayo los datos enviados por espías ingleses y chilenos no eran los mejores para la inteligencia británica: el sistema de vigilancia argentino era mejor de lo que suponían y los podrían detectar 30 millas antes de llegar al continente e identificarlos. Ese mismo 16 de mayo el destructor Bouchard estaba fondeado entre Cabo del Medio y Cabo Domingo, a 2 millas náuticas de la costa: 19:05 a 19:10 hs: el radarista del Bouchard observó un eco pequeño e intermitente, 19:12 hs: se convirtió en 3 ecos nítidos, con un punto muy intenso y una V saliendo del mismo, típico de los gomones. Los 3 ecos, firmes y con movimiento inteligente, imposible de imitar por fenómenos naturales o por fauna, se movían en formación. 19:22 hs: el radar de control de tiro MK 25 logró adquirir los blancos y se solicita autorización para abrir fuego con los cañones de 127,2 mm de la batería principal. 19:23 hs: el rumor hidrofónico detectado daba cuenta de la presencia de un submarino en la zona. 19:25 hs: se recibió autorización de abrir fuego y así se hizo. Al hacerlo los ecos se abrieron en forma de abanico en alejamiento del buque. Uno de los blancos desaparece del radar ( le habrían acertado a uno de los gomones) y el resto detiene su avance, cambiando rumbo en dirección al objeto nodriza de donde se habían desprendido anteriormente. Se decidió ir en su búsqueda pero la niebla impedía el contacto visual a pesar de haber encendido todos los reflectores. 20:40 hs: se dio por terminada la búsqueda. El 17 de mayo 3 gomones abandonados fueron hallados frente a la ciudad de Río Grande. Coincidiendo con lo informado por el Bouchard.
En los primeros minutos del 18 de mayo el helicóptero Sea King HC-4VC, matrícula ZA-290 con tres tripulantes, nueve S.A.S. y una radiobaliza a bordo ingresó al continente a través de la Bahía San Sebastián, zona fronteriza entre Argentina y Chile. Según la versión oficial inglesa y la de Nigel West, autor del libro La Guerra Secreta por las Falklands, historiador de temas militares y para algunos miembro de la inteligencia británica, este helicóptero despegó desde el Invincible a las 00:15 hs. Otro Sea King, matrícula ZA-292, lo acompañó más retrasado como nave de apoyo. Según el historiador español Jorge Muñoz, autor de varios libros sobre Malvinas, el helicóptero podría haber despegado desde el aeródromo de Punta Arenas (Chile). Volando desde el oeste penetró en el espacio aéreo argentino y una vez internado en el mar unas 40 millas viró y se dirigió nuevamente hacia el continente. El ex Almirante argentino Horacio Zatiegui, responsable del área durante la guerra, en 1983 aseguró que el helicóptero detectado por los redares provenía de Chile y no de un portaaviones como dicen los ingleses y chilenos. Y que fue detectado cuando volvía de una misión de reconocimiento a la planta de combustible de la Bahía de San Sebastián. Zatiegui antes de la guerra había recibido entrenamiento en inteligencia en el Reino Unido.
