Quema de combustibles fósiles, utilización indiscriminada de recursos naturales, crecimiento poblacional, mal uso de los suelos, entre otros factores, conforman uno de los mayores desafíos de la actualidad: la crisis climática. Pero, ¿cómo se pueden adaptar los países ante los desafíos? ¿Es posible revertir sus efectos?
Es tal la interconexión entre clima-naturaleza-personas que no se pueden desconocer que las acciones que el ser humano tome sobre los recursos y ambientes naturales, afectarán y dirigirán el destino del cambio climático. “Para poder revertir los efectos, el mensaje que se debe tratar de dar a los políticos y la sociedad es que la no toma de acciones lo que conlleva es la pérdida de vidas humanas, además de pérdida en el ambiente y en la economía de los países”, aseveró Matilde Rusticcuci, doctora en Ciencias de la Atmósfera (UBA Exactas – CONICET).
Para la investigadora, una de las claves está en prepararse para los extremos, como excesos de precipitaciones o largos períodos de sequía. “Es necesario, por ejemplo, fortalecer los sistemas de salud y prepararlos para recibir a las personas afectadas por el calor, ya que la mortalidad por las altas temperaturas es creciente en los últimos años. Este enfoque, combinado con otras medidas como la implementación de un sistema de alertas tempranas y el acceso mejorado al agua potable, puede ser clave para muchas personas”, explicó, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.
“Otro punto a tener en cuenta sobre el calor es que también afecta la productividad laboral, sobre todo a aquellas personas que están expuestas al aire libre. Pensemos desde los policías que están en la calle hasta los trabajadores del campo: toda esa gente reduce su productividad laboral si no cuenta con las condiciones adecuadas. Hay que pensar en cambiar horarios, uniformes, tenemos otro clima y podemos evitar estos problemas”, aseguró la especialista en climatología.
En este sentido, Paulina Martinetto, doctora en Ciencias Biológicas (CONICET-UNMdP), mencionó: “Existe evidencia creciente de que el riesgo para las personas puede reducirse y la biodiversidad puede mejorarse de muchas maneras: en las ciudades, los árboles pueden proveer de sombra, la vegetación puede realizar un efecto de enfriamiento, las áreas verdes pueden proveer de drenaje y almacenamiento de agua de inundación y la agricultura urbana puede proveer alimentos. Estas son algunas formas de adaptación que deben considerarse”.
“También los humedales costeros pueden proteger contra la erosión costera y las inundaciones asociadas a las tormentas severas y al aumento del nivel del mar. Estos ecosistemas pueden, a su vez, contribuir con la acumulación de carbono, ya que son grandes secuestradores de este gas de efecto invernadero”, añadió la investigadora.
Actualidad en la región Latinoamericana
Según el último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés), el capítulo de Adaptación y Vulnerabilidad, desarrollado por el Grupo de Trabajo II, indica que la región de América Latina se encuentra altamente expuesta al cambio climático, situación amplificada por la desigualdad debido a la pobreza, al crecimiento poblacional y también a la alta densidad poblacional. Además, el cambio en el uso del suelo, la deforestación, con la consecuente pérdida de la biodiversidad y una alta dependencia de las economías nacionales sobre los recursos naturales hace que se torne una región vulnerable a la crisis.
Asimismo, se destaca una pérdida de glaciares en los Andes de más del 30 por ciento, del cual un 50 por ciento se viene derritiendo en los últimos 40 años. Por último, entre los efectos y consecuencias, afirman que se observa un aumento de enfermedades infecciosas de transmisión por vectores como el dengue, zika y chikungunya.
“Argentina en particular tiene dos regiones muy marcadas por los efectos del cambio climático. Por un lado, la región centro y noroeste, que son las principales regiones productivas alimentaria, cuentan con exceso de precipitaciones, sin embargo, hace tres años venimos de una sequía prolongada que también impactó en la producción, debido a que justamente aparecen estos eventos extremos: mucha lluvia principalmente en la región este en un momento, poca en otros”, detalló Rusticucci.
“Mientras que hacia el oeste y el sur, hay un déficit de precipitación marcado, que con el tiempo se va a ver más acentuado y al que hay que prestarle atención, sobre todo las zonas que sus cultivos dependen de la lluvia y del agua en el verano proveniente de las aguas congeladas del invierno”, continuó la especialista.
Pensar la mitigación y adaptación como política de Estado
Una cuestión positiva que destacan las expertas es el trabajo en torno al Plan Nacional de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático, impulsado desde la cartera de Ambiente nacional, que dará un marco formal a las acciones de adaptación y mitigación, además de sentar las bases sobre las posibilidades de acción actuales y las urgencias a tratar.
Entre las herramientas que propone el Plan, a través del Centro de Información Ambiental se pone a disposición el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (GEI), un sistema que contabiliza los gases emitidos y absorbidos de la atmósfera durante un año calendario para el territorio argentino. Al mismo tiempo, se destaca el Sistema de Mapas de Riesgo del Cambio Climático (SIMARCC) en el cual se pueden visualizar las zonas y poblaciones más vulnerables a las amenazas del cambio climático y se posiciona como una tecnología que permite a los tomadores de decisión sumar esfuerzos y tomar medidas para trabajar en pos de reducir la vulnerabilidad.
“Como principales medidas de mitigación, es reducir las emisiones y aumentar la captación de dióxido de carbono. Para la reducción de emisiones, el sector del transporte, por ejemplo, deberá planificar una transición energética, para ir dejando los combustibles fósiles de lado y migrar hacia fuentes renovables”, explicó Martinetto.
En tanto que, para aumentar la captación de dióxido de carbono de la atmósfera, la especialista aseguró que debe ser a través de políticas de conservación, restauración y buen manejo de los ecosistemas naturales: “Se deberán incrementar las áreas protegidas, para permitir a las especies que se muevan hacia nuevas locaciones, que sean ecológicamente más apropiadas. Crear refugios para que las especies vulnerables puedan sobrevivir localmente, puede ayudar a los ecosistemas al cambio que es inevitable a esta altura y así reducir la pérdida de biodiversidad”, amplió la especialista en Ecología Marina.
Asimismo, las expertas afirman que el diálogo puede mejorarse incluyendo a más sectores de la sociedad. “Por ejemplo, en el informe del Grupo de Trabajo II del IPCC se hizo mucho hincapié en incorporar los conocimientos indígenas y de comunidades locales porque en general son muy dependientes de los recursos naturales y son, en ese sentido, las más afectadas”, dijo Martinetto.
“Por suerte se está hablando más de cambio climático en los últimos tiempos, pero debemos entender que no podemos demorar más, que tenemos que tomar acciones inmediatas. Como país siempre nosotros siempre tenemos alguna urgencia, pero hay acciones que se tienen que tomar sí o sí”, concluyó la doctora Rusticucci.