Todos los 19 de septiembre la Argentina conmemora el Día Nacional de las Personas Sordas, en recuerdo de la sanción de Ley 1.666 de creación del primer Instituto Educativo Nacional para Sordomudos en 1885. En esa fecha, organizaciones y referentes de la comunidad sorda aprovechan para difundir y concientizar acerca del respeto por las personas sordas y la necesidad de ejercer de manera plena sus derechos.
Durante siglos, los paradigmas científicos y filosóficos en torno a los sordomudos los consideraban personas “anormales”, que en muchos casos debían ser internados en neuropsiquiátricos o aislados de la sociedad en contextos de encierro. Cuando se comenzó a pensar en una educación especial, la metodología que predominó estaba enfocada en la oralidad, y se restringía e incluso se prohibía la comunicación a través de señas.
Esta corriente de pensamiento venía de Italia y fue la base para la creación del novedoso Instituto, propuesto por el médico y legislador Antonio Terry, quien tenía tres hijos sordos.
Sancionada la ley, la escuela comenzó a funcionar sólo para varones. En 1897 se creó una sección para niñas. Esa separación física influyó en el proceso de desarrollo del que terminó siendo la Lengua de Señas Argentina (LSA), modalidad que los alumnos practicaban a escondidas en recreos o de noche, porque estaba prohibida.
El crecimiento de la lengua también estuvo ligado a una estructura de internados para sordos localizados sólo en Buenos Aires, por lo que muchos estudiantes llegaban desde el interior del país y se comunicaban con el resto de sus compañeros a través de señas.
Con información del Gobierno Argentino