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$620 para comprar US$1: qué implicaría la dolarización de la economía argentina

Si la Argentina optara por una dolarización total de su economía, el tipo de cambio se iría a $620, y quien cobre hoy un salario de $100.000, pasaría a percibir solo US$160.

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Así lo estimó un informe del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.

Según ese trabajo, hay dos esquemas posibles: la dolarización parcial, que consiste en permitir el uso del dólar como moneda a la par del peso: es parecido a lo que ocurre en Panamá, donde tanto el balboa como el dólar tienen curso legal.

En este esquema, «el público decide la utilización del peso o del dólar y el Banco Central mantiene su rol de prestamista de última instancia, pudiendo suministrar liquidez a bancos solventes que puedan atravesar situaciones transitorias de estrés financiero, particularmente en circunstancias de crisis económica.

También podría seguir financiando el déficit público, aunque cada vez menos, ya que la emisión monetaria generaría un aumento en el tipo de cambio, licuando el valor del peso», explicó el director del CENE, Víctor Beker.

El otro esquema es la dolarización oficial: en este caso, el dólar pasa a ser la única moneda de curso legal, como la propuesta formulada por el diputado radical Alejandro Cacace.

Ello implica que el Banco Central debe retirar todos los pesos en circulación y canjearlos por dólares de sus reservas.

Como la base monetaria es del orden de los 3,7 billones de pesos y las reservas de libre disponibilidad se estiman en unos US$ 6.000 millones, el canje debería efectuarse a cerca de $620 por dólar.

En consecuencia, quien cobra hoy un sueldo de $100 mil pasaría a percibir US$160 dólares, estimó el informe.

«Si, por el contrario, se quisiera realizar el canje a razón de $200 por dólar, se requeriría contar con US$18.000 millones de dólares reservas, es decir, habría que obtener un préstamo externo de US$12.000 millones con destino a esta operación», puntualizó Beker.

El economista evaluó además: «Imposibilitado el Banco Central de emitir nuevos pesos y, por supuesto, dólares, el Estado sólo podría financiar un eventual déficit emitiendo títulos en dólares.

Por lo tanto, el nivel del gasto público estaría condicionado a la capacidad de endeudamiento del fisco».

«Una vez producido el ajuste inicial de los precios a la paridad elegida para el canje, la tasa de inflación para los bienes transables convergería con la de los Estados Unidos. Pero ello no debería ocurrir necesariamente para los bienes no transables: un peluquero en Buenos Aires puede aumentar el precio del corte de pelo sin temor a que sus clientes opten por un colega de Brooklyn que cobre más barato», explicó.

Y añadió que, por consiguiente, «la inflación local podría ser significativamente mayor a la de Estados Unidos, en la medida en que haya un cambio de precios relativos a favor de los bienes no transables, tal como ocurrió durante la Convertibilidad».

En ese sentido, advirtió que el aumento de los insumos no transables «podría erosionar la competitividad de nuestras exportaciones», y añadió: «Por otra parte, de no ir acompañado por un aumento en la oferta monetaria, que pasará a depender de la Reserva Federal, el aumento de precios internos podría ir acompañado de una caída en el nivel de actividad».

La tasa de interés, por su parte, bajaría significativamente al desaparecer el riesgo de devaluación, pero no el riego país, consideró el economista.

A la vez, indicó que el diferencial entre la tasa local y la internacional se iría achicando, en la medida que el ingreso de capitales incremente la oferta local de fondos, pero no se eliminaría.

«Al desaparecer el Banco Central como prestamista de última instancia, en caso de una crisis económica, ese rol sólo podría ser cumplido por el FMI o la Reserva Federal», concluyó.

Fuente: telefenoticias.com.ar

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