El clima nos jugó una mala pasada esta campaña y nos redujo algo más de 12/15 millones de toneladas de producción respecto a lo proyectado. La siembra sigue estancada en 36-37 millones de hectáreas y se estima una producción para este año de 128-129 millones de toneladas, de las cuales 99 millones de toneladas se exportarán.
Los datos de Gustavo López, de Agritrend, hablan de casi US$45.000 millones de ingresos por exportaciones, récord frente a los US$40.200 millones del ciclo anterior y ello es fruto solo por la mejora de los precios internacionales ya que la producción fue también de 130 millones de toneladas en la campaña 20/21.
Es bueno destacar, en un momento donde todos hablan de las retenciones del complejo granos, que los derechos de exportación (DEX) de la campaña 21/22 serían también el récord de los últimos 20 años, llegando a US$10.000 millones y superando los 9300 millones del año 2010/11.
El Dr. Marcelo Elizondo publicó hace unas semanas en LA NACION algunos datos relevantes de los DEX. Según las últimas cifras del Banco Mundial, solo 7 países gravan con impuestos a la exportación en cifras que generan más del 10% del total de la recaudación fiscal a las ventas externas, según expresó. La Argentina es uno de ellos y, además, está entre los 5 países que más recaudación por retenciones genera según los datos del (2019/2020), se indicó. Otros países son Kazajstán, Federación Rusa, Islas Salomón y Bielorrusia, Guinea-Basau, Costa de Marfil, Níger, Papúa Nueva Guinea, Benín y Tanzania.
Un dato relevante a tener en cuenta en cuanto al aporte tributario del complejo granario es que, entre 2002 y 2021/22, según datos de Agritrend solo los derechos sumaron en total US$121.000 millones, correspondientes a US$514.000 millones ingresados en el mismo período por exportaciones (DEX 23,5%) y 1514 millones de toneladas de productos exportados.
Esto es, desde hace algo más de 20 años, 1 de cada 4 camiones que se producen de granos y subproductos en el campo, queda en manos del Estado Nacional y son los famosos derechos de exportación o retenciones, que se deducen del precio que recibe el productor en el momento de la venta.
Luego se paga, además, el resto de los impuestos de cualquier actividad económica, que llevan la presión fiscal en la Argentina a valores cercanos al 60% para aquellos que pagan sus impuestos.
Si solo el 10% de lo recaudado por DEX hubiera vuelto a la sociedad en infraestructura, por ejemplo en caminos, la Argentina tendría hoy no menos de 12.000 kilómetros de autopistas nuevas similares a la ruta 2 o ruta 9 en todo el país, habiendo bajado además en forma notable la siniestralidad vial que seguimos teniendo con las rutas actuales de doble vía y en mal estado. Lamentablemente nada de ello no ocurrió.
El complejo granario argentino está estancado en los últimos cinco años en 36,6 millones de hectáreas sembradas y en 128 millones de toneladas, muy por debajo aún de lo proyectado por la Fundación Producir Conservando en informes anteriores.
Proyecciones
Si tomamos la última proyección de largo plazo de la Fundación Producir Conservando, al 2026-2027 planteaba llegar a 42 millones de hectáreas sembradas y 160 millones de toneladas de producción del complejo granario.
La campaña prevista para 2021-22 apuntaba a sembrar 38 millones de hectáreas aproximadamente y una producción total de 151-153 millones de toneladas. Si ello hubiera ocurrido, el ingreso de divisas con los actuales valores FOB de exportación hubiera sido de US$54.500 millones, frente a los US$44.000 reales de hoy,
Además, los DEX hubieran sumado US$12.800 millones, casi 3000 millones más que en la actualidad y los productos exportados hubieran sumado casi 115 millones de toneladas frente a los 100 millones actuales de toneladas.
El estancamiento del complejo granario, como lo hemos planteado desde la Fundación en numerosas oportunidades, al igual que muchos otros sectores de la economía, tiene que ver no solo con problemas climáticos sino con el marco político, macro y microeconómico que vive el país, que no genera confianza y limita las inversiones.
La próxima campaña será difícil de afrontar debido a costos de producción un 60-90% más caros que en la anterior dependiendo del insumo, dificultad en conseguir algunos insumos claves (gasoil, fertilizantes -duplicaron su valor- y algunos fitosanitarios), repuestos de maquinaria agrícola, problemas y costos logísticos crecientes, paros sorpresivos de gremios, controles y regulaciones de todo tipo que hacen difícil pensar en los precios internos futuros.
La próxima campaña 22/23 necesitará inversiones por parte de los productores del orden de US$27.000/30.000 millones de dólares. En un marco macro político y económico tan confuso como el actual se deberían tratar de generar incentivos, que no son subsidios ni ventajas especiales sino generar mayor confianza y una mirada de largo plazo, para poder aumentar la superficie y a la vez mantener y/o incrementar los niveles de tecnología para mejorar la productividad.
Por estos días la sensación es que la política y las autoridades económicas hacen todo lo contrario. Es razonable pensar en mejorar los ingresos futuros por exportaciones de la próxima campaña 22/23 en no menos de US$10.000 millones y es otra oportunidad que se nos presenta y no la deberíamos dejar pasar como lo hicimos este año.
Fuente: Diario La Nación