El Campo

El Campo empezó el efecto dominó

El campo ya inició el efecto dominó, no habrá cosecha de maíz temprano en muchas de las zonas de la pampa húmeda, la producción de soja de 1era se sigue achicando y la producción de soja de 2da y maíz tardío están en jaque con estas temperaturas extremas y algunas heladas tempranas.

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Es sabido que los productores agropecuarios financian buena parte de su producción a cosecha y de acuerdo a dónde termine se podría ver afectada la cadena de pago en mayor o menor medida.

Los datos que se van conociendo sobre la marcha de la economía en el arranque de 2023 ponen al descubierto una cruel verdad: en materia de dinámicas macro lejos de mejorar se empeora. Y no se trata sólo de los datos de inflación que lejos de desacelerar se acelera y se aleja de lo que aspiraba el ministro Massa. Los datos de actividad económica de diciembre confirman el estancamiento de la segunda mitad de 2022. Los datos fiscales de enero confirman que el cierre de 2022, en línea con lo acordado con el FMI, fue más el resultado de un diciembre con el pie puesto arriba de la caja que de un ajuste virtuoso del gasto. Mientras que el déficit comercial de enero, a pesar de importaciones que sigue pisadas, es un anticipo de lo que sucederá cuando la sequía muestre toda su identidad en el comportamiento de las agro-exportaciones. Cuya caída afectará también la recaudación impositiva vía retenciones de manera aún más evidente que la que hemos visto en los últimos meses (post-dólar soja).

A esto debemos sumarle el comportamiento del balance del BCRA, el cual sigue empeorando tanto como resultado de la presencia sistemática de la autoridad monetaria en la punta vendedora del mercado de cambios, como de las operaciones que realiza para asistir al Tesoro en sus necesidades financieras.

El Gobierno intenta endilgarle responsabilidades a la oposición y fomenta la idea de que la incertidumbre macro es el resultado de su supuesta ambigüedad a la hora de decir cómo saldrá de la encrucijada que plantean los desafíos de la deuda en pesos, el balance del BCRA y la falta de reservas. Pero ese planteo pasa por alto (es de esperar a sabiendas) que: todavía falta mucho tiempo para que cambie el gobierno; segundo, que también habría que pedirle al oficialismo (y sus candidatos ¿?) que expresen qué piensan hacer no sólo si ganan la elección presidencial sino también en los meses que restan hasta el traspaso de poder; y tercero porque estamos todos anoticiados de que 2023 es un año electoral y seco. Porque el riesgo mayor no está en lo que digan o no digan los candidatos de la oposición sino en lo que harán quienes hoy están manejando la economía argentina. Sobre todo cuando la historia reciente indica que en los años electorales las presiones cambiarias, producto de la dolarización de flujos y carteras, se incrementan notablemente tanto en el entorno de la elección general como en los meses previos a las PASO. Mucho más si hay incertidumbre sobre los candidatos y el resultado electoral, que la habrá, y ni que hablar si la escasez de reserva no es una posibilidad a tener en cuenta si no un hecho concreto producto de la sequía.

El Gobierno viene privilegiando mantener “controladas» la brecha en el entorno, pero por debajo, del 100% y la inflación por debajo del escalón del 7% mensual a pesar de las consecuencias gravosas que tiene su política cambiaria sobre la actividad económica, lo cual podría ponerse en dudas en un año electoral. Pero la evidencia indica que la sensibilidad social es mayor a la devaluación/brecha/inflación que a la recesión. Por lo que no luce probable que se produzca un cambio significativo de las políticas en curso. El problema es que ese “control” puede dejar de ser efectivo si la demanda de dólares aumenta.

 Es cierto que el Gobierno podría intentar colocar instrumentos que resulten más atractivos para los tenedores privados de bonos del Tesoro en materia de condiciones de emisión (moneda, indexación, plazos y tasas) pero, como dijimos antes, en un año electoral y con sequía, la posibilidad de un aumento importante de la demanda de dólares de cobertura no puede descartarse. Y la gigante concentración de vencimientos de la deuda en pesos del segundo trimestre del año es toda una invitación VIP para que esa dolarización de carteras resulte de una magnitud muy significativa.

