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769 minutos sin goles, el récord de Amadeo

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En el torneo Metropolitano de 1968, el histórico arquero de River logró mantener su valla invicta durante más de ocho partidos.

Querido y respetado por todos los hinchas del fútbol argentino, Amadeo Raúl Carrizo es uno de los máximos ídolos de River. Actualmente Presidente Honorario de la institución, con él en el arco, el club de Núñez obtuvo siete títulos locales. Tras debutar en Primera División, en 1945, maravilló a todos con sus espectaculares atajadas y sus novedosos métodos en el puesto para la época, como por ejemplo salir a cortar lejos del arco o eludir a un delantero.

“Yo era un arquero con cabeza de atacante, por eso me anticipaba a lo que iban a hacer los rivales. En mi época era impensable que un guardameta utilizara los recursos de cualquier jugador de campo: yo gambeteaba, anticipaba, sacaba rápido con el pie o con la mano para armar el ataque”, explicó alguna vez.

En 1968, Amadeo logró mantener su valla invicta durante 769 minutos. De esta manera superó la marca que ostentaba Antonio Roma. Años más tarde, Carlos Barisio, arquero de Ferro Carril Oeste, alcanzó los 1075 minutos sin tantos en contra.

El arco de River se mantuvo en cero desde el 19 de mayo de 1968, donde empató 0-0 ante Rosario Central, hasta el 14 de julio de ese mismo año, en el 1-1 frente a Vélez Sarsfield (entre estos dos encuentros, el club de Núñez jugó ante Rosario Central, Tigre, Huracán, Chacarita, Argentinos, Boca, Gimnasia y Esgrima La Plata e Independiente).

Aquella jornada, en el estadio Amalfitani, Carlos Bianchi, por ese entonces un joven delantero de 19 años, logró lo que en esa época parecía imposible: convertirle un tanto a Carrizo. Luego del gol, se empezó a escuchar el ensordecedor grito de “Amadeoooo, Amadeoooo, Amadeooo…” desde todas las tribunas. El estadio completo se emocionó y comenzó a aplaudir y a revolear sus pañuelos blancos en honor al ídolo riverplatense.

El arquero nacido en Rufino se sacó la boina y agradeció al público levantando sus manos. Bianchi terminó abrazándolo, como si fuera un compañero más. Duval Goicochea, el árbitro de ese partido, detuvo el encuentro para que todos puedan aplaudir a Amadeo y que él disfrute de ese histórico momento, en el cual se emocionó hasta las lágrimas.

Fuente: afa.com.ar

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