Se radicó en Junín en 1979 con su familia, tras haber quedado paralítico cuando estaba cazando en la provincia de Santa Fe. Jugó en Newell´s Old Boys de Rosario y llegó a ser campeón en un deporte que no se practica en nuestra ciudad.
“Tuve un accidente a los 14 años, una fatalidad. Habíamos ido a cazar con un amigo y quedó una bala en la recámara de la carabina. El pibe que estaba conmigo se le escapó el tiro, la bala me pegó en la médula y me sacó la fuerza en las piernas. Fue en Vicuña Mackenna, Santa Fe. Me fui a tratar en ALPI central de Capital Federal y nos vinimos a Junín.
Nací en Rufino. Después del Mundial 1978, mis padres se vinieron a Junín. Estábamos de caseros en el Club B.A.P. y nos quedamos ahí hasta 1990. Viví la época de Don Juan Torelli, Miguel Di Feo, el Vasco Azcárate, Coco Basso, Rubén Cappio. Vivíamos pegado a la cantina, en toda esa estructura de madera que habían construido los ingleses. Después nos vinimos a vivir a Salta y Sarmiento, donde todavía tengo la zapatería.
En ese entonces había futbol en Junín, se podía ir a la cancha. Es más, iba mucha gente a ver una forma de jugar y hoy los pibes corren todos atrás de la pelota. BAP tenía un equipazo: Zagrodny, Barrios, Tosseto, Gurucueaga y Sergio Ferreri. Omar Frías, Miranda y Basso. Pérez, Walter Destéfani y el Clavo Castro”.
El básquet
“Allá por el ´82-´83 empecé a jugar al básquet en silla de ruedas. Fue por intermedio de Jorge Vega, que es de La Matanza. Me hizo los contactos con la gente de Newell´s Old Boys de Rosario. Me conectó con el profesor Luis Pino, me fui a probar y quedé. Yo viajaba con la empresa Belgrano los sábados a las 13. Cargaba la silla de rueda en el buche. Allá practicábamos el sábado en el estadio Mundialista y me venía el domingo a la noche. Un sacrificio bárbaro.
Cuando jugábamos los torneos me iba el jueves a las 13 y volvía el lunes cerca de las 14. Gracias a Newell´s conocí todo el país. Estuve en Mendoza, San Juan, Santiago del Estero, Tucumán, Formosa, Ríos Negro, Capital Federal, Entre Ríos.
Jugué más o menos hasta el 2010, ya estaba medio grande y se me complicaba para viajar. Sobre todo por el laburo.
Se me complicaba mucho cuando había torneos. Tenía que salir los jueves a Rosario y esa misma noche salíamos con la delegación para llegar el viernes y poder descansar. El sábado jugábamos dos partidos y otros dos más el domingo.
Ellos me daban la silla de ruedas especial. Valía en ese momento unos cuatro mil dólares estadounidenses. Pero volaba, la trían de Alemania. Está hecha de un aluminio especial, toda desarmable, con las ruedas embutidas”.
Campeón
“La categoría del equipo es única. Se juega por zonas (norte y sur).
Salimos campeones en el Cenard. Fue en el año 1989. Además fuimos varias veces campeones en los torneos zonales que se organizaban para poder tener una competencia más activa.
Cada jugador tiene un puesto. Eso va por lesión. Por ejemplo yo tengo categoría uno, lesión medular. Está el dos que tuvo Poliomielitis. Al tres le falta una pierna, a otros le faltan los dedos, y así sucesivamente.
Se tiene que sumar entre doce y catorce puntos entre todos los participantes del equipo. Yo por ejemplo, soy uno, está el tres, el dos y así se va armando. Uno de cada categoría para que no haya ventaja. Los recambios son uno por uno, tres por tres, etc. Esto lo regula la Federación Argentina y está el mundial que son los Juegos Paralímpicos. Este año fue la primera vez que se hicieron en Rusia, en marzo, fue la undécima edición y la hicieron en la ciudad de Sochi.
Cuando nosotros salimos campeones me hablaron para llevarme a la selección, pero tenía que viajar mucho. Me quedaba muy a trasmano y tuve que desistir. Había probado practicar acá, fui varias veces a Ciclista Juninense, pero no es lo mismo. Solamente con la silla pesada se te complica todo y entrenar solo es difícil. La mayoría de los chicos del seleccionado son de Buenos Aires, juegan muy bien.
Cada entrenador tiene su táctica, igual que el básquet profesional. La cancha es a normal, los aros a la misma altura y tiene su reglamento. El choque es una falta y así se va sumando. A los cinco choques, afuera. Hay tiros libres, de dos y de tres. Yo jugaba de ayuda base, iba peleando con la defensa y me ponía en la línea de tiro libre para cortinar al que tiraba. No era goleador, tiraba muy poco. Armaba la jugada para que el tirador estuviera solo. Todos los equipos tienen un tirador determinante que sabe donde se tiene que colocar para lanzar a la canasta.
En Rosario juntábamos hasta quince jugadores. Iba mucha gente de afuera. Había tres de Paraná, Entre Ríos y otros del interior santafesino.
Pero eso se fue perdiendo porque todos tienen que trabajar. No se puede vivir de esto. Es un deporte amateur.
Ojo que a mí me pagaban todo. Desde que salía en taxi de mi casa hasta que llegaba a Rosario. Y en los torneos se hacían cargo de todo.
Una vez quisimos armar un equipo en Junín. El Club Argentino trajo varias veces competencias y es como que se habían enganchado varios, pero igual no dio la ciudad”.
La zapatería
“En 1990 me vine a Salta y Sarmiento, enfrente de lo que entonces era el Hospital Ferroviario. Puse una zapatería y vivo de esto. Estoy con mis viejos. Me va bien dentro de todo. La gente tiene que caminar y siempre algo cae. Tengo todo a mano para hacer el trabajo, la mercadería me la traen a casa. Por ahí voy a ver básquet. Soy hincha de Ciclista Juninense”.