El inicio de un nuevo año y la necesidad de tomar decisiones sobre el negocio agrícola en momentos de incertidumbre, nos imponen evaluar de cerca la coyuntura y pensar escenarios hacia adelante. ¿Dónde estamos parados y hacia dónde nos podemos dirigir?
Precios: un punto de partida prometedor
El 2022 fue un año muy movido en materia de cotizaciones. Junto con stocks ajustados en EE.UU., el shock inesperado de la invasión de Rusia a Ucrania detonó los mercados de granos. Si bien resulta poco probable volver a pensar en los máximos alcanzados el año pasado, hay que destacar que el 2023 arranca con mejores cotizaciones que el 2022.
En Chicago, iniciamos con precios de soja y maíz cerca de un 10% a 15% encima de los valores de enero del año pasado. En nuestro país, el punto de partida también es mejor, con valores en dólares que, dependiendo el producto y la posición, oscilan entre un 15% y un 20% por encima de los registros de inicios del 2022.
Pero, sobre este escenario que se muestra prometedor y plantea oportunidades, penden algunos desafíos.
Final abierto por el lado de la oferta
En el corto plazo, lo que está en juego es la oferta mundial. En Brasil ya comenzó la trilla y en Argentina crecen los interrogantes. En nuestro país, los pronósticos para la primera quincena de enero delinean un panorama complejo. Dado el contexto actual, la posibilidad de alcanzar los volúmenes de producción de soja y maíz de la última campaña, parecen, cada día, más lejanos. El saldo final estará atado a la llegada de nuevas lluvias.
La situación de Argentina, si bien es lamentable, juega a favor de los precios. Pero, por otra parte, en cuanto a oferta, también gana relevancia la campaña brasilera, donde se proyecta un volumen histórico de producción de soja. Paraguay, acompaña con una destacada recuperación.
Ahora bien, el interrogante que surge es ¿en qué medida, el aporte conjunto de nuestros vecinos podría compensar las pérdidas que pueda sufrir Argentina?
Si partimos de los números del USDA, según las últimas estimaciones, Sudamérica transitaría hacia una producción de más 210 millones de toneladas, lo que representaría un aumento de más de 35 millones de toneladas, respecto al ciclo pasado. Pero, hay que destacar que estos números del organismo contemplan un aporte de la Argentina próximo a 49 millones de toneladas.
Claramente, el organismo deberá realizar ajustes. Si tomamos como hipótesis un recorte de unos 9 millones de toneladas para nuestro país, totalizando en 40/41 millones de toneladas, estamos hablando de una magnitud similar al 9% de los stocks finales mundiales proyectados.
Una cifra significativa que nos lleva a pensar que lo que ocurra en Argentina tendrá impacto en precios a nivel internacional. Ahora bien, no hay que minimizar el hecho de que, aun con un recorte de tal magnitud, Sudamérica en conjunto mantendría un aporte histórico mayor a 200 millones de toneladas. Esto continuaría representando un aumento respecto al ciclo pasado de más de 25 millones de toneladas. En definitiva, la oferta mantiene final abierto, y todo es clima.
Un mundo aletargado
Pasando a un plano más general, en cuanto al panorama económico internacional, debemos considerar que las proyecciones apuntan a un mundo poco dinámico para 2023. La economía global mantiene perspectivas de crecimiento por debajo del 3%. Países desarrollados, prácticamente estancados. El temor de recesión recorre Estados Unidos y el flagelo de la inflación aún pende sobre las principales economías del mundo. Además, se espera que la reserva Federal mantenga una instancia de política monetaria estricta, cuyos efectos continuaremos viendo con rezago en el tiempo.
¿Y qué tiene que ver todo esto con los granos? Precisamente, aquí reside otro de los grandes desafíos del 2023. Estos datos encienden una luz de cautela por el lado de la demanda de commodities en general. La debilidad en el crecimiento económico suele estar atada a menor consumo, menor inversión y fondos buscando colocaciones más seguras. En resumen, el mundo se mantendrá en búsqueda de un delicado equilibrio entre inflación y crecimiento. En parte, del éxito de transitar por esa delgada línea dependerá el destino de los precios.
En síntesis, el 2023 trae consigo nuevas oportunidades, como iniciar con mejores niveles de precios que el 2022, pero mantiene latentes múltiples desafíos, tanto por el lado de la oferta, como por el lado de la demanda. Dado el apremiante escenario agronómico que transitamos, resultará clave optimizar los recursos y dar seguimiento cercano a la evolución del mercado para cerrar negocios en los momentos oportunos.
Fuente: Diario La Nación