El hecho de que alguien se acerque a centímetros de la Vicepresidenta de la Nación y le apunte con un arma, es un hecho de una gravedad humana e institucional que no tiene precedentes en la Argentina y como tal demanda nuestro repudio.
Este hecho delictivo se enmarca en la atmósfera de violencia, ausencia de paz y desasosiego que embarga al pueblo argentino y requiere un abocamiento con toda premura en pos de la pacificación.
Pero esas elevadas miras tienen que estar acompañadas de acciones muy ejecutivas tendientes a disminuir la pobreza, afianzar la justicia, devolver la capacidad adquisitiva de los salarios, generar empleo genuino y garantizar la seguridad de las personas.
Ocurre que observamos con profunda tristeza que esos obstáculos no se superan por la falta de gestión, inacción y cuando no desidia de las autoridades, con honrosas excepciones.
Esperamos, con la urgencia que la necesidad demanda, que este lamentable suceso se constituya en punto de inflexión de un cambio profundo en pos de la anhelada pacificación, pero reiteramos, aquella armonía solo se consigue removiendo aquellos obstáculos que todos tenemos visualizados.