Salud. En el fin de semana hubo un tiroteo en un quirófano en Pergamino. Allí ya se fueron 15 profesionales en seis meses. El problema crece en toda la Provincia.
Zona de riesgo. El San José de Pergamino, escenario de una batalla campal por una pelea que se inició en un boliche. FOTO:DYN/DYN/CAPTURA DE TV.
Gritos, persecución y disparos. Podría ser una escena de una serie policial o un incidente en una zona compleja del Conurbano. Pero esto ocurrió en los pasillos y terminó en el quirófano de un hospital público de Pergamino. Un joven de 25 años ingresó el domingo a las 6 con heridas tras una pelea callejera, en la puerta de un boliche. Los atacantes –otros tres muchachos– lo siguieron hasta el hospital San José. Lo identificaron en la guardia y el chico corrió hasta encontrar un lugar para esconderse. Era la sala de partos, donde recién había terminado una cesárea. Allí se registraron al menos cuatro disparos. El lugar entró en caos. Hubo enfermeras en shock y otros pacientes azorados por la secuencia. No hubo heridos por el episodio. Familiares que estaban en el lugar alcanzaron a grabar con celulares el incidente que luego se viralizó en las redes sociales.
Los casos de violencia en centros asistenciales parecen no tener techo. Según admiten autoridades y entidades gremiales, constituye un factor expulsivo de los profesionales en el sistema público. En el San José hubo este semestre 15 renuncias: seis pediatras; cuatro clínicos; tres neonatólogos y dos terapistas. “Muchos se fueron a los dos meses de ingresar y después de mucho esfuerzo por conseguir la vacante”, contó a Clarín la directora de salud, Cecilia De Marco. La funcionaria reconoció que las condiciones generales para los profesionales no son las ideales: “Existe una combinación de situaciones como inestabilidad laboral –en el caso de los becarios–, mucha exigencia, intensidad y salarios bajos”. Además, claro, de hechos como el del domingo que De Marco calificó como “batalla campal”. El hospital tenía tres policías que integran la “guardia sanitaria” que ya está en casi todos los establecimientos provinciales. No pudieron evitar la balacera.
“Hay áreas críticas como Maternidad, Obstetricia, Terapia, Salud mental donde faltan médicos. Este año reabrimos dos terapias (en General Rodríguez y en Adrogué); un servicio de neonatología (en Lanús) y la maternidad del Fiorito. Pero la convocatoria es compleja”, admitió a Clarín el director provincial de Hospitales, Leonardo Bosso.
El diagnóstico coincide con los datos que aportan los gremios profesionales. La Agremiación Médica Platense (APM) informó que en la zona de la capital provincial se registra un hecho grave contra los agentes de salud cada 48 horas. El presidente de la entidad, Martín Pedersoli, agregó que “una encuesta reciente revela que sólo el 20% de los casos se denuncian, porque todos terminan sin solución”. Pedersoli explicó que la AMP interviene en la “Mesa de Seguridad” convocada por el Ministerio de Salud. Aunque reconoció que “se hacen reuniones semanales, pero aún no se han adoptado medidas concretas”.
En la CICOP, el gremio de los profesionales de la salud, aportaron más detalles del éxodo. Fernando Corsiglia, secretario de la asociación, puso algunos ejemplos. En el Fiorito de Avellaneda renunciaron 10 médicos de guardia en los últimos seis años. En el Presidente Perón, también de Avellaneda, se fueron 5 profesionales este año y quedaron cargos vacantes en las residencias. En el Oñativia de Almirante Brown se fue la jefa de internación de Neonatología y una becaria que hacía guardia los fines de semana.
Más casos de dimisiones: en el Cordero de San Fernando están sin servicio de Pediatría: se fue la jefa y una residente. En el Estévez de Lomas abandonaron cuatro psiquiatras en 2015 y dos trabajadores sociales y no se pudieron cubrir las vacantes. En el Bocalandro de Tres de Febrero, la partida de cinco pediatras provocó que no haya servicio los fines de semana. Y este año no se cubrieron los cupos de residencia en Clínica. En el Grierson de Guernica renunciaron tres médicos; en el Cestino de Ensenada, tres becarios (uno de Pediatría y dos de Clínica) y una médica de guardia. Y en el San Martín de La Plata hubo cinco deserciones este año (tres residentes, una médica clínica y un psiquiatra).
La Provincia anunció hace 10 días un programa para atraer jóvenes al sector de la Sanidad. “Quiero ser residente” es el plan que contempla beneficios extra para los que se anoten a las prácticas en ciudades chicas del interior donde faltan profesionales. Casa, comida y hasta pases para los clubes deportivos son algunos de los señuelos con que buscan cubrir más de 1.500 puestos de capacitación en especializaciones que se realizan en los centros asistenciales bonaerenses. Las condiciones laborales y el sueldo inicial conspiran contra la vocación sanitarista. “Poca plata para tanto trabajo y alto riesgo. Es una ecuación que no cierra”, explican los médicos del sector público.