El niño había sido abandonado por su familia, que le consideraba un brujo.
Hay lugares de África donde se considera brujos a algunos niños. Les culpan de las malas cosechas, de las enfermedades o las muertes. Sus familiares y vecinos los maltratan, marginan e incluso, asesinan, como contó EL PAÍS. Anja Ringgren Lovén, una cooperante danesa de 38 años que trabaja en Nigeria para rescatar a niños considerados brujos, se encontró hace un año con un pequeño en los huesos que casi no se podía mantener en pie y se tambaleaba por las calles de su aldea. Lovén le dio agua y se lo llevó al orfanato que fundó en Akwa Ibom, African Children’s Aid Education and Development Foundation (ACAEDF). Justo un año después ha compartido una foto de su primer día de colegio.
La historia del rescate del pequeño, al que llamaron Hope (Esperanza, en inglés), fue recogida por medios de comunicación de todo el mundo, y compartida en redes sociales, como recuerda Lovén en su post en Facebook. El canal de YouTube de DINNødhjælp, el nombre de su organización en danés, publicó un vídeo en julio en el que se puede ver en qué situación se encontraba Hope cuando fue rescatado y cómo ha ido mejorando.
Cuando en 2016 la historia de Hope se popularizó, Lovén contó en el blog de la ONG que en apenas dos días habían recibido un millón de coronas danesas (unos 134.000 euros). «Con todo este dinero, además de dar a Hope el mejor tratamiento, podemos construir una clínica en el nuevo terreno y salvar a muchos más niños de una vida de tortura», decía. La construcción de varios edificios con ayuda de Ingenieros sin Fronteras de Dinamarca avanza bastante meses después.
El pequeño, según explicó en el mismo post, llevaba dos días ingresado. «Hoy, 2 de febrero, ha reunido la suficiente fortaleza para sentarse y sonreírnos. Es un niño muy fuerte. ¡Verle sentarse y jugar con mi hijo es sin duda la mejor experiencia de mi vida!», decía la trabajadora humanitaria hace un año.
Hope ha mejorado mucho desde entonces y ha seguido compartiendo experiencias con David, el hijo de Lovén. Tanto en el perfil en Facebook del orfanato como en el de la directora, fotos y vídeos documentan su progreso. «Como podéis ver Hope está creciendo y es un niño guapo, sano y muy feliz gracias al tremendo amor y cuidado que recibe todos los días del personal y de los niños. Donde hay amor hay esperanza», escribe junto a uno de los vídeos que comparte en la red social.
En una entrevista con la edición británica del Huffington Post en abril de 2016, tres meses después de rescatarlo, Lovén contaba que Hope estaba muy contento disfrutando de sus 35 hermanos y hermanas «que le cuidan mucho, juegan con él, estudian con él y se preocupan de que esté seguro y reciba mucho amor». En ese momento estaban a punto de operarle de hipospadias, una anomalía congénita en la uretra pero de fácil solución.
Lovén contó que en un viaje a Nigeria como cooperante en 2011 conoció la realidad de los niños brujos. «Lo que vi era tan bárbaro y terrible que me dejó impresionada». La mujer decidió vender sus pertenencias en Dinamarca y volver a África a montar un orfanato. Hasta entonces había sido gerente de una tienda en su país; ahora tiene una pareja que trabaja con ella y un hijo pequeño. «Que tu propia familia te rechace debe ser el mayor sentimiento de soledad que pueda vivir un niño y no creo que nadie se pueda imaginar cómo se deben sentir», decía Lovén.