Argentina conmemora el Bicentenario de la Declaración de Independencia. En diálogo con UNL Noticias, la docente e investigadora Sonia Tedeschi, reflexiona acerca del hecho histórico, y las diversas significaciones que ha tenido en estos dos siglos.
Los patios y salones escolares, los gobiernos, las diferentes instituciones y los medios de comunicación vuelven por estos días sobre los hechos ocurridos en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816, cuando se reunieron los representantes de la mayoría de las Provincias Unidas del Río de la Plata para declarar la independencia. Tal como ocurrió seis años atrás, en ocasión de los 200 años de la Revolución de Mayo de 1810, la conmemoración ofrece una oportunidad para volver a pensar, informarse y reflexionar sobre estos hechos destacados de la historia rioplatense de comienzos del siglo XIX. Sonia Tedeschi, doctora en Historia, docente e investigadora en la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC), dialogó con UNL Noticias a pocas horas de celebrar dos siglos de la Declaración de la Independencia.
-La Revolución de Mayo y la Independencia son dos hechos claves para pensar la historia de la Nación, con sus particularidades, pero como parte de un largo proceso que sin embargo se presenta a veces de un modo segmentado. ¿Cuál es su opinión al respecto?
-Efectivamente, el calendario cívico está marcado por las fechas patrias de 1810 y 1816, pero si profundizamos en el proceso histórico es necesario analizarlos en conjunto, considerando incluso los acontecimientos previos a 1810 que fueron preparando el terreno para que en el Río de la Plata se produzcan revoluciones a favor de derechos locales y en respuesta a la vacancia real, a partir de la prisión de Fernando VII a manos de los franceses. En 1810, la Junta revolucionaria confirió el derecho al autogobierno, pero sin romper aún el lazo con España. Es interesante ver de qué manera esa Revolución de Mayo habilitó el planteo de independencia, que se dio seis años después.
-Y dentro de ese proceso, ¿cuáles son las particularidades del contexto en que se desarrollaron los hechos de 1816?
-En Historia siempre hay factores que condensan y precipitan los acontecimientos y las actuaciones, tanto individuales como colectivas. En 1816 confluyen en principio factores externos, teniendo en cuenta que Napoleón es derrotado un año antes en Waterloo, lo que marca el comienzo del fin para esa invasión a Europa que él había iniciado en 1808. Eso genera que España se libera de esa invasión y se reinstala la figura de Fernando VII como monarca, lo que representa un peligro concreto porque el ejército español que estaba direccionado a combatir a los franceses cambia su objetivo, y se plantea reconquistar las colonias americanas, que estaban sublevadas y querían cortar sus lazos de dependencia. Concretamente se rearma en España un ejército, que finalmente recala en lo que era Nueva Granada, hoy Colombia; pero que en 1816, podría haber tenido a Buenos Aires como objetivo. Eso generó la necesidad de declarar la independencia, y un acto jurídico de esa emancipación, que es lo que permanentemente reclamaba San Martín. Por otra parte, los realistas habían avanzado en Chile, reconquistando territorios en base a victorias militares. Y el bastión que resiste justamente, es el Río de la Plata.
-En ese sentido, la resistencia es en el territorio de las Provincias del Sud y no la Argentina, tal como la conocemos hoy. ¿Cuál es el sujeto que lleva a cabo la Declaración de Independencia?
-Hablamos de la independencia Argentina, cuando en ese tiempo no estaba constituida la nación tal como es hoy. Los que se reúnen en Tucumán son representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica, que es un conglomerado de ciudades ex – virreinales, que involucran para decirlo de manera gráfica a la actual Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. La que se manifiesta era una región muy amplia que incluso se piensa con la posibilidad de unir otras entidades políticas. No hay una visión restringida de la independencia sino que estamos ante un acto jurídico que abre las posibilidades para que puedan sumarse todos aquellos que consideren a la Declaración como una herramienta legítima para emanciparse del dominio español.
-¿Cómo se ha conmemorado esta Declaración de la Independencia a lo largo del tiempo?
-La historiografía tradicional, es decir los primeros libros de fines del siglo XIX de la llamada Historia Argentina, plantean que los hechos de 1810 y 1816 son el origen de la Nación. En realidad el objetivo de esa historiografía, de los intelectuales y políticos del momento, era generar una nacionalidad argentina, tarea en la que el papel de la Historia era fundamental. Los significados y la interpretación de los acontecimientos cambiaron con el tiempo. Cada línea historiográfica tiene sus propios planteos y respuestas, y eso es bueno porque la Historia se revisa a partir de una natural tarea intelectual.
–¿Y cuáles serían esas revisiones en los últimos años?
-Precisamente, en los últimos años -y en particular, de los años previos del Bicentenario de la Revolución al de la Independencia-, destaco la importancia de la renovación historiográfica porque no solamente hay nuevos enfoques de teoría política sino también una necesidad de resaltar el papel de los sectores populares. Esa historia no solo da cuenta del papel de las elites, los sectores dirigentes y máximos militares sino que mira justamente a los sectores populares que participaron activamente.
Por otro lado destaco que el hecho de la independencia está siendo analizado desde el punto de vista de las guerras de independencia, pero no como historia militar tradicional sino como historia social de la guerra. En esa perspectiva se puede ver toda la tragedia de las guerras, las muertes que produjo, pero también cuáles fueron las estrategias, las tácticas, cómo se abastecieron los ejércitos y cómo sufrieron las poblaciones a su paso.
El Bicentenario es un momento de revisión de valores, de pensar dónde estamos, qué nos espera y qué podemos hacer. Desde la ciencia también es posible aprovecharlo porque en estos contextos se intensifican los debates y las producciones. La historiografía que se produce en las Universidades es importante en este sentido porque procuramos que estas revisiones también lleguen a los textos del nivel medio y primario, con un lenguaje comprensivo pero capaz de ir más allá de algunos lugares comunes a la hora de pensar estos hechos de nuestra historia.