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LA EXPLOTACIÓN SEXUAL: UN PROBLEMA DE GÉNERO

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Por Ana Copes*

El 8 de marzo es una fecha importante, porque nos permite reflexionar sobre las distintas formas de violencia que los colectivos de mujeres denunciamos todos los días en el mundo.  No es cuestión de mencionar meras consignas sólo por tratarse del Día Internacional de la Mujer, sino de establecer algunos puntos nodales para debatir; uno de ellos es, sin dudas, la explotación sexual.
 
Asimismo, es imposible reflexionar acerca de la trata y la explotación sexual por fuera de la mirada de género. Las estadísticas nos obligan: el 99% de las víctimas de explotación sexual en el mundo son mujeres.

La explotación sexual es una de las peores vulneraciones a la libertad e integridad sexual de una persona. Cuando nos referimos a explotación sexual, hablamos del dominio que ejerce una persona por sobre otra, cosificándola y negándole su voluntad.

La idea de dominio relacionada a la explotación sexual nos permite comprender el poder que se ejerce sobre las víctimas. No se trata sólo de un control económico y psicológico; el dominio nos habla de una relación más amplia y más sutil; debemos abandonar la idea de las víctimas atadas o amordazadas. Es necesario orientar la política criminal hacia criterios de eficacia, para concentrarnos en lo que verdaderamente tenemos que perseguir.

En un informe de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) sobre las primeras 100 sentencias condenatorias sobre Trata de Personas, se detalla que “de las 220 personas condenadas, un 63% son varones, mientras que el 37% son mujeres. Se trata de un porcentaje de mujeres condenadas más alto que el promedio general para todos los delitos, si contemplamos que la población carcelaria total está compuesta por un 96% de varones y 4 % de mujeres”.

Estos porcentajes merecen un análisis particular, ya que el hecho de que las mujeres condenadas en delitos de trata y explotación alcancen un porcentaje tan alto se explica en la posible “conversión” de víctimas explotadas a victimarias. En este sentido, el informe asegura que posiblemente “luego de años de haber sido explotadas sexualmente, esas mujeres son elegidas para roles gerenciales o de administración de los prostíbulos”.

Quiero detenerme en este punto: evidentemente la Justicia no reflexiona en estos casos, no investiga acerca de la historia de vida, de la trayectoria de esas mujeres. Persisten todavía hoy en la justicia representaciones machistas que estandarizan respuestas criminalizando sin más a estas mujeres.
A diez años de la sanción de la ley de trata se han realizado grandes adelantos, pero queda todavía mucho camino por recorrer. Para avanzar en la persecución de estos delitos, para lograr justicia para las víctimas es necesario que desmantelemos poco a poco la justicia patriarcal que aún hoy impera. Debemos trabajar para desterrar los patrones culturales que sostienen, habilitan y reproducen la violencia machista a las que están sometidas miles de mujeres en nuestro país.

*Secretaria General Junta Ejecutiva Nacional Partido Demócrata Progresista. Diputada Nacional mandato cumplido.

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