Debido al acelerado retroceso se dificultó el acceso al hielo y se suspendió el trekking turístico sobre el glaciar desde principios de este año.
EL CALAFATE – Como un gigante herido, el Glaciar Viedma, el gran coloso helado de la Argentina, aceleró su retroceso. En los últimos treinta meses el frente principal del glaciar retrocedió 1000 metros, de los cuales el 40% ocurrió en forma precipitada en los últimos diez meses. Recientes observaciones científicas realizadas por expertos argentinos y japoneses creen que el acelerado retroceso se debe al aumento de la profundidad del lago y cambios en la topografía. En tanto que sus estudios revelaron profundidades y propiedades térmicas antes desconocidas en los lagos patagónicos.
Los científicos afirman que a mayor profundidad del lago, mayor es la tasa del desprendimiento del glaciar que se posa en él, según lo demuestra una ley empírica general, la recientes mediciones detectaron que esa profundidad en el lago Viedma supera en partes los 300 metros.
En tanto que la diferencia de temperatura entre el agua superficial y la profunda hace que arriba de los 120 m el agua cálida fusiona la pared del glaciar, mientras que por debajo la temperatura muy fría (a 0 ºC) casi no produce fusión, dando origen a típicas protuberancias subglaciares, que suelen desprenderse y emerger en forma sorpresiva. Los científicos los llaman «desprendimiento de fondo».
Hasta hace poco el Viedma retrocedía moderadamente. Con la ayuda de imágenes satelitales los científicos midieron que en el período 1968-1997 el frente principal del glaciar retrocedió 900 metros; entre 1997 y 2014 el retroceso aumentó a 1.300 metros, en tanto que sólo en los últimos tres años el glaciar retrocedió 1 km, acelerándose el retroceso entre enero y octubre de este año.
Debido al acelerado retroceso se dificultó el acceso al hielo y se suspendió el trekking turístico sobre el glaciar desde principios de este año. Igualmente se puede hacer una excursión muy interesante caminando en las cercanías del frente glaciar sobre un promontorio rocoso que hasta hace muy poco estuvo cubierto por hielo.
El glaciólogo Pedro Skvarca, con 41 expediciones en la Antártida e innumerables en el Hielo Patagónico Sur desde 1990, es uno de los científicos argentinos que más ha estudiado los glaciares. «Se cree que el retroceso del Viedma se aceleró en 2015 y continúa hasta ahora porque aumentó la profundidad del lago y se ensancharon las zonas más profundas», aseguró en diálogo con este diario.
Skvarca, quien nació en Eslovenia y llegó a los doce años a la Argentina, recibió a LA NACION en Glaciarium, el primer Museo del Hielo de Latinoamérica, donde bajo su dirección se realizaron la mayoría de los contenidos que reflejan las últimas investigaciones y resultados de importantes estudios llevados a cabo en la región.
«Los glaciares de desprendimiento retroceden muy rápido en muchas partes del mundo, en parte por la influencia de las interacciones hielo-agua en el frente glaciar. En contraste con investigaciones realizadas en los fiordos marinos frente a glaciares de marea, hay muy pocos estudios hechos frente a glaciares de desprendimiento en agua dulce», detalla Skvarca, mientras muestra en su pequeña computadora portátil las imágenes satelitales y gráficos que explican el retroceso que sufre el glaciar Viedma.
Para investigar como interactúa el hielo con el agua del lago es necesario conocer las propiedades físicas del agua donde terminan los glaciares. Para ello midieron con ecosonda las profundidades de lagos, y con equipos CTD la temperatura y turbidez del agua frente a los glaciares Perito Moreno, Upsala y Viedma. Con lanchas y botes navegaron frente a las paredes de hielo entre témpanos y escombros de hielo, bajando instrumentos hasta el fondo del lago en sitios preseleccionados y tomando muestras de agua a distintas profundidades. Los datos obtenidos les permitieron recabar la novedosa información.
«En los lagos Argentino y Viedma encontramos estructuras térmicas muy diferentes a las observadas en los fiordos. No detectamos señales de ascenso de aguas subglaciales; en su lugar encontramos agua muy turbia y fría de descarga glacial que ocupaba la zona cercana al fondo del lago, porque la densidad del agua era controlada por la concentración de sedimentos en suspensión, y no por la temperatura del agua», explica Skvarca.
«La circulación causada por el viento de superficie afecta unos 180 metros de profundidad, formando una capa isotérmica relativamente cálida que transmite calor a la interfase hielo-agua. Como la parte más profunda del frente glaciar está en contacto con el agua muy fría, en esa zona casi no hay fusión», detalla Skvarca.
Cuando realizaron mediciones en Lago Viedma encontraron una capa superficial de agua a temperaturas entre 6 y 7 °C, que disminuía bruscamente a los 120 metros de profundidad, y más abajo una capa muy fría (cercana a cero grados centígrados) y turbia. Esta particular estructura térmica de agua produce una fusión diferencial del frente glaciar que podría explicar el origen y la ocurrencia de los espectaculares «desprendimientos de fondo o de base», tan comunes a los observados en el Viedma.
Y finaliza, «nuestros estudios revelaron profundidades y propiedades térmicas antes desconocidas en los lagos patagónicos, que ayudan a comprender mejor la interacción hielo-agua y el impacto de la fusión subacuática en el retroceso de los glaciares de desprendimiento en agua dulce».
Los resultados de estas investigaciones fueron publicados junto con sus colegas japoneses S. Sugiyama, M. Minowa, D. Sakakibara, T. Sawagaki, Y. Ohashi, N. Naito y K. Chikita bajo el nombre «Estructura térmica de lagos proglaciales en Patagonia» en Journal of Geophysical Research: Earth Surface, de la American Geophysical Union.