Uno de los mejores arqueros de todos los tiempos, hoy a sus 87 años saca de su memoria su paso por Colombia y Millonarios.
Cuenta la leyenda que fue el primer arquero argentino en utilizar esos guantes que hoy son un común denominador en el fútbol de todas las latitudes. Por eso, cuando Amadeo Raúl Carrizo trae a la entrevista con El Espectador aquellos que cubrieron sus manos en el último tramo de su carrera, la foto es inevitable. Ahí está uno de los mejores porteros de todos los tiempos, posando como si hubiera viajado en el tiempo. Como si ahora no peinara canas y estuviera cerca de cumplir 90 años. A los 87, nada menos, Tarzán se muestra lúcido como en los tiempos en los que se paró bajo los tres palos de Millonarios. Y aunque se hizo famoso por vestir la camiseta de River Plate, nadie olvida su paso por Colombia.
“Le habían puesto punto final a mi ciclo en River. Entonces, el presidente William Kent me dijo ‘ya está, te vamos a hacer un partido homenaje y vas a enseñarles a los chicos cómo se ataja’. Yo tenía 42 años, era grande, pero tenía ganas de seguir jugando. Y, la verdad, estaba triste. Hasta que me invitaron a jugar un par de amistosos a Perú contra el Dinamo de Moscú, donde atajaba Lev Yashin. Tuve la suerte de que me vio Alfonso Sénior, un dirigente importante, y me llamó para atajar en Millonarios. Me contrató por seis meses, tal vez porque quería saber si no se llevaba un paquete (se ríe) y al final me quedé dos años en Colombia”, cuenta Amadeo, quien elige un rincón del bar Pablo’s, en Villa Devoto, donde cita a los periodistas cada vez que le piden una entrevista. Pide café Carrizo, un revolucionario en el puesto, aunque él diga con humildad: “Creo que mi principal virtud fue haber hecho que el arquero tome mayor relieve dentro del equipo. Antes, era el más gordito al que mandaban bajo los tres palos, mientras el resto se divertía. Y aunque el portero es el que vive pensando en evitar lo más lindo del fútbol, que son los goles, es tan importante como un jugador de campo”.
Estuvo 23 años en el arco de River y hoy tiene el privilegio de haber sido nombrado presidente honorario. ¿Lo esperaba?
Yo no esperaba nada, realmente. Pero estoy muy feliz por este nombramiento. Cuando me dieron el cargo, me puse a llorar de emoción. Porque puedo dar consejos, estar al lado de la gente, de los directivos, viajar y representar a River, como cuando era jugador. Sólo había un presidente honorario en el mundo y ése era nada menos que el gran Alfredo Di Stéfano en Real Madrid.
¿Es cierto que va a viajar a España junto al presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, para reencontrarse con él?
Escuché algo así. Todavía no me confirmaron nada. Sería muy lindo.
¿Hace cuánto que no ve a Di Stéfano?
Uff… fue hace un montón de años, cuando lo nombraron ciudadano ilustre de Buenos Aires, en 2003. Me acuerdo que fui al acto. Después, no volví a verlo. Sé que anda con algunos problemitas de salud, ojalá que se mejore. Qué gran figura era… Cuando Huracán se lo prestó a River, no había pasado un minuto y ya había hecho un gol. Eso fue en 1946. Y al año siguiente se formó un gran equipo. ¡Y yo no jugué ni un minuto! El arquero era Héctor Grisetti. Ni los amistosos me dejaba jugar.
Di Stéfano también jugó en Millonarios, pero no coincidieron en la época.
Me hubiera gustado jugar con él. Fue mucho tiempo antes, claro. Yo atajaba en River. Cuando llegué a Colombia, muchos me hablaron muy bien de su paso por Millonarios.