En el arranque de estas líneas planteábamos la crueldad de los datos del inicio del año. No solo porque ponen al desnudo lo frágil de la macro argentina actual sino porque dejan al Gobierno casi sin argumentos para alentar expectativas de que se puede llegar a diciembre y entregar el mandato sin que antes se produzca un descontrol nominal terminal. Además, los datos fiscales de enero pusieron de manifiesto que el logro de la meta comprometida para 2022 fue el resultado de pisar la caja durante diciembre. El sinceramiento de la situación durante enero, sobre todo en el rubro subsidios económicos (que había mostrado una caída nominal en diciembre pasado), puso de manifiesto que el “ajuste fiscal” de Massa no es tal y que la práctica de aumentar la deuda flotante del tesoro (probablemente a niveles récord) será este año también parte de la receta para cumplir con el FMI y parte también de la herencia que recibirá la próxima administración.

En el frente externo, Argentina tuvo en enero de este año un déficit comercial de USD484 Millones, dato que se compara contra un superávit de USD297 Millones en el mismo mes de 2022. Las exportaciones cayeron 11.7% interanual, producto de una caída del 13.3% de los volúmenes exportados (los precios en promedio aumentaron levemente). Dentro de las exportaciones se destacó la caída del 44.7% de las cantidades de “productos primarios” vendidos al exterior, como consecuencia de la sequía y el adelantamiento de las ventas por los programas dólar soja. Por cierto, la caída interanual de las exportaciones (USD648 millones) se explica por la caída de exportaciones de trigo (USD688 millones). Por su parte, las exportaciones de combustibles también mostraron retrocesos (-5.2% a/a) mientras que las MOA (manufacturas de origen industrial) crecieron un 12.5% a/a.

Con este panorama, en materia de generación de divisas, continuó la sangría de dólares de las arcas del BCRA y las reservas siguen muy lejos de la meta de fin de marzo. Además, las próximas semanas serán difíciles dado la escasa oferta del sector agrícola, las importaciones de GNL y la continuidad de la recompra de bonos en dólares (faltan aproximadamente USD500 Millones para completar los USD1,000 Millones anunciados). Por cierto, se necesitan sumar USD2,800 Millones hasta fin de marzo para llegar a la meta FMI, que es muy probable que se modifique en las próximas horas.

Por cierto, en los últimos días hubo versiones en la prensa de todo tipo, desde que el FMI aceptó cambiar metas trimestrales por anuales hasta que el Fondo exigió frenar el programa de recompra de bonos. Se espera información oficial en las próximas horas. En febrero, el agro liquidó apenas USD 645 Millones en el mercado de cambios en febrero, informó ayer ciara; es el 2do monto más bajo para cualquier mes desde el año 2005 (solo se liquidó menos en nov-2015, con el mercado esperando asunción de Macri y salida del cepo el mes siguiente). Así, en el 1er bimestre de 2023 el agro liquidó USD 1.573 millones y se trata del monto más bajo para un primer bimestre desde 2005. Esto contribuye a explicar las ventas del BCRA en el MULC en el arranque del año, también inéditas en décadas.

En definitiva, el comienzo del año confirma la continuidad de dinámicas preocupantes. Faltan dólares y recaudación, el control del gasto es muy relativo y las perspectivas de financiamiento de las necesidades en pesos del fisco lucen inciertas. El Gobierno enfrenta el desafío de administrar la tensión entre la necesidad de contener una eventual aceleración inflacionaria y cambiaria, de alcanzar las metas del programa con el FMI y de hacer lugar las presiones típicas de un año electoral (mayor gasto social, convalidación de mayores aumentos salariales y postergación del ajuste de precios relativos, entre otras). Un desafío que luce muy por encima de la capacidad de delivery mostrada hasta al momento por las actualidades autoridades políticas y económicas.

Fuente: Lic. Adriano Mandolesi  APOSGRAN

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