Pero volvamos al 18 de mayo de 1982, los comandos desembarcaron y se ocultaron entre unas lomas cerca del río Silva, en territorio chileno, esperando órdenes. Para algunos analistas el lugar de espera habría estado situado en la estancia Las Violetas, en la zona argentina de la isla. Mientras tanto 2 Hércules del Escuadrón Especial 47, matrículas XV-179 y XV-200 despegaron de Ascensión. Ese día el Bouchard navegaba por la Bahía Esperanza cuando detectó un contacto desconocido volando a 160 km/h, viniendo desde Chile. Lo localizó a 45 km al sur de Río Grande. Más tarde lo volvió a detectar sobre la estancia de Sara Brown, campo argentino propiedad de una familia inglesa. Cinco minutos más tarde el radar lo detectó con rumbo sur, sobre espacio chileno, hacia el faro de Punta Arenas. Entonces le informó al destructor Piedrabuena, fondeado más al norte, que tenía “un pajarito en la cotorra” (intruso detectado por radar). Minutos más tarde el radar de la base también lo detectó. El peligro de ataque disparó la alarma. Esa noche los conscriptos y oficiales fueron movilizados alrededor del aeropuerto. Seis helicópteros fueron enviados a la zona donde se detectó el eco. A su vez los sensores del comando inglés indicaron que habían sido detectados por los radares argentinos. Los ingleses vieron una bengala en el horizonte. Un rato después una segunda bengala se observó mucho más cerca de la aeronave y los tripulantes informaron que la misión corría peligro. Edwards, que estaba en Chile, recibió la orden desde Londres de abortar la misión y la misma fue transmitida de inmediato a los pilotos del Sea King. El helicóptero se dirigió hacia el paraje Cañada de Los Cuervos. Allí los tripulantes incendiaron la nave y destruyeron el equipo de comunicaciones y las claves e improvisaron un campamento. Los Hércules despachados para sabotear la base recibieron orden de volver a Ascensión.
Respecto del otro helicóptero, el de apoyo, la versión inglesa dice que en la noche del 18 de mayo cayó al mar, sosteniendo que la tragedia fue producida por un albatros que se introdujo accidentalmente en el motor. Allí murieron 18 comandos, 2 soldados y un tripulante. Algunos autores argentinos señalan que esa clase de aves no tienen hábitos nocturnos y que rara vez se encuentran a la distancia de la costa donde los ingleses dicen que se produjo el accidente. ¿y si las muertes se dieron en el continente? Tal vez cuando el Bouchard cañoneo a los intrusos el 16 de mayo o por el fuego de la Infantería de Marina argentina en la madrugada del 18.
Cuando los ingleses informaron a los chilenos que los tripulantes del Sea King estaban en el sur de su país éstos enviaron a un helicóptero UH-1D en su búsqueda. No los encontraron, pues estaban en un repliegue organizado, ya que un grupo de infantes de marina argentinos los tenía bajo fuego. Versiones no confirmadas creen que probablemente un comando fue muerto por fuego argentino. Los pilotos aparecieron 6 días después a 20 km de su campamento precario, en un puesto de carabineros.
El humo producido por el helicóptero incendiado puso en alerta a los carabineros y a la prensa. Funcionarios chilenos ordenaron cubrir los restos con una pala mecánica. El corresponsal del diario Clarín, Oscar Fernández Real, llegó al lugar en ese momento y los carabineros no le permitieron acercarse. Pero el fotógrafo Leonardo Zavattaro usó su teleobjetivo. Tres detectives de la Dirección de Seguridad Chilena le obligaron a revelar las fotos y sólo le requisaron una donde aparecía el helicóptero chileno. El 20 de mayo las fotos aparecieron en Clarín y luego dieron la vuelta al mundo.
Chilenos y británicos coinciden en la versión que el helicóptero con “solo 3 tripulantes” llegó al continente por una desorientación y que por un desperfecto mecánico se precipitó a tierra. Todos los británicos fueron cobijados por Chile en viviendas particulares y luego enviados a Inglaterra. Richard Hutching, piloto del Sea King y su copiloto Alan Bennet, fueron condecorados con la Cruz de Servicios Distinguidos y el navegante Peter Imrie recibió la Medalla por Servicios Distinguidos. Sidney Edwards fue expulsado de los S.A.S. y puesto en prisión en 1992 por querer introducir a Croacia armas fabricadas por la FAMAC (Fábrica Militar de Armas de Chile). El general Matthei confirmó en 1999 “que durante toda la guerra existió una constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido”. Margaret Thatcher también lo había hecho público para defender a Pinochet durante su detención en el Reino Unido.
Agradezco infinitamente a mi amigo el ingeniero Luis Torelli, Jefe de División Técnica y Jefe de Misiles de la Armada Argentina, por el material cedido para poder escribir este artículo.