La suba del dólar libre en las últimas semanas por la incertidumbre de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) impacta en la producción agropecuaria. Genera mayores expectativas de devaluación del dólar oficial y, por lo tanto, podrían demorarse ventas del sector y, además, influir sobre insumos importados, lo que dejaría a la demanda insatisfecha si se produce una menor provisión.
“La suba del blue hace subir la brecha cambiaria y una mayor brecha cambiaria genera mayores expectativas de devaluación del dólar oficial -dice a LA NACION David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada)-. Esto podría hacer demorar las ventas por proyectar recibir un monto más alto por la venta de los granos en un lapso corto”.
De todos modos, aclara que este año hay dos alicientes más a esa conducta. Por un lado, la sequía, que achica volúmenes y reduce el margen de lo que se puede optar por vender o no y, por otro, los precios buenos que incentivan a una venta temprana, o al menos a fijar precio para entregas a futuro.
Desde la Bolsa de Cereales de Córdoba, Gonzalo Augusto admite que la suba de la divisa paralela enciende las “señales de alerta” en todos los sectores de la economía y para el campo en particular marca que la brecha entre lo que recibe el productor y lo que debería recibir “cada vez se agranda más”.
Grafica con que el precio de la soja en Rosario que cerró la semana pasada a $41.400 la tonelada valuado al blue son US$194. Al oficial serían US$398. Una diferencia de US$204, “muy importante”. Además, la oleaginosa tiene una retención del 33% que hace que el dólar que recibe el productor sea de $68 o $68. En el caso del maíz, es de $91 porque las retenciones son del 12%.
Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, plantea que el primer trimestre del año son los meses en que, habitualmente, menos soja se vende (hay remanente del ciclo anterior mientras se aguarda la recolección de la nueva cosecha), en términos relativos. Son los previos a la próxima cosecha y queda poca por vender. A esa estacionalidad, este año se suman dos factores que probablemente contribuyan a reducir aún más la venta, al menos en las próximas semanas.
Por un lado, los precios internacionales están muy firmes, lo que empuja los valores internos (8% de aumento en últimos 30 días) y hay motivos para pensar que las cotizaciones seguirán altas, dados los problemas climáticos y los recortes de producción en Sudamérica. Por otro lado, el dólar libre sigue subiendo alimentando la brecha cambiaria y hay expectativas de devaluación en un contexto donde el Banco Central “no tiene prácticamente reservas y el país no tiene crédito pero enfrenta importantes vencimientos de deuda pública en moneda extranjera”.
Insumos, otra cuestión
Si bien los insumos para el campo se importan al valor del oficial, Augusto remarca que muchos siguen la cotización del libre. “Por un lado, los ingresos se retrasan y los principales insumos se encarecen y la ecuación económica se complica”, analiza y añade que la suba del blue puede determinar que haya más restricciones a las importaciones que lleven a demoras y encarecimiento.
“La mayor brecha cambiaria y la creciente expectativa devaluatoria genera un problema doble para el Gobierno, por un lado, desincentiva ventas de activos dolarizados y la realización de operaciones de exportación. Por el otro, apura a los importadores a adelantar todas las operaciones posibles a los efectos de cubrirse frente a un eventual salto del tipo de cambio. Los dólares comerciales empiezan a ser insuficientes, incluso para financiar las propias importaciones”, describe Garzón.
Sostiene que los importadores que no consiguen los volúmenes que necesitan enfrentan la disyuntiva de qué precio ponerle a su mercadería, ya que puede quedar bajo si entre una operación y otra se produce una devaluación. “Esto lleva a que los precios de los insumos y equipos importados empiecen a incorporar una prima devaluatoria y/o que las operaciones de venta se demoren y extiendan en el tiempo”, señala.
Miazzo coincide con ese diagnóstico. El problema es que la escasez de dólares del Banco Central se profundiza cuanto mayor es la brecha e impulsa al Gobierno a cerrar más el cepo importador, lo que genera escasez de algunos y alzas de precios. No es que suben por el blue, sino porque no entran por el cepo importador.
Menciona que hay productos como fitosanitarios y fertilizantes que se vienen importando sin mayores problemas, por lo que no suele tener impacto la suba del blue. En cambio, repuestos y neumáticos sí suelen tener restricciones y, por lo tanto, subas de precios que impactan en los gastos de camioneros y contratistas, además de productores.
Fuente: Diario La Nación