En términos logísticos, Brasil –un país con regiones subtropicales– es el proveedor más complicado con la nueva exigencia china, dado que deberá invertir más tiempo y recursos en acondicionamiento del grano para poder embarcar soja con el nivel de humedad mínimo exigido por la nación asiática.
No se trata de una tarea sencilla para Brasil porque el país carece de infraestructura para almacenar la enorme cantidad de granos que viene produciendo en las últimas campañas y, por ende, está obligado a embarcar gran parte de la producción durante el período de cosecha.
Desde el año pasado el Ministerio de Agricultura de Brasil viene impulsando una iniciativa para actualizar el estándar de comercialización de soja y uno de los aspectos claves de la propuesta es precisamente reducir la base de humedad del 14,0% al 13,0%.
La iniciativa comprende segmentar a la soja en tres categorías: para consumo humano directo; para la elaboración de harina, pellets, aceite de soja y biodiésel; y finalmente para “usos especiales”, entre los cuales se incluyen producciones de soja con niveles de aceite superior al 20% y de proteína mayores al 40%.
En lo que respecta a la soja destinada a industria, la propuesta determina cinco categorías de calidad, de las cuales la más elevada es aquella que cuenta con hasta un 4,0% de granos ardidos/fermentados, hasta 1,0% de quemados y de materias extrañas y hasta un 8,0% de granos verdes. La categoría más baja de calidad corresponde a partidas de soja con 10,01% a 12,0% de granos ardidos/fermentados, de 4,01% a 5,0% de quemados y de 14,01% a 16,0% de granos verdes. Para materias extrañas se mantiene el máximo de tolerancia de hasta 1,0%.
En la Argentina, en cambio, no existe ninguna propuesta oficial en evaluación orientada a actualizar el estándar comercial de la soja.
Fuente: Valor Soja