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Antonio Martín

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(03 de enero de 1919 – 19 de abril de 1987)

Fue alumno de la Escuela Fiscal N°171. Estudió Teneduría de Libros en la Escuela Nocturna.
A partir de su juventud se inclinó por la lectura y la música, su máxima ambición era comprar libros y discos.
En todas las comisiones donde actuó siempre proyectó lo cultural. Su primer trabajo lo realizó como Tenedor de Libros en el Molino Navilli, desempeñándose luego en el Banco de Italia y Río de La Plata, de Rufino, donde llegó a ocupar el cargo de Gerente en las sucursales de Río Cuarto (Córdoba) y Concordia (Entre Ríos) para regresar a Rufino y terminar aquí su carrera como Inspector. Falleció el 19 de abril de 1987.

Antonio Martín pasó por varias instituciones de nuestra ciudad:
– 1952-1962 fue Presidente del Club Jorge Newbery.
– El 9 de julio de 1976 fue declarado hijo dilecto de la ciudad de Rufino. Impulsor de la Biblioteca José Ingenieros y cofundador de Amigos del Arte y la Cultura.
– 1982-1983: Intendente Municipal.
– El 19 de abril de 1990 se le coloca su nombre a una calle de nuestra ciudad.

Los libros
Desde las primeras letras, cuando balbuceaba versos en el patio de la escuela y escribía en las viejas paredes del pueblo sentencias con ternuras de guardapolvos, ya afloraba en las frágiles fibras de Antonio Martín la musa, la curiosidad por el misterio de las palabras y la avidez de incursionar por las eternas y anchas avenidas de los hombres que dejaron estampas colmadas de sapiencias y de honduras ejemplares.

Aquella vocación, la volcó luego al periodismo en donde ha colaborado constantemente tanto en el orden local como en distintos órganos de la provincia y en revistas especializadas de la Capital Federal.

Estimulado por los apuntes que se acumulaban permanentemente en sus alforjas y por las tradiciones orales que se agitaban en su copa ansiosa levantada cual un símbolo para recoger hechos y relatos, un día se largó a escribir entre luces y penumbras «De la Carreta al Brillante – Rufino, historia de una ciudad«, que respaldó su padre espiritual don Roberto F. Giusti, el laureado hombre de letras argentino. Leer libro

Sus Publicaciones
1964 – “De la carreta al brillante – Rufino, historia de una ciudad”.
1971 – “El gran Bernabé”.
1977 – “Un archipiélago de ensueño y las coplas de mis padres”.
1978 – “Una ventana hacia la vida”.

Premios
1976: Se lo distingue como uno de los “Elegidos 1976” en la ciudad de Río Cuarto por su trayectoria literaria.
1981: Compite por el premio “Planeta” en Barcelona (España).
1985: Primer Premio en el Concurso Literario “Alfonsina Storni” con el cuento “Remedios”.

 

Su carrera en el Banco de Italia y Río de la Plata
Rufino, la importante ciudad del sur santafesino, una de las más ricas en materia de ganadería, sigue siendo ejemplo de superación por el entusiasmo de sus habitantes que no cesan en la laboriosa tarea de seguir cada vez con mayor empuje el elevamiento de la ciudad de sus campos, donde se nutre su hacienda.

En esta ciudad, el día 18 de enero de 1922, abrió sus puertas la sucursal de Banco Italia y Río de la Plata, llenando así una necesidad que desde mucho tiempo se venía reclamando por la inmensa colonia de ciudadanos italianos que en ella se habían afincado.

Antonio Martín se desempeñó como Contador de esta sucursal. Había comenzado su carrera el día 11 de marzo de 1942 como auxiliar en la sucursal de la vecina ciudad de Laboulaye (Córdoba). Dos años más tarde fue trasladado a Rufino donde se siguió desarrollando su actuación.

Desempeñándose en distintas secciones, fue poniendo de manifiesto sus amplios conocimientos en las tareas encomendadas, así fue que su rendimiento se vio reflejado por el éxito obtenido en las secciones en que actuara: Como Giros y Remesas, Caja de Ahorros, Cuentas Corrientes, Teneduría de Libros, Jefe de Créditos, ascendiendo posteriormente a Sub – Contador y luego a Contador. Así se expresa en la revista Publicación de Bancos Argentinos y Extranjeros de octubre de 1974.

 

 Actualidad Bancaria en Rufino

Las otras sorpresas

nota escrita por Luis Angel Rojo, en septiembre de 1973.
Es una ciudad de prohombres, no cabe duda. De especiales arquetipos muy ansiosos de crear, así en la tierra como en los sueños.

Y al conocer a Antonio Martín, fue sorprendente; sí señor. Desde el mismo comienzo, cuando nos daba la bienvenida en la acera, donde nos había esperado, hasta el descubrimiento de su templo en la planta alta, una sala – biblioteca donde el mundo experimenta una extraña simbiosis, un repentino viraje hacia lo excelso.

