Luego de la recuperación de precios de principios de año, la ganadería ha vuelto a entrar en un momento opaco, representado por el derrumbe del valor de las vacas y por cotizaciones estancadas para los novillos gordos. “Al acelerarse la inflación, se acentúa el retraso de los precios de la hacienda en términos reales”, observa Ignacio Iriarte, director de Informe Ganadero.
“En lo que va del año se observa una alta faena de vacas y se prevé que continuará la gran oferta de novillitos y vaquillonas bien terminados por los 1,9 millones de cabezas encerradas en corrales”, agrega. La gran remisión de hembras –en abril conformaron el 50% de la faena nacional– desplomó los precios a 260 pesos por kilo en el caso de las buenas y a 200 pesos para las regulares.
En ese contexto de sobreoferta ganadera; caída de precios internacionales de la carne vacuna –especialmente la que compra China–; atraso cambiario; inflación sin freno, y de reducción de la actividad económica, “es muy difícil pensar en una recuperación significativa de los precios reales de la hacienda gorda en el corto plazo y, menos, alcanzar los niveles del año anterior”, adelanta Iriarte.
Zafra adelantada
Por el lado de la invernada, la zafra se adelantó y la gran oferta otoñal provocada por la sequía determinó que la relación de compraventa fuera negativa o neutra, según zonas, es decir, favorable para el invernador pastoril o para el feedlotero. “De 2009 a la fecha solo durante ocho meses sobre 179 la relación de compraventa fue favorable a los engordadores. En la mayor parte de los años la diferencia fue positiva a favor del ternero de invernada, entre un 10 y un 30%, con picos ocasionales del 40%”, diferencia Iriarte.
“En la primera quincena de mayo, el precio real del ternero se ubicó 10% por debajo del promedio 2005/2022; el mínimo de la serie se tocó en diciembre de 2008, con $309 por kilo de hoy, y el máximo, en marzo de 2022, con $824 de hoy por kilo”, agrega.
No obstante, ese panorama comenzará a modificarse con el correr del almanaque: “Las ventas adelantadas de terneros, la necesidad de muchos productores de reponer el stock perdido por la seca y la huida de pesos en los meses previos a las elecciones, sumadas a un previsible rebrote de los campos por el desarrollo de un potencial evento Niño, presionarán sobre el precio del ternero y podrían determinar que se desarrolle un proceso de recuperación a favor del criador en el segundo semestre”, proyecta Iriarte.
Fuente: Diario La Nación