Su paso por Colombia
Carrizo tiene grandes recuerdos de su paso por Colombia. Sin ir más lejos, hace 10 años viajó a Bogotá para un partido amistoso que jugaron Millonarios y River, nada menos. “Me ovacionó todo El Campín. Y ahí tomé real dimensión de que mi paso por ese país había sido muy importante. Me sentí muy pleno cuando jugué en Millonarios, dejé todo y el cariño es recíproco. Los aplausos que me brindaron en esa cancha yo no los voy a olvidar en lo que me queda de vida”, rememora emocionado.
¿Qué anécdota se le viene a la cabeza de sus tiempos en Millonarios?
Yo siempre digo que me quedó una cuenta pendiente. Me quedé con las ganas de hacer un gol. Me hubiera gustado patear un penal. Ahora, los arqueros se acostumbran a hacerlo, pero en mi época… No me dejaron. Un día le dije a Renato Cesarini: “Mire que se la voy a meter arriba”. Me contestó: “Dejáte de joder”. A José María Minella también le pedí un penal. “Cuando vaya ganando River holgadamente, por favor, me gustaría patear. No se asuste, si el partido es ajustado, ni me acerco al área de enfrente”. No hubo caso. En Colombia me di el gusto de patear tiros libres. Recuerdo un partido con Unión Magdalena. Faltaba poquito para terminar, perdíamos 1 a 0 y yo veía que, en cada pelota parada, mis compañeros la mandaban a las nubes… Entonces, hubo un tiro libre y pateé yo. Le pegué medio con chanfle, a tres dedos, y le pegué a la frente de uno de los rivales que estaba en la barrera, jajá…
¿Cómo vivió el hecho de que Millonarios haya podido volver a ser campeón local después de tantos años de frustraciones?
Me puso muy contento. Tiene una hinchada maravillosa, muy seguidora, y se merecía el campeonato. Nosotros, con River, estuvimos 18 años sin ser campeones y no es fácil sobrellevar tanto tiempo en una institución grande sin logro. Por suerte se le dio.
El fútbol colombiano hizo una gran evolución desde entonces.
¿Cómo lo ve en la actualidad?
El fútbol colombiano cambió para bien con una ayuda de las grandes figuras argentinas. La década de El Dorado fue fundamental. Jugaron Cozzi, Pedernera, Antonio Báez —de Rufino, mi pueblo—, Di Stéfano, Pipo Rossi… En ese equipo había un solo colombiano, Zuluaga. Recuerdo que jugaban Pipo Rossi, Reyes, Báez, Pedernera, Mourín, les ganamos 3 a 0, 3 a 1… No recuerdo bien, en un partido con River. Sin ninguna duda, la visita de grandes estrellas ayudó. Además, el colombiano siempre fue muy respetuoso del fútbol argentino y sus notables jugadores.
¿Vio los partidos de la selección de Colombia en estas eliminatorias?
Muy poquito, casi nada. Aunque el secreto es que tiene buenos jugadores. No hay otra fórmula para el éxito. Empecemos por ahí, hay dos o tres jugadores internacionales que marcan la diferencia. Por ejemplo, Falcao. Fue una lástima que se lesionara, pobre muchacho. Y ‘Teo’ también es muy bueno para la selección.
¿Qué impresión tiene de Teófilo Gutiérrez? Porque hasta ahora ha aparecido poco y nada en River.
No sé si juega más libre, no sé si tiene una gran responsabilidad, no sé qué le dirán a él, se ve que es técnicamente muy buen jugador. Acá, en River, tiene que rendir más. Todavía no ha hecho mucho el colombiano. Pero si se junta más seguido con Fernando Cavenaghi, van a hacer una buena dupla de ataque.
¿No le da mérito a Pékerman por haber clasificado a Colombia al Mundial después de 16 años?
Pékerman hizo lo suyo. Aportó todo lo que sabe. Pero tuvo la inteligencia, por encima de todo, de aprovechar el talento de esos buenos jugadores que tiene Colombia.
Fuente: El Espectador – Colombia