Recorremos, atropelladamente la prolija y simétrica agrupación de los volúmenes, para reconocer a los innumerables huéspedes que alojan los anaqueles y encontramos a los clásicos del verbo, junto a los renegados más modernos.

Vivo en esos minutos la impresión de sentirme un soldado que pasara revista al más formidable ejército que tiene la humanidad. Allí conviven la filosofía subyacente en el humorismo de Wimpy, con las prospectivas científico-metafísicas de Alexis de Carrel, el rebelde señorío de Borges, con los feroces atrevimientos de Sábato. Lo más auténtico, puro, importante y vital de la literatura. Aquello que puede conmover las fibras de un hombre sin poses, camelos ni disfraces.

Martín complementa su tesoro con ejemplares biográficos, revistas de variado interés, recortes, apuntes, manuscritos, etc. No sé; desde la Biblia hasta «Caras y Caretas», supongo.

Y después la charla. Algo que en Martín alcanza profundidades de cosa nuestra. Habla de su ciudad, sus hombres, historiando capítulos y anécdotas que en su lenguaje se colorean con vivida nitidez.

Para conocerlo mejor. Apelamos a una mañosa trampa: hablarle de sus pares («chuzearlo» como dicen los criollos). Responde lo que piensa con notarios repentismos, siguiendo siempre el primer impulso. Por allí, para abonar un concepto acerca de Sábato, echa mano a un bolsillo del saco. Porque al igual que los niños guardan dulces, el atesora recortes, para volver a gustarlos de vez en cuando. Advertimos algo: no es solo la voz lo que se expresa en él. Una calidez interior se le desborda por las manos, con breves gestos volanderos que tienen la nobleza propia de los aristócratas del alma.

La conversión ha recalado en España, tierra de sus padres, algo íntimamente ligado a la médula de su última obra: «Un archipiélago de ensueños y las coplas de mis padres». Y nos pinta a las Islas Canarias con la magia de su estilo, en una floración de vehemencias poéticas incontenibles. Se ha convertido en un nombrador fabuloso de aquellas vergeles de leyenda, a través de sucesivos cuadros, siempre habitados por una constante: la madre y la niñez.

Una mirada al reloj, nos ha vuelto a la realidad; está muy avanzado el mediodía. Debemos liberar a Antonio de nuestra visita. Lo que antes era un prolijo escritorio, está repleto de pocillos y ceniceros recargados.
Fotografías y despedidas. Otra vez al coche, otra nota por cubrir, otra vez el silencio. Tal vez porque seguimos estando en ese único ambiente de la planta alta, como hecho por Antonio en un mínimo rapto de escapismo terrestre, mirando por la elevada ventana donde libera los pájaros, los duendes, los títeres o los fantasmas de su yo diferenciado. En ese ámbito donde Dios es más presentible porque el genio ha sido llamado a formar filas. Allí, el lugar en que nuestro nuevo amigo repasa las largas tristezas de su oficio. Tristezas que le procura un mundo donde el alma es algo que puede esperar.

Casi sin habérselo propuesto, mi memoria reconstruye una de las coplas de venero paternal de Antonio Martín:

«Al pie de un árbol sin frutos,
me puse a considerar
qué pocos amigos tiene
el que no tiene que dar»

 

Antonio Martín: su desaparición física

A pocos días del fallecimiento de Felix Lazzarino, el 19 de abril partió otro escritor, otro historiador: Antonio Martín.

Un hombre dedicado al estudio, tenaz, aplicado, con una gran capacidad para la recopilación de datos, para el «rastreo», brindó a Rufino su primer compendio histórico: «De la Carreta al Brillante», único camino que lleva a conocer los orígenes y estilo de vida de esta ciudad, nacida junto a dos rieles de acero, como gustaba decir a Martín.

A esta obra deben sumarse «Un archipiélago de Ensueño y las Coplas de mis Padres», «El Gran Bernabé» y «Una ventana hacia la vida». En todas es fácil descubrir un perfil de esta comunidad, una anécdota, un relato, una pincelada de viejos días, un retrato de un personaje.

También ejercitó la función pública desempeñándose como Intendente Municipal en el período 82-83, en el que se gestaron importantes obras, culminándose la construcción del Hospital SAMCO.

Quienes despidieron sus restos, resaltaron su hombría de bien, honestidad y apertura a las entidades del medio. La Sra. Hilda de Messeri, el Secretario de Gobierno de la Municipalidad, C.P. Raúl Vigliocco, el Sr. Hugo Botazzini, por el Club Jorge Newbery, el Sr. Eugenio Ursino, el Sr. Ricardo Montagner, el Dr. Claudio Salvi y el poeta José María Plaza, coincidieron en esta faceta. Y si bien es válido el detalle, hay una premisa fundamental para aunar a este recuerdo y fijarlo como homenaje: esperará quien tome la antorcha que dejó para que Rufino no quede sin su historiador….. Un pueblo sin tradiciones, sin historia, pierde su identidad, se desencarna y no tiene raíces para alzarse y mirar más allá del horizonte….

