Los medios nacionales anunciaron en las últimas horas la decisión de la empresa de cesar la actividad en cuatro fábricas de su propiedad, una de las cuales es precisamente la ubicada en la localidad perteneciente al partido de General Villegas (las restantes Brinkman, Moldes y Centeno).
Esta medida consiste, como primer paso reducir de 15 a 9 establecimientos en operación y achicar la nómina de 4.000 a 2.500 trabajadores, por lo que en este primer paso quedarán desvinculados unos 500 empleados; 45 son de Charlone (dedicados actualmente a elaborar roquefort).
La única esperanza más allá de un posible salvataje del Gobierno o la posible reorganización en la producción, es que en su historia esta planta ha pasado por este tipo de situaciones en reiteradas ocasiones; claro que esta vez, todo indica que podría ser definitiva.
A la crisis del sector lácteo generado principalmente por la política económica se le debe sumar el impacto que significa la crisis hídrica que parece estar lejos de tener una solución (mitad a causa del clima y el resto por cuestiones humanas).
Mientras los rumores crecen y se convierten en aparentes certezas, algunos medios como Infobae ya dan por hecho el cierre; aún así, cuando por estas horas se pregunta en el pueblo, quizá por la fuerza de la esperanza, algunos resisten la confirmación.
Lo concreto hoy es el comunicado de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra) mediante el cual aclaró que Sancor confirmó “la necesidad de producir una reestructuración en la empresa” que implique un “achique en la cantidad de plantas, usando los mismos procedimientos que se han usado en el pasado como son los retiros voluntarios, las jubilaciones y los traslados”.