Será una ausencia que dará que hablar durante mucho tiempo. Empezará el Mundial de Rusia , en junio próximo, y se dirá, se recordará: falta Italia .
Buffon y Gabbiadini, tras la frustración de quedar fuera del Mundial de Rusia 2018. Foto: AP
El país que atesora cuatro títulos no estará en la gran cita, algo que no ocurre desde hace 60 años. Para Suecia 1958 no consiguió la clasificación, y nuevamente el país nórdico se convierte para la Azzurra en símbolo de frustración, esta vez porque lo tuvo enfrente y no le pudo ganar, pasó la serie de 180 minutos sin convertirle un gol. Suecia hizo bueno el 1-0 de la ida, en Solna.
Las lágrimas y el desconsuelo de Gianluigi Buffon , cara visible de la gran tristeza, son las de toda Italia. El arquero, de 39 años, le pone fin a su largo ciclo en la selección sin obtener la clasificación para el que hubiese sido su sexto mundial, con el cual hubiera superado el récord de cinco copas que comparte con el arquero mexicano Carbajal y el alemán Matthäus.
Ni siquiera ayudó la carga ambiental de San Siro, una especie de Bombonera italiana, con sus tribunas empinadas muy próximas al campo de juego. Allí Italia no perdió ninguno de los 43 partidos que disputó a lo largo de 90 años, pero esta nueva muesca al largo invicto es sinónimo de frustración.
Italia ganó el cuarto título mundial en 2006. Tiene tantas copas como Alemania y sólo una menos que Brasil. De aquel plantel permanecen Buffon, Barzagli y De Rossi , ayer suplente. Se coronó cuando pocos lo pensaban, en un momento en el que el calcio estaba hundido en la corrupción que tenía a Juventus como principal implicado. Por entonces se habló de las señas de identidad de la Azzurra: rigor táctico, fervor competitivo y la atención a los detalles para obtener mínimas y decisivas ventajas. Y también estaba la cuota de talento que ahora tanto se extraña: Del Piero , Totti y Pirlo .
Italia fue hoy un querer y no poder. Choque constante, impotencia ante la firmeza sueca, que dio la talla y nunca se dejó intimidar. Hizo recordar a la Suecia que aguantó las embestidas y provocó otra resonante eliminación, la de la Argentina en la primera rueda del Mundial 2002.
Al veterano entrenador Gian Piero Ventura no le funcionó nada. Ni los intentos por los costados con los laterales-volantes Candreva y Darmian, reemplazados en medio de la desesperación del segundo tiempo por los delanteros Bernardeschi y El Shaarawy. Ni acumular cuatro atacantes. Ni darle la manija del medio- campo al brasileño nacionalizado Jorginho, en su primer partido oficial tras sus buenas producciones en Napoli. Insólitamente, el entrenador se guardó en el banco a Lorenzo Insigne, el delantero de Napoli que tiene lo que le falta al equipo: gambeta, explosividad en el uno contra uno.
«No ir al Mundial sería el apocalipsis», había vaticinado el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Carlo Tavecchio, cuya renuncia podría ser inminente, del mismo modo que se descuenta la salida de Ventura, con Carlo Ancelotti, despedido hace unos meses de Bayern Munich, como un posible sustituto.
Es sonoro el ruido que provocará en Italia este mazazo, aunque los sonidos preocupantes llegan de los últimos dos mundiales, en los que Italia no pasó la etapa clasificatoria. De Rusia quedó lejos y ahora vendrán tiempos de cruce de acusaciones y replanteos, propios de un país en el que se discute de fútbol con la fogosidad que se le reserva a las pasiones.
Un calcio que ya no tiene las figuras internacionales que eligen la Premier League, la Liga de España o la Bundesliga. Que vive con lo propio y no le alcanza para ir a un Mundial, algo que consiguió Islandia.
Si bien es una ausencia para lamentar por todo lo que Italia representa históricamente para el fútbol, para la Argentina tiene un costado positivo porque evita a un potencial rival en la etapa de grupos. En el sorteo del 1° de diciembre en el Kremlin faltará la bolilla de Italia. Será un ausente al que nadie dejará de recordar.