El Sembrador: Anuario 87/88

 

Su calle

Municipalidad de Rufino
Honorable Concejo Deliberante

Ordenanza N°1968/90
VISTO:
Que el 19 de abril se cumple el 3er. Aniversario del fallecimiento de Antonio Martín; y
CONSIDERANDO:
Que dentro de su polifacética personalidad, fue la veta literaria la más destacada expresión, conjugada ella, con el entrañable amor a nuestra ciudad, dando como síntesis su obra fundamental “De la carreta al brillante – Rufino, historia de una ciudad”, publicada en 1964, respaldada por su padre espiritual don Roberto Giusti el laureado hombre de letras argentino. En ella queda reflejado el mérito a un denodado e incansable trabajo de investigación, la semblanza de personajes, personalidades, rincones, hechos, de los primeros 75 años de su pueblo. Se constituye así en el texto de consulta permanente para desentrañar las dudas y agasajar la nostalgia de los rufinenses que con su sola memoria no pueden desandar el tiempo;
Que publicó en 1971 “El gran Bernabé”, donde refiere la vida y trayectoria deportiva del ídolo futbolístico de Rufino y del país; en 1977 edita “Un archipiélago de ensueño y las coplas de mis padres”, su inspiración en los afectos abrevados en su cariño natural de sus padres nos introduce en la historia, geografía e idiosincracia de los habitantes de las islas canarias; en 1978 publica “Una ventana hacia la vida”, en cuyas páginas se halla un catálogo de circunstancias; en 1980 edita “La Herencia maldita” que lo llevó al año siguiente a competir por el premio “Planeta” a Barcelona (España); en 1985 gana el primer premio en el concurso literario “Alfonsina Storni” con el cuento “Remiendos”;
Que fue declarado hijo dilecto de la ciudad de Rufino el 09-07-76 en la presentación del libro “Un archipiélago de ensueño y la copla de mis padres” y además en la ciudad de Río Cuarto (Cba.) se lo distingue como uno de los ELEGIDOS 1976 por su trayectoria literaria;
Que alternó su trabajo en el Banco de Italia y Río de la Plata. Donde por sus cualidades naturales de capacidad, disciplina, honradez y responsabilidad llegó a ocupar el cargo de Gerente en distintas sucursales, culminando su carrera bancaria en Rufino, con la participación en instituciones del medio;
Que su vocación por la cultura lo tuvo como empeñoso impulsor de la Biblioteca José Ingenieros y cofundador de Amigos del Arte y de la Cultura;
Que fue relevante su actuación en el Club Jorge Newbery al cual dedicó su vida y durante su presidencia –1952-1962- se colocó la piedra fundamental del edificio de la sede social del mismo, también colaboró en la actividad deportiva como social de su querida institución y fue nombrado Presidente Honorario;
Que desinteresadamente sin pensar en una capitalización personal, brindó su capacidad de orador a todas las instituciones que lo requirieran;
Que en su paso por la vida pública, como intendente municipal –1982-1983- se interesó por dar lo mejor a su comunidad;
Que Antonio Martín por sus destacados méritos trascendió a la comunidad como ejemplo de capacidad, disciplina, dedicación, sensibilidad y vocación de servicio, dan lugar a que una calle de nuestra ciudad perpetúe su nombre;
Que este reconocimiento es una expresión compartida por numerosas instituciones y personas que desean manifestar así su homenaje y su admiración al historiador de nuestra patria chica;
Que resulta oportuno dar su nombre a una de las calles donde ubicada su casa, que compartió con sus familiares y amigos y su biblioteca personal, uno de los tesoros culturales de su vida dedicada a leer, investigar, escribir;

Por todo ello:
EL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE DE LA CIUDAD DE RUFINO, SANCIONA LA SIGUIENTE
ORDENANZA
ARTÍCULO 1°: Dispónese el cambio de denominación de la calle Laprida, la que pasará a llamarse “Antonio Martín” a partir del 19 de abril de 1990, fecha en que se cumple el 3er. Aniversario de su fallecimiento.-
ARTÍCULO 2°: Comuníquese, publíquese y archívese.-

Sala de Sesiones, Rufino abril 11 de 1990.-

Esta Ordenanza por Decreto N°070/90 DE FECHA 19 de abril de 1990, y promulgada en la misma fecha

 

 
Realización: Miguel Angel Barucco.

Fuente:
• Publicación de Bancos Argentinos y Extranjeros de octubre de 1974.
• Revista Actualidad Bancaria, septiembre de 1973.
• «Una ventana hacia la vida» de Antonio Martín.
• El Sembrador: Anuario 87/88.
Material: Museo y Archivo Histórico Municipal de Rufino y Material de archivo de la Escuela N°171.
Agradecimientos: Al Sr. Oscar González del Museo y Archivo Histórico de Rufino.

25 de noviembre de 